Desde el 1º de enero, la Unión Europea aplica a las compañías aéreas que despeguen y aterricen en sus aeropuertos, una tasa en función del CO2 que emiten a la atmósfera; con el producido estiman que podrían financiar la lucha contra el cambio climático.
Antes de que la aplicación del gravamen se anunciara, países como China, Rusia y los Estados Unidos –entre otros– manifestaron su rotundo desacuerdo con la medida y amenazaron con distintas represalias si la medida llegaba a aplicarse. Ahora, con la medida en vigencia, la disposición ha generado reacciones concretas y ha sido China la que se ha puesto a la vanguardia de una ofensiva comercial que amenaza la compra de aviones al fabricante Airbus.
El tono de la discusión se ha elevado tanto que varios ejecutivos de primera línea de las principales industrias aeronáuticas del Viejo Continente han tomado cartas en el asunto. Entre los más conspicuos dirigentes se ha destacado la advertencia del legendario Louis Gallois –máximo dirigente de EADS a punto de retirarse– quien señaló que el pedido de 45 aviones fabricados por Airbus “estaban el el aire”. El pedido incluye A-330 y A-380.
Pero tal vez la acción más contundente haya sido la reciente carta conjunta de los responsables de Airbus, Iberia, British Airways, Air France, Lufthansa, Air Berlin, Virgin Atlantic, Safran y MTU Aero Engines a los jefes de Gobierno de España, Francia, Alemania y Reino Unido para que suspendan la polémica medida. Los directivos recuerdan que algunos de los países afectados por la nueva tasa ya han tomado medidas concretas que pueden tener “serias consecuencias” sobre la industria aeronáutica europea ya que podría costar unos 12.000 millones de dólares, en forma inmediata, y la pérdida de unos 1.000 puestos de trabajo en Airbus más otro millar en las empresas que suministran bienes y servicios a ese coloso de la aviación mundial.
En la carta, los líderes de la industria señalan: “Hay que alcanzar una solución consensuada y conseguir detener las medidas de represalia antes de que sea tarde … Siempre hemos creído que sólo una solución global podría resolver adecuadamente el problema mundial de las emisiones de la aviación …” y agregan que el marco adecuado para avanzar hacia soluciones reales es el de la Organización de Aviación Internacional (OACI) “que recientemente ha designado un grupo de alto nivel para que elabore una propuesta marco global sobre emisiones del sector aeronáutico para finales de año.”
El Grupo EADS puso énfasis en el enorme esfuerzo que se viene realizando en términos de disminuir las emisiones de CO2 e incluso en la búsqueda de métodos de producción y disposición final de aeronaves más “amigables” con el medio ambiente, una muestra de ello es que, en la última década, a pesar de un incremento en las operaciones aéreas del orden del 45{85a4615a806cefb2dddfb0dcbfd9bf5df1b58e8529622455c8f10f6f6ff0f7ce}, el consumo de combustible por parte de la aviación solo trepó un 3{85a4615a806cefb2dddfb0dcbfd9bf5df1b58e8529622455c8f10f6f6ff0f7ce}.
Es muy probable que los gobiernos de Europa suspendan o encuentren una solución decorosa al problema de las emisiones. Tal vez su aplicación haya sido una “vuelta de tuerca” para concientizar a la industria sobre el denominado “cambio climático” y la necesidad de reducir el consumo de combustibles fósiles. Pero lo cierto es que no hay nada firme sobre qué es lo que produce el cambio en el clima. Se sabe que los fenómenos atmosféricos están en evolución, también que ese dinamismo no es un dato del presente sino de millones de años de variaciones, es más, podríamos decir que a veces fueron“dramáticas variaciones”.
Una parte de la fragilidad de las causas del cambio climático, se debe a que se han diseñado modelos matemáticos en base a datos registrados desde hace unas pocas decenas de décadas de información estadística disponible –más o menos confiables– y se han proyectado para estimar un pronóstico sobre qué es lo que se puede esperar en materia de cambios en el clima. Algunos, cada vez menos, han adjudicado al CO2 una responsabilidad decisiva en el denominado “calentamiento global” sin contar con evidencia contundente definitiva al respecto o sin considerar que, por citar sólo un ejemplo, un volcán en erupción genera más CO2 que todo lo que el hombre podría haber producido desde que pisa el planeta tierra.
El problema es complejo y sin dudas hay que trabajar duro sobre él. Es necesario que la relación del hombre con el eco sistema que compone sea cada vez menos traumática, más considerada. Por eso se hace imperioso trazar una suerte de curva en constante evaluación entre los costos y los beneficios de cada acción. Después de todo, la vida continúa, hay que mantener la maquinaria que genera empleos y progreso y también sostener la condiciones del hogar común de la humanidad.