La detección de grietas en la estructura de algunos Boeing 737NG ocurrió hace unos meses, pero a partir de aquella primera alarma se han sumado una importante cantidad de aviones a las inspecciones y la preocupación cundió por el mundo y los medios, sobre todo, por el particular momento que atraviesa Boeing por el problema de los B737 MAX que todavía están parados.
Lo que ha sucedido ahora, es que un número creciente de aerolíneas están siguiendo nuevos protocolos para inspeccionar sus B737 Next Generation en busca de grietas estructurales en una pieza denominada “pickle fork”, una horquilla con forma de tenedor de copetín que une el ala con el fuselaje. En rigor de verdad la inspección de la pieza ya formaba parte de las revisiones programadas por el fabricante, la novedad es que la fatiga habría aparecido mucho antes de lo programado, bajando la vida útil de la pieza de 90.000 ciclos a 35.000, una notable variación.
Según las aerolíneas Qantas y Southwest el problema podría agudizarse pues habrían detectado fisuras en NGs con menos de 27.000 ciclos. El asunto es serio, por eso Qantas decidió que revisará sus 33 aviones a partir de los 22.600 ciclos.
El boletín o directiva de aeronavegabilidad que entró en vigencia el pasado 3 de octubre, estableció las inspecciones al alcanzar los 30.000 vuelos.
La semana pasada (6 de noviembre) Ryanair, el mayor operador de 737NG del mundo, informó que dejó fuera de servicio tres aviones entre los 70 inspeccionados. Según los números de la aerolínea la tasa de aeronaves con grietas es inferior al 5%.
Al momento hay cientos de aeronaves bajo inspección y decenas en reparación.