Los impuestos a las aerolíneas están poniéndose de moda en Europa. Francia, Suecia, Holanda, Bélgica y Alemania ya han castigado impositivamente a la aviación y la Unión Europea, salvo algunas excepciones, estaría dispuesta a seguir ese camino a los efectos de reducir el uso del avión como transporte.
Los gallegos podrían no recibir más ofertas para pasar un sábado y domingo en Atenas y los berlineses tampoco realizarían largos viajes para hacer miniturismo en Ibiza, los tiempos del tren matarían esas escapadas.
Después de Holanda, Francia o Bélgica, Alemania anuncia medidas para desincentivar el vuelo y promover el Flygskam (el concepto sueco que intenta instalar “la vergüenza de volar”), se está extendiendo como una mancha de aceite en el agua, aunque en realidad está afectando los cielos.
Y no sólo se están aplicando nuevos impuestos, sino que las decisiones políticas avanzarán para eliminar exenciones que estimulaban a la aviación.
Alemania está empeñada en avanzar contra los gases de efecto invernadero aunque el impacto en su propia economía, que está en situación delicada en términos de los estándares alemanes, claro, podría ser de unos 40.000 millones de euros.
Lo que se busca fomentar sería el tren, medio al que se le han reducido los impuestos, y sector que quedaría librado al mercado en 2020. Las dos medidas son buenas porque, como sucede siempre con la libertad, generarán progreso. Pero lo incierto es lo que ocurre por el otro lado, con un ataque a la aviación que es muy probable no arroje resultados reales ni esté basado en evidencias científicas indubitables.
Los datos que aportan los activistas del movimiento Flygskam y otros, dicen que generar incentivos negativos como los impuestos reducirían los vuelos y las emisiones de carbono en un 11% sin producir demasiado impacto en las economías de los países. Los suecos, que son pioneros en estas lides, podrían dar testimonio de que la teoría es dudosa, pero es muy posible que no lo hagan.
Varias asociaciones están señalando que el turismo, el empleo y la economía sufrirían una gran caída si las medidas impositivas logran producir una merma real en la utilización del avión como transporte. Sólo en España se estima que el turismo representa el 12% del PBI y genera un 13% del empleo. En Portugal sucede otro tanto y así en gran parte de Europa.
Las aerolíneas (…) reclaman que el proyecto de Cielo Único Europeo pase de ser algo elogiado y aplaudido a una realidad concreta, ya que todos apoyan un concepto que lleva 15 años de retraso pero no acuerdan la delegación del control del espacio aéreo en un ente común.
Las aerolíneas están discutiendo las medidas y proponen que los estados colaboren con la inversión para lograr una mayor participación de los biocombustibles como alternativa a los derivados del petróleo. También reclaman que el proyecto de Cielo Único Europeo pase de ser algo elogiado y aplaudido a una realidad concreta, ya que todos apoyan un concepto que lleva 15 años de retraso pero no acuerdan la delegación del control del espacio aéreo en un ente común.
El Cielo Único Europeo permitiría vuelos más precisos y consecuentemente menores tiempos de vuelo, lo que representaría una reducción de 8 millones de toneladas de CO2.
El súper competitivo negocio aerocomercial enfrenta varios problemas para seguir adelante, idear limitaciones y barreras lo podría poner en serio riesgo. No es un buen momento para que las burocracias tomen decisiones sin estar plenamente seguros de las consecuencias que tendrán.