Hace unos meses, alguien que conversaba con un alto funcionario de ANAC le decía: “¿Para qué vas a presionar con el TCASS II si pronto no se va a poder volar en casi ningún país de la región o el mundo sin tenerlo? El consejo parecía razonable, pero al final de cuentas era sólo una picardía. Más allá de la anécdota, lo que toda la comunidad debe pensar después de lo que se podría denominar “la crisis de las LAR” es cómo hacer para alcanzar la “adecuación”.
Adecuar es “adaptar algo a las necesidades o condiciones de una persona o cosa” y eso es lo que se debe hacer para que el Reglamento Aeronáutico Latinoamericano, conocido como LAR, sirva a los intereses soberanos de la República Argentina bajo el formato Regulaciones Argentinas de Aviación Civil (RAAC). Adecuar en esta materia, es ponderar la situación en que está la aviación civil argentina y qué es lo que el Estado puede abordar, para luego decidir qué sería razonable exigir a los actores privados de la aviación. Adecuar es sobre todo dialogar. Es comprender la situación general y sus particularidades, intercambiar ideas y aportar creatividad para alcanzar soluciones que muchas veces serán de compromiso. Con las LAR/RAAC, la aeronáutica debe mostrar habilidad política ante las organizaciones internacionales de aviación y a la vez cuidar una actividad aeronáutica —la de SU PATRIA— que viene de años y años de crisis.
La Argentina es miembro del Sistema Regional de Cooperación para la Vigilancia de la Seguridad Operacional (SRVOP) y se comprometió a adoptar las LAR, pero también asumió la responsabilidad de armonizar la normativa con las RAAC. Aquí el concepto musical interesante es “armonizar”, buscar la armonía es unir, combinar diversos sonidos para que suenen acordes, en la cuestión a la que nos referimos sería aplicar un cierto arte para avanzar en las normas sin producir una disonancia o perjuicio.
Dado que sería la autoridad aeronáutica la que tiene que realizar los primeros y mayores esfuerzos para adecuar y armonizar, un buen punto de partida sería la de mostrar acciones concretas ante el Gobierno (Hacienda, AFIP/ADUANA) para lograr la reducción y eliminación de impuestos y la apertura para importar material usado, especialmente el recorrido en fábricas o empresas certificadas. De lograr esos avances iniciales, que en materia de impuestos y demás gabelas prácticamente no afectan los ingresos del Estado y en protección, no perjudican a la industria nacional, se demostraría que la ANAC antepone el crecimiento sano de la aviación civil, consolidando su autoridad, por sobre la mera exigencia del cumplimiento de normas que sería sólo ejercicio de poder.
Un leading case de cómo NO hacer las cosas fue el de las escuelas bajo la gestión Irigoin. Hubo diálogo pero no comprensión de parte de la autoridad aeronáutica. La solución razonable era que aquellas escuelas que quisieran tener la certificación superior pudieran obtenerla y las que no permanecieran en las condiciones en que se encontraban. Cada una tendría su jerarquía. Al final del camino, la Parte 141 se aplicó con enorme flexibilidad y aún así no todas las escuelas se certificaron. Se trató de algo nuevo que nació lleno de parches que no satisface a nadie. Un dislate.
De parte de la comunidad aeronáutica también es necesario abrir la cabeza y pensar sobre aquellas tecnologías y procedimientos que el mundo va incorporando a la aviación. “El presente es el yunque sobre el que se forja el porvenir”, escribió alguna vez Víctor Hugo. Es verdad, hay que ir moldeando la realidad de todos para avanzar y estar preparados para el futuro. Por eso hay que colaborar para consensuar tiempos, explicar estrecheces y alcanzar un punto óptimo entre costos y beneficios, encontrar lo conveniente en una imaginaria curva entre abscisas y ordenadas.
Las LAR no son obligatorias, en última instancia son recomendaciones de los organismos internacionales, pero el desafío es estar dentro del sistema global a lo largo del tiempo sin dejar a nadie en el camino. La meta es, sin dudas, avanzar con criterio y sentido de la oportunidad. Ojalá se pueda hacer entre todos. Hay 6 meses por delante para alcanzar consensos.
Luis Alberto Franco