La “Empresa” Argentina de Navegación Aérea (EANA) nos deslumbra con estadísticas que muestran un crecimiento de la aviación que festejamos, pero hay fallas de base que parecen increíbles en un país que está en medio de una “Revolución de los Aviones”.
En el fin de semana largo apareció en la puerta de Plan de Vuelo del aeródromo Presidente Rivadavia (MORON), un cartel escrito a mano alzada que decía: “SIN SERVICIO ARO-AIS HASTA EL MARTES 03-04-18 13:30 HS LT. NOAM C612/18 y C613/18.” El desconcierto fue tal que para el lunes se había logrado restablecer el servicio.
EANA no parece comprender la importancia que tiene la continuidad del vuelo, la velocidad con que sucede todo en este medio. Ya no sólo se debe soportar la sorprendente decisión de tener que presentar el plan de vuelo con 45 minutos de antelación, sino que por falta de agua se cancelan todos los servicios y, entre ellos, la actividad de las escuelas de vuelo que forman a los profesionales de un futuro inminente en el que no serán suficientes para cubrir los puestos en los cockpits de las aeronaves de líneas y mucho menos las de la aviación general.
Si la base de una pirámide está así ¿cómo estará la infraestructura superior?
No caben dudas de que la Administración Nacional de Aviación Civil es co-responsable de este asunto y que la imprevisión es lo que sobresale en la aviación —sobre todo general— por estos días. El marketing está muy bien, pero las operaciones aéreas son mucho más que números de pasajeros en tránsito.