Mujer, cantante lírica y aeroaplicadora
A los 15 años María Poratti le pidió a su padre que le comprara una “avioneta” para aprender a volar, él quedó muy sorprendido por el pedido pero al cabo de los años María no sólo llegó a ser piloto sino que se especializó en aviación agrícola.
Aeromarket pudo entrevistar a María para descubrir no sólo el particular fuego de una vocación aeronáutica muy arraigado, sino otras fascinantes facetas de su personalidad
Armkt:– ¿Cómo se despertó tu vocación por el vuelo?
M. P.: –Yo siempre quise volar, es algo que me acompaña desde la infancia. Sin embargo, jamás tuve un fanatismo por los aviones como un deseo de verlos en figuritas o cosas así.
– Pero un día diste el gran paso ¿Cómo fue?
–Me acuerdo que cuando llegaron mis 15, le pedí a mi papá que me comprara “una avioneta” y me contestó: “Vos estás loca, te pensás que soy Rockefeller?” Era la fiesta, el viaje o la plata, así que elegí la plata y la guardé; unos años más tarde la usé para hacer el curso de piloto privado. Lo hice en 9 de Julio, volaba los fines de semana en el PA-11 y un poquito en el Toma. En ese momento estaba estudiando en Buenos Aires y viajaba todas las semanas. Hay un dato muy simpático sobre el PA-11, un día me enteré en el aeroclub que una tía abuela mía había hecho el curso de piloto en ese avión en el año 1948, fue una sorpresa tal que me fui a visitarla, me contó un montón de anécdotas y me dijo que voló hasta el día que se casó. Ella es el único familiar que tengo relacionado con la aviación.
– Aunque el número de mujeres que vuelan crece casi en progresión geométrica ¿Cómo fue tu experiencia con la aviación?
– Hice el curso con una compañera y nos recibimos juntas. Para mí ver mujeres volando siempre fue normal. Después me tomó varios años hacer la carrera. Mucha gente me ayudó, mi familia siempre me apoyó y pude volar en varios lugares para juntar las horas. Volé los aviones del “aero” y cuando tuve las horas para la Comercial fui al INAC (Instituto Nacional de Aviación Civil) para hacer el curso. En ese momento todavía daban becas de horas de vuelo y con otros dos compañeros nos recibimos de Comercial en los Dakota con la Fuerza Aérea (N. de R.: en realidad los aviones civiles fueron comprados justamente para que vuelen en el INAC). Después, remolqué planeadores en Cañuelas, me fui una temporada a Mar del Plata a tirar paracaidistas, gente que me dio la oportunidad y con quienes aprendí mucho. Actualmente estoy trabajando como instructora en una escuela de vuelo en Morón.
Debo decir que me crucé con un par de personas que me dijeron cosas como “si querés trabajar vas a tener que irte afuera” o “es que mujeres no tomamos”, pero fueron las menos, en general, siempre me sentí una más en el ambiente, completamente integrada con las personas con las que volaba o venían a acompañar la actividad; ser la única mujer en un asado de hangar para mí es algo normal, incluso a veces ni me doy cuenta.
– Lo que sí resulta novedoso es la elección de una actividad aeronáutica muy particular ¿por qué te decidiste por la aeroaplicación?
– Así como muchos chicos van a Aeroparque a ver despegar los aviones y piensan “¡el día que vuele uno así!”, yo estaba en el aero haciendo el curso y veíamos pasar el Grumman AgCat, y yo pensaba “¡qué lindo sería volar un avión así!” Después fui descubriendo cómo era la actividad con los pilotos aeroaplicadores de la zona, el Gringo Pedreschi me llevaba a hacer algunas pasadas en el avión. Es un tipo de vuelo fascinante; así que desde bien temprano supe que cuando tuviera las horas quería dedicarme a eso.
– ¿Cuánto hace que estás volando como piloto aeroaplicador?
–Recién empiezo, me recibí el año pasado con Angelini, en Zárate, y por medio de amigos aeronáuticos me puse en contacto con la Cámara de Buenos Aires, donde me dieron una cálida bienvenida. Ahí pude hacer varios contactos y este año espero empezar a trabajar en una empresa en Casares.
– ¿Cómo imaginás que será trabajar en una campaña?
–Creo que va a ser la oportunidad de aplicar y ampliar los conocimientos y experiencia que adquirí en todos estos años; todavía tengo que aprender mucho. Sé que hay momentos en los que el trabajo está tranquilo y otros en que es muy intenso, depende mucho de cada campaña en particular.
– ¿Qué cosas te atraen y cuáles te son más o menos molestas?
–Por ahora me interesa todo, sé que la campaña es muy exigente y tenés que estar ciento por ciento en eso, pero no es algo que tome como negativo.
– ¿Considerás que cualquier mujer podría desarrollarse profesionalmente en esta especialidad o más bien piensas que debería tener ciertas aptitudes especiales?
–Yo creo que es algo que te tiene que gustar, hay que aprender a hacerlo; después, no creo que haya ninguna limitación. Es algo que puede hacer cualquier persona, independientemente del género.
– ¿Te ves como feminista, como una transgresora o sólo una apasionada que hizo una opción de vida y no se puso a pensar sobre esas cosas?
–Yo hago esto porque me gusta; la verdad, nunca me lo puse a pensar desde esos puntos de vista; esta es una carrera que tiene muchas satisfacciones y mucho sacrificio también, te tiene que gustar y tenés que tener las posibilidades de llevarla adelante, no es fácil.
– Contanos alguna situación críticas que has vivido y cómo la resolviste.
–Afortunadamente tuve muy pocas situaciones críticas. Una vez, estaba por llegar a 9 de Julio y a unos 3 minutos del aeródromo tuve una falla. Como a la pista ya no llegaba, busqué un campo para aterrizar así que aterricé sin ningún problema sobre una hermosa soja cosechada. Sólo ese incidente.
– Fuera de la profesión ¿cómo es tu vida… ?
–Además de la aviación yo estudio música clásica, soy cantante lírica y en este momento estoy trabajando en un par de proyectos en Buenos Aires, viajo constantemente entre esta ciudad y 9 de Julio, donde también llevo adelante una empresa agropecuaria junto con mi hermano.
– Curiosa e interesante combinación ¿qué opinan de tu profesión de piloto aeroaplicador en el medio artístico?
– Les causa curiosidad el hecho de que sea piloto, en Buenos Aires la gente no está familiarizada con la aviación agrícola. Generalmente tengo que explicar de que se trata.
– ¿Podrías contarme sobre alguno de los proyectos, con el canto?
– Estamos preparando un concierto con mi cátedra de canto, canciones clásicas, para hacer antes de fin de año.
– ¿Y qué planes futuros tenés en aviación?
–Me gustaría poder desarrollarme en la actividad agroaérea, la instrucción también me gusta mucho así que no la dejaría de lado; desearía volar afuera del país en algún momento para tener la experiencia; a mi me gusta mucho viajar y conocer otros lugares y culturas, creo que siempre es bueno conocer otros puntos de vista y otras formas de ver y hacer las cosas. Estoy muy contenta de estar donde estoy, lamentablemente mi papá, -que me apoyó durante toda mi carrera y me decía “pirula, a ver cuando desplegás las alas y volás”- no lo pudo ver porque falleció hace dos años, pero estoy rodeada de personas estupendas que comparten esta felicidad conmigo.
– Una pregunta más, tal vez un poco obvia pero que quizá sea útil para otra mujer ¿qué consejo le darías a una piloto que lee nuestro diario y pensó en ser una piloto agrícola?
– Que no tenga miedo en acercarse a la actividad, siempre hay gente dispuesta a ayudar, guiar y compartir; que tiene que tener empeño y no desistir. Específicamente hablando, hay que hacer experiencia en aviones de tren convencional y conocer los cultivos con los que se va a trabajar, las regulaciones, saber que durante la campaña generalmente no se cuenta con muchas comodidades y lo más importante, tener en cuenta el tipo de vuelo que es y sentirse cómoda con él.
LAF
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