Una de las formas de establecer el valor de una empresa es por su capitalización en el mercado, un método que además permite estimar su dimensión y ponderar el potencial de crecimiento o riesgo que puede tener. Con ese concepto en mente, resulta muy interesante considerar que las 7 principales aerolíneas de los Estados Unidos en conjunto tienen un valor de capitalización de mercado de unos 60 mil millones de dólares y un precio, dato menos relevante para los inversores, de más de 232 mil millones de la misma moneda. Se reitera: el valor señalado no incluye decenas de compañías que operan en el mercado de la Unión, sino a un puñado de ellas, las que están al tope de las cotizaciones de las aerolíneas estadounidenses en la Bolsa de Nueva York (NYSE, por su sigla en inglés).
El valor de esas compañías permite establecer muchas relaciones, entre ellas, la que existe respecto de la ayuda gubernamental que recibieron ante la crisis sanitaria del SARS-CoV-2 o COVID-19. Así las cosas, el gobierno de los Estados Unidos de América otorgó 54 mil millones de dólares en 2020 con el objeto de que el transporte aéreo no colapsara ante la peor crisis de su historia, mientras que el valor de capitalización de 2 de las compañías auxiliadas con recursos de los contribuyentes, Southwest y Delta, suman 52,08 mil millones de dólares y su precio más de 84 mil millones. Las cifras permiten observar una proporcionalidad entre la ayuda otorgada a todo el sistema y el valor de las compañías, y no sólo eso, sino confirmar sus compromisos y desempeño histórico.
Cuando las aeronaves comenzaron a quedar en tierra, se suscitó un gran debate sobre las ventajas y desventajas del salvataje de empresas por parte del gobierno, a consecuencia de ese intercambio de ideas, los recursos de los contribuyentes se otorgaron luego de establecerse condiciones estrictas. En ese sentido, y más allá de la cuestionable decisión en sí misma, la política capitalizó la experiencia recogida luego de salvatajes estatales previos (ante atentado a las Torres Gemelas y la crisis Subprime de 2008) para que este aporte tuviera mejores controles y objetivos claros.
No obstante los recaudos tomados, desde hace más de 10 días hay efervescencia en el Capitolio porque varios legisladores quieren conocer cómo se utilizaron los fondos que tenían el propósito de sostener el empleo en la industria aerocomercial ante miles de cancelaciones de vuelos causadas, entre otros factores, por la falta de personal. Ante esta situación, que tuvo picos en medio de las festividades de fin de año, los ejecutivos de las aerolíneas, entre ellos los de Southwestern, Delta, American Airlines, United fueron convocados al Comité de Comercio, Ciencia y Transporte del Senado, para que dieran testimonio sobre lo sucedido ante los representantes de los estados.
En la audiencia, que se prolongó por más de tres horas, los ejecutivos respondieron sobre los problemas de contratación de personal, la resistencia de algunos a la vacunación y hasta las dificultades ante la entrada en servicio de la controvertida red de telefonía inalámbrica 5G.
Los ejecutivos subrayaron que la ayuda financiera del gobierno les permitió superar la crisis y que gracias a esos aportes pudieron concentrarse en encontrar soluciones a problemas graves de cara al futuro. “No es una exageración decir que el programa salvó la industria de las aerolíneas, que el Congreso y la administración reconocieron como una infraestructura crítica que es tan esencial para la economía como única”, dijo en su testimonio escrito el director ejecutivo de American, Doug Parker.
De parte de los legisladores la preocupación giró en torno a cómo están preparados para enfrentar los próximos meses ante la creciente demanda y los reembolsos pendientes a los clientes pero, sobre todo, en cómo contratarán más personal.
Las pérdidas de las compañías en 2020 superaron los 35 mi millones de dólares. En medio de la pandemia muchos empleados decidieron migrar a otras actividades, mientras que otros adelantaron sus retiros, por eso se produjeron vacantes que, al reactivarse las operaciones, han sido difíciles de cubrir a tiempo. A ese escenarios se suman dificultades en la vacunación del personal que no quiere ser inoculado y en los últimos días, un crecimiento vertiginoso de la variante Omicron. El jefe de operaciones de Delta, John Laughter, dijo: “Si bien hemos visto cómo los viajes se estabilizan en los Estados Unidos, la variante Omicron ha demostrado que la volatilidad de la pandemia continúa”.
Lo que hace más interesante el seguimiento de cómo el Congreso se involucra en los problemas reales de la ciudadanía y mantiene control sobre el dinero público, es observar que los legisladores no aprobaron un giro descontrolado a las aerolíneas y mucho menos a empresas cuyo valor de mercado es imposible de estimar, además del control que mantienen sobre la utilización de los recursos que en definitiva son de los contribuyentes. Y eso que
el actual Senado conservador dista mucho de otros con mayoría conservadora como los que hubo en el pasado.
Lo sucedido debería llamar a nuestros legisladores a la reflexión respecto de lo que sucede en la Argentina con una empresa que ha recibido miles de millones de dólares durante un larguísimo tiempo, sin que nadie pida un plan de negocios razonable que la saque de su endémica crisis, ni investigue a fondo cómo se utilizan los recursos que les gira el Tesoro. Se calcula que la denominada aerolínea de bandera perdió en 2021 más de 600 millones de dólares (a cambio oficial), y se estima que esa cifra se incrementaría este año que acaba de estrenar, aunque la gran diferencia entre el pasado y el presente es que las reservas netas actuales del BCRA llevan el signo menos (-) delante.
