La ciencia dice que la aeroaplicación disminuye el mosquito Aedes aegypti. La evidencia científica y las autoridades no deberían excluir esa herramienta para mitigar las diversas enfermedades que transmite ese vector.
Varios estudios avalan la afirmación precedente. Por ejemplo, la National Library of Medicine (The National Institute of Health – NIH, dependiente del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos de América), publicó un estudio sobre la eficacia entomológica de aplicaciones aéreas de insecticidas en volumen ultrabajo contra el Aedes aegypti, luego de un ensayo controlado en Puerto Vallarta, Méjico, durante los meses de octubre y noviembre de 2017, se demostró que después de cuatro ciclos semanales consecutivos de aplicación, redujeron la cantidad de esa variedad de mosquitos.
El estudio explica en detalle el ensayo, abunda en datos técnicos que abarcan la descripción ambiental en donde se realizó, el tipo de insecticidas y coadyuvante utilizados, la secuencia de aplicación, la dosis, el tamaño de la gota, el tipo de aeronave y las características del equipo utilizado, para concluir que la pulverización dentro de los parámetros indicados tiene un impacto significativo y duradero en la disminución del mosquito que transmite los virus de dengue, zika y chikungunya, entre otros.
El informe incluye antecedentes sobre experiencias de otros países, en esa línea se tuvo en cuenta la experiencia de los Estados Unidos de Norte América donde la fumigación aérea frecuente demostró un control importante del vector que transmite las mencionadas enfermedades.
El artículo rebate el argumento frecuentemente utilizado en la Argentina, de que las gotas del spray (fumigación) no llegan a los mosquitos que descansan en el interior de los edificios, ya que la investigación demostró empíricamente la capacidad del producto aplicado desde una plataforma de aspersión de ala fija de penetrar hábitats internos que contienen el mosquito y los huevos logrando “una mortalidad del 68,9 % del vector dentro de jaulas centinelas colocadas en el interior”.
El estudio científico contradice lo que han afirmado algunos responsables de salud en la Argentina, corroborando que la aeroaplicación de insecticidas en volumen ultrabajo es una práctica recomendada como parte del programa de manejo integrado de vectores si se incluye de manera proactiva, siendo un método eficaz para el control rápido de las poblaciones de mosquitos adultos durante los brotes en grandes zonas urbanas.
El CONICET
Otro estudio, en este caso del CONICET, publicado por Mariela López Cordero en base a la tesis del becario de posdoctorado Gabriel Moyano, afirma que con utilización de modelos matemáticos para encontrar la manera de hacer más eficiente la fumigación del mosquito, se habría determinado lo siguiente: “La intención (del modelo) es resolver un problema matemático de optimización para encontrar la manera de hacer 
más eficiente la fumigación. Todo el sistema está determinado por la dinámica de evolución de los mosquitos y otras propiedades como, por ejemplo, la cantidad de insecticida y la logística de las que se dispone realmente, y en el período de tiempo en que se debería aplicar”, comenta la autora citando al doctorando.“Sin embargo las cuentas no dan. Moyano alerta que la conclusión del modelo matemático que desarrolló es que si bien una fumigación óptima puede reducir los costos ambientales y aumentar la eficiencia de la fumigación, no podría evitar la epidemia sino que implicaría un retraso del brote epidémico y una reducción de los casos de personas infectadas con el virus”. Luego agrega: “Si bien sigue siendo (la tesis de Moyano) un modelo teórico, que no ha sido contrastado empíricamente, lo que se obtiene (…) es la certeza de que fumigar no es la solución definitiva, por muchos factores. En primer lugar no se elimina el insecto en su etapa acuática -huevo y larva-. Además la eficacia del insecticida no es del 100 por ciento, es decir que no mueren todos los mosquitos aunque sí una gran proporción. Algunos estudios realizados en países como Brasil –agrega la autora– venían sugiriendo, desde otras disciplinas, esto que la matemática termina de confirmar. Evitar la cría del mosquito sigue siendo la mejor opción (…)”. Aquí hay que subrayar que el modelo matemático responde a la configuración de las variables que se introducen, y que el propio estudio acepta que la fumigación coadyuvaría. dentro de un sistema de mitigación del Aedes aegypti, la proliferación de las enfermedades.
Los aeroaplicadores argentinos
Según un trabajo de la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas (Fearca), hay varios estudios que prueban categóricamente que la aeroaplicación es eficaz para reducir y hasta eliminar el mosquito Aedes aegypti. La entidad cita a varios especialistas vinculados a la aeroaplicación (Alan McCracken, Michael Parker, Julio Kampf y Augusto Piazza), y concluye que en Cuba se eliminó el dengue con aviones, pero luego agrega: “Cuba logró erradicar el dengue después de una campaña de 75 días que movilizó a todo el pueblo. Se llevaron a cabo pulverizaciones aéreas y visitas casa por casa, se distribuyeron tanques de agua y se difundieron medidas de higiene. Con una inversión de 12 millones de dólares, la intensa campaña involucró a estudiantes, obreros, científicos, soldados y vecinos, y más de 1.300 funcionarios dedicados a tiempo completo”. En fin, en Cuba se hacen cosas que sólo en Cuba se pueden hacer.
Seguramente hay mucho más para aportar desde la evidencia científica sobre la mejor estrategia para hacer frente a epidemias que cada año son más importantes en una gran parte del territorio nacional argentino, pero lo que parece quedar muy claro es que la fumigación aérea no puede dejarse de lado para reducir la presencia del vector que enferma a la población. También sabemos que la ciencia está avanzando con nuevas herramientas que incluyen hasta procesos de esterilización del mosquito y vacunas cada vez más eficaces. Mientras tanto, la aeroaplicación no debería dejarse de lado.
