Durante un diálogo de seguridad que duró toda la jornada laboral del pasado martes 27, en la sede de la Federal Aviation Administration (FAA), el administrador Mike Whitaker, exigió a los más altos funcionarios de Boeing, que el fabricante de aviones debe desarrollar un plan de acción integral para abordar sus problemas sistémicos de control de calidad para cumplir con los estándares de seguridad, fijando una dura posición en la que dejó en claro que la exigencia de la FAA no es negociable.
«Boeing debe comprometerse a realizar mejoras reales y profundas», dijo el administrador Whitaker tras la reunión con el director ejecutivo y presidente de Boeing, Dave Calhoun, y su equipo superior de seguridad. «Lograr un cambio fundamental requerirá un esfuerzo sostenido por parte de los líderes de Boeing, y los haremos responsables en cada paso del camino, con hitos y expectativas mutuamente comprendidos».
El administrador Whitaker dijo a Boeing que espera que la compañía proporcione a la FAA un plan de acción integral, dentro de 90 días que incorporará los próximos resultados de la auditoría de la línea de producción de la FAA y los últimos hallazgos que figuran en el informe que realizó el panel de revisión de expertos en 2020.
El plan que Boeing tendrá que desarrollar, también debe incluir los pasos que la compañía tomará para implementar el programa de Sistema de Gestión de Seguridad (SMS), con el que se comprometió en 2019. Boeing también debe integrar su programa SMS con un Sistema de Gestión de Calidad, que garantizará un elevado nivel de rigor y supervisión en los proveedores de la empresa. para crear un cambio sistémico y verificable en el control de calidad de fabricación.
«Boeing debe revisar cada aspecto de su proceso de control de calidad y garantizar que la seguridad sea el principio rector de la empresa», dijo el administrador Whitaker.
Actividades de supervisión de Boeing
El 12 de febrero, el administrador Whitaker estuvo en la fábrica de Boeing en Renton, Washington, para ver la línea de producción del 737 y escuchar directamente a los ingenieros, mecánicos y otras personas de Boeing sobre los procesos de control de calidad. El administrador también fue a la sede de Alaska Airlines para hablar sobre el tapón de la puerta izquierda de la mitad de la cabina que se desprendió eln pleno vuelo de un 737-9 MAX de Alaska Airlines, el pasado 5 de enero mientras volaba de Oregon a California.
La FAA detuvo el plan de expansión de producción que había elaborado Boeing para la línea 737 MAX, y está explorando la posibilidad de utilizar a auditores adicionales de fuera de la FAA para supervisar a Boeing y concluir la auditoría de supervisión mejorada de los sistemas de producción y calidad de fabricación de Boeing en las próximas semanas. También está en marcha una investigación sobre el presunto incumplimiento por parte de Boeing.
Boeing adquiriría Spirit Aerosystems
El viernes 1º de marzo los rumores aeronáuticos que dominaban la bolsa de New York era que Boeing compraría Spirit AeroSystem, uno de sus mayores proveedores y la causante de varias de las últimas crisis de calidad en las aeronaves que fabrica el gigante norteamericano. Durante la jornada, Boeing aseguró que mantenía conversaciones preliminares y que no había nada concreto para anunciar.
«Creemos que la integración de las operaciones de fabricación de Boeing y Spirit AeroSystems fortalecería aún más la seguridad de la aviación, mejoraría la calidad y serviría a los intereses de nuestros clientes, empleados y accionistas», dijo un comunicado de Boeing.
Spirit, que fabrica fuselajes y otras grandes aeroestructuras, confirmó que las conversaciones existían, pero que un acuerdo no era algo inminente.
Si el acuerdo se concretara, Spirit, con sede en Wichita, Kansas, volvería a ser parte de Boeing que en 2005 decidió deshacerse de ella.
Las dos empresas han sido responsables de varias fallas en los aviones Boeing, la más reciente fue la voladura de una puerta tapón en pleno vuelo de un Boeing 737-9 MAX de Alaska Airlines.
Boeing Co.vendió en 2005 sus plantas de aviones comerciales en Kansas y Oklahoma a un grupo inversor Onex, con sede en Toronto que denominó a la nueva empresa Spirit AeroSystems. La venta era parte de la estrategia de la compañía para centrarse en el diseño y el ensamblaje final .
Alan Mulally, que en ese entonces era el director ejecutivo de Boeing, describió la medida como un movimento para que Boeing se enfocara en el ensamblaje de aviones, «que es donde somos más competitivos y podemos agregar el mayor valor a nuestros aviones y servicios», dijo, y agregó que una operación independiente supondría una baja en los costos de Boeing. Luego sucedió lo que sucedió con la calidad de los productos que llevaron a que el legendario fabricante aeroespacial cursara crisis consecutivas originadas en fallas de diseño y fabricación