El 13 de abril de 1918 el aviador argentino Luís Cenobio Candelaria, cruza la Cordillera de los Andes en aeroplano por primera vez.
Candelaria era a la sazón un Teniente del arma de Ingenieros, del Ejército Argentino, y al igual que su gran amigo Benjamín Matienzo, era tucumano y Aviador Militar egresado de la 4ta. promoción de la Escuela de Aviación Militar de El Palomar.
En aquella época, al igual que ahora, los pilotos y aviadores del Ejército Argentino, mantenían su Arma de origen, ya sea la Infantería, Caballería, Artillería o los Ingenieros luego de egresar como Pilotos o Aviadores, hasta que en 1936 se crea la quinta Arma del Ejército, la Aviación de Ejército, de la que luego en 1945, se nutrió la Fuerza Aérea Argentina.
Candelaria eligió para el cruce la provincia de Neuquén, la ruta entre Zapala , punta del riel del Ferrocarril Sud (FCS) y Temuco, aunque por razones técnicas no llegó sino a Cunco, pues como salió tarde se le hacía de noche.
Hasta Zapala llevó su avión en tren y allí lo armó su mecánico y leal compañero el Sr Miguel Soriano junto con otros ayudantes
El relato del cruce y sus preparativos escrito por su autor es apasionante y fue publicado en Buenos Aires por la Compañía Argentina de Tabacos, en los Talleres Gráficos de L.J. Rosso y Cía, de la Calle Belgrano 476, en 1918 bajo en título de “Memoria de la primera travesía de la Cordillera de los Andes en aeroplano”.
El “aeroplano” era un monoplano Morane Saulnier de la Escuela de Aviación Militar, modelo Parasol, con un motor Rhone de 80 HP, donado por las Damas Mendocinas a la Primera Flotilla Aérea Militar que tuvo la República Argentina.
Su hélice de madera de pitiriby fue construida en los talleres de la Escuela de Aviación Militar, en El Palomar, y las bielas y algunos pistones en los talleres de la Casa Mariscal Hnos.
La Compañía Argentina de Tabacos colaboró mucho en la fundación de la Escuela de Aviación Militar, junto a otras instituciones entre las que se destaca el Aero Club Argentino y otras entidades, personalidades y estudiantes secundarios.
Candelaria se retira con el grado de capitán por cuestiones de salud y quiso que sus restos descansen en el cementerio de Zapala, en una tumba con una lápida de mármol blanco y sin inscripciones…
También pidió que los escolares le lleven a su tumba flores blancas en el aniversario del cruce, cosa que cumplen los alumnos de la escuela de Zapala que lleva su nombre y en la que se guardan algunos recuerdos y documentos del hecho.
por Arturo E. Grandinette