Introspección o caos
Esteban Echeverría es un pensador poco recordado, aunque se lo considere “el padre de la ciencia política argentina”. Tal vez lo más valioso de su aporte sea que supo distanciarse de la teoría para tratar de comprender lo que anidaba en las entrañas de lo que podría llamarse el “ser argentino” de su época. De su época y de la nuestra, porque Echeverría insinuó, en las densas páginas legadas, lo que vivimos en la tambaleante Argentina actual.
“El punto de arranque para el deslinde de estas cuestiones –escribió Echeverría en ‘Ojeada Retrospectiva’– debe ser nuestras leyes, nuestras costumbres, nuestro estado social; determinar primero lo que somos y, aplicando los principios, buscar lo que debemos ser, hacia qué punto debemos gradualmente encaminarnos. Mostrar en seguida la práctica de las naciones cultas cuyo estado social sea más análogo al nuestro, y confrontar siempre los hechos con la teoría o la doctrina de los publicistas más avanzados. No salir del terreno práctico, no perderse en las abstracciones; tener siempre clavado el ojo de la inteligencia en las entrañas de nuestra sociedad”. El autor de “El Matadero”, “La Cautiva”, “El Dogma Socialista” y otras célebres obras, no escindía la procedencia y evolución de los argentinos de la reflexión en pos de una organización social que permitiera el desarrollo y la convivencia armónica conforme a la observación de lo que experimentaban otras sociedades y pensadores.
En estas horas tan dramáticas, es de suma utilidad retomar las más gloriosas páginas de los pensadores argentinos con que la patria –término tan bastardeado por los chovinistas– ha sido bendecida. Por eso, en la calma que se debe alcanzar para capear la tormenta, todos deberíamos reconocer que los problemas argentinos son de factura y solución propios. Dicho de otra manera: que nadie va a ayudar a que los argentinos corrijamos lo que hicimos y a construir un futuro que por cierto nunca se genera sin esfuerzo y mérito o por generación espontánea.
Hace unos años fuimos invitados a visitar la planta de EMBRAER en San José dos Campos, San Pablo, Brasil. Más allá de la admiración que despertó el periplo por las instalaciones, el contacto con la producción de alta tecnología que allí se realizaba, y las comparaciones que la mente nos obligaba practicar sin solución de continuidad, hubo algo que quedó grabado en la memoria de una manera indeleble: el recorrido de una escuela creada y financiada por la empresa. En el comedor del establecimiento educacional, rodeados por cientos de estudiantes adolescentes, almorzamos con el rector de la institución cuyo nombre se nos escapa por el tiempo transcurrido, quien compartió lo que intentaremos reproducir fielmente a continuación: … Cuando nos asaltaban y asesinaban por la calle, decidimos vivir en barrios cerrados; luego, nos dimos cuenta que nos secuestraban al salir o volver a nuestros hogares, fue así que empezamos a utilizar helicópteros para trasladarnos; como la violencia crecía al ritmo de la inflación y la pobreza nos rodeaba asfixiantemente, algunos líderes reconocieron que no se podía vivir sin involucrar a todos en un proyecto que nos mejorara como sociedad. Fue así que surgió esta escuela que es un modelo que se está replicando en buena parte del sector industrial de nuestro país. Esta institución recibe a los hijos mayores más calificados de nuestros empleados y a sus hermanos a medida que llegan a la edad requerida, de a poco vamos ampliando la admisión a otros brasileños y pensamos que seguiremos en este camino que nos ha permitido ver resultados extraordinarios, ya que hoy tenemos ingenieros que salieron de nuestras aulas.
En la Argentina actual está claro que el enorme número de compatriotas en la pobreza es fruto de perversos entramados que los crearon con el fin acorralarlos, marginarlos y utilizarlos en beneficio propio, por lo que el verdadero desafío por delante no es repudiarlos, sino construir con inteligencia un proyecto de país más articulado e integrador …
Lejos del populismo inconsistente que pulveriza la riqueza, del control férreo de los gobiernos expansivos que pretenden abarcarlo todo para finalmente colapsar e incumplir los fundamentos de su razón de ser, y más apartados aún del socialismo colectivizante que fomenta el resentimiento para expoliar al que crea y produce, se debe reconocer que no hay salida si se deja de lado a quien no puede valerse por sí mismo. En la Argentina actual está claro que el enorme número de compatriotas en la pobreza es fruto de perversos entramados que se crearon con el fin acorralarlos, marginarlos y utilizarlos en beneficio propio, por lo que el verdadero desafío por delante no es repudiarlos, sino construir con inteligencia un proyecto de país más articulado e integrador que los rescate para evitar un irremediable colapso general. En ese sentido, el orden republicano y las instituciones que la Constitución Argentina consagra, no sólo es el camino adecuado para que todos podamos ir en pos del proyecto de vida que idealizamos, sino que es la única garantía asequible para lograr en poco tiempo una inclusión que tanto se proclama y tan poco se logra. Para confirmarlo sólo hace falta recordar las mejores décadas de la nación, aquellos años que atrajeron a nuestros abuelos, que se avanzó con una epopeya alfabetizadora, que se expandió la frontera productiva ininterrumpidamente y que se concretó la movilidad social ascendente, entre otros muchos beneficios que tuvieron por epicentro a la escuela generada por aquel orden basado en la libertad y la apertura como motor de un desarrollo que incluyó la industrialización y actividades como la aviación, un sector en el que fuimos pioneros.
El orden republicano es una forma, disciplinada pero libre, de convivencia y apertura constante, de oportunidades que impulsan el progreso, de convivencia basada en el respeto irrestricto de las libertades y la propiedad, lo que a su turno atrae capital y posibilita un círculo virtuoso que ha probado ser el único que lleva a la persona trascendente a mejorar sus condiciones de vida.
En una reciente encuesta que ARMKT hizo a través de Twitter, se preguntó lo siguiente: “¿Cómo cree que debería ser la política aerocomercial de la Argentina?”, la opción más votada fue “Cielos abiertos” con un 54,2%; le siguió “Cielos abiertos con personal argentino”, con un 38,6%, mientras que la opción “Debe seguir como está”, cosechó sólo el 7,2%.
En la Argentina no son los pobres los que se benefician de un orden sustituto al establecido por la Constitución, sino las castas. Progenies que quedan al desnudo al mismo ritmo que se acaban los recursos. Manipuladores de la política berreta (de partidos y sindicatos) que renuevan sus mandatos o rotan por los cargos, pseudo empresarios favorecidos por leyes confeccionadas al efecto que les permitieron amasar fortunas embalando electrónicos en el rincón austral, proveyendo insumos al Estado y sus empresas, disfrutando de monopolios artificiales, logrando contratos amañados en la obra pública, arbitrando entre precios artificialmente establecidos y tejemanejes por el estilo. Todo eso y más es lo que nos está carcomiendo por dentro junto al chantaje de los secuestradores de desvalidos que a punta de plan social los movilizan para incrementar sus privilegios en un intento por obturar medidas impostergables y alternativas emergentes.
Como esta columna es de aviación, permítasenos reflexionar una vez más sobre el caso Aerolíneas Argentinas (AR), empresa que financia a los titiriteros que condicionan cada día más la actividad del sector.
Hace unos días, un sindicalista vinculado a la aviación nos planteó su visión sobre la realidad, la cual estaba encerrada por miedos y mitos respecto de la libertad en general y los mercados en particular, la competencia, el mérito y otros atributos visibles en las naciones de vanguardia. El hombre subrayó el respeto que tiene por los años de labor periodística de ARMKT, aclarando que no solía compartir la línea editorial, pero que “valoraba la honestidad con que se ejercía la libertad de expresión”. Agradecidos por el comentario, nos permitimos plantearle la siguiente hipótesis: “AR pierde por lo menos 650 millones de dólares al año ¿estaría dispuesto a aceptar que esos fondos que benefician a unos pocos cientos se utilizaran para construir un sistema aeronáutico altamente profesionalizado con un plan de carrera moderno y funcionarios bien remunerados?”. La respuesta de nuestro interlocutor terminó en evasivas luego de un largo silencio de reflexión que fue, cuanto menos, un elocuente testimonio. La hipótesis fue un mero ensayo que pretendió hacer razonar sobre el despropósito de tener una aerolínea embanderada que es una muestra de lo que afecta a la Argentina.
En una reciente encuesta que ARMKT hizo a través de Twitter, se preguntó lo siguiente: “¿Cómo cree que debería ser la política aerocomercial de la Argentina?”, la opción más votada fue “Cielos abiertos” con un 54,2%; le siguió “Cielos abiertos con personal argentino”, con un 38,6%, mientras que la opción “Debe seguir como está”, cosechó sólo el 7,2%. Algo podría estar cambiando.
En esa línea de ideas, tal vez podamos decir que los casos de los que cooptan el Estado para aprovecharse del beneficio asociado al monopolio del uso de la fuerza y consecuentemente del resto de la sociedad, parece estar llegando a su fin. Los recursos se agotan (en realidad se agotaron), y para lograr nuevos habrá que trabajar EN SERIO. Eso, y que cada uno ceda en algo a favor de todos, ya que no hay acuerdo perdurable cuando sólo gana una de las partes. Esta vez no parece haber otra salida que volver a las verdaderas leyes (la Constitución) que establecen un orden, y reconocer la realidad del estado social en que nos encontramos para encaminarnos hacia un modelo de país como los que miran nuestros hijos cuando hacen planes para emigrar. Esteban Echeverría tenía razón, él y su generación merecen ser tenidos en cuenta.
Se verá.
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Esta editorial es todo lo que podemos decir en una semana tan difícil como la que estamos pasando. ¡Hasta la próxima!
Lamentablemente la experiencia AR privada no fue buena. Qué logros se obtuvieron? Cómo terminó ese negociado? En 1986 AR fue la mejor aerolínea de América .Era privada? Lo mismo pasa con la industria y las empresas en general,los «inversores» las utilizan para fugar las utilidades y finalmente las funden. Siempre en Argentina los amigos son los amigos. En aviación comercial,también.
AR privada? ¿Cuándo? Ah, la experiencia peronista de Menem, cuando se la vendieron a la estatal Iberia. Recuerdo que los españoles tenían que reponer herramientas en los hangares todos los días por robos, ellos tampoco eran santos. Es experiencia enseñó mucho, por ejemplo cómo no hacer las cosas. La de Macri también enseñó los mismo pero con otro método. AR no sirve ni sirvió para nada, y menos cuando todo el mundo abandono ese modelo de hace 60 años. Usted habla de inversores que FUGAN dividendos. Es gracioso, seguro que usted tiene dólares, cuando los compró se fugó ¿lo sabía? Se fue a Washington! Su razonamiento no infrecuente, pero cualquiera que pone un negocio, por ejemplo un kiosco, lo hace para tener ganancias y hacer con el fruto de su trabajo lo que quiera. ¿Cree usted que la Argentina sale sin inversión? Pues para que haya inversores, ellos tienen que poder hacer con su dinero lo que les plazca.
A veces hay que tomarse un tiempo, hacer una pausa de meditación antes de escribir. Abrazo y que sigan los éxitos!!!!
Tiene que haber cielos abiertos y buenas politicas aero comerciales para que la Argentina salga adelante adelante , hay que terminar con el monopolio aero comercial que quiere imponer los sindicatos mafiosos como el que preside el Sr.de los cielos Pablo Biro y compania.
Excelente editorial
Objetivo muy dificil de lograr si el sistema Aeronautico en general no se despolitiza y se profesionaliza ojalá por los que queremos tanto al ámbito Aeronautico y fundamentalmente a los jóvenes que es tan iniciandose (en mi caso tengo un hijo piloto)
Ojalá
Aplaudo el editorial con lágrimas en el alma