El denominado Frente Gremial Aeronáutico, compuesto por la Unión del Personal Superior y Profesional de Empresas Aerocomerciales (UPSA), la Asociación de Personal de Técnicos Aeronáuticos (APTA), la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), la Asociación del Personal Aeronáutico (APA) y la Unión Argentina de Aviadores de Líneas Aéreas (UALA), siente que ha quedado al margen de la asignación de cargos relevantes en el sector público de la aviación civil. El malestar con el gobierno creció desde el 10 de diciembre y, a 10 días de aquella fecha, las cosas siguen igual: no hay una contestación precisa a sus demandas y expectativas pre y post electorales.
Por ejemplo, Pablo Biró, de APLA, esperaba tener una decisiva injerencia en el manejo del Grupo ARSA (Aerolíneas y Austral) e incluso en el diseño de la próxima política aerocomercial. Lo mismo los demás gremios que, como se recordará, lograron unirse monolíticamente frente a la apertura que se realizó en la gestión del Ing. Mauricio Macri.
La incógnita, al menos hasta el momento de escribirse estas líneas, está centrada en la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), único puesto que parece quedar vacante.
La incógnita, al menos hasta el momento de escribirse estas líneas, está centrada en la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), único puesto que parece quedar vacante. Son pocos los que estarían dispuestos a aceptar el despacho del administrador y lamentablemente, hasta donde sabemos, no parecen ser los más adecuados para una función que se estima es 95% técnica y sólo 5% política.
Los gremialistas no despreciarían poner sus pies en el manejo de la ANAC, pero ese no sería el plato fuerte que apetecerían para retrotraer lo más posible la flexibilización que se había realizado y encorsetar a las low cost según la visión de “línea de bandera” que Gustavo Lipovich (Dirección de Política Aérea, Desarrollo Nacional y Relaciones con Organismos de ARSA) diseñó para ellos.
En el gobierno saben que será muy difícil financiar ARSA. Los recursos que necesitaría para funcionar serían de alrededor de 450 millones de dólares para 2020.
En el gobierno saben que será muy difícil financiar ARSA. Los recursos que necesitaría para funcionar serían de alrededor de 450 millones de dólares para 2020. Mucho más si se considera comprar aviones de reemplazo para los ineficientes A340-300 desprogramados durante el tramo final de la presidencia de Luis Malvido, algo que los gremios, con APLA a la cabeza, pretenden. Seguramente por eso se prefirió marginar al sindicalismo aeronáutico de un rol decisivo en materia de rediseño de la política aerocomercial. Además, en ese campo opinarían también varios mandatarios provinciales que no quieren que la apertura y los servicios low cost sufran cambios, luego de experimentar los beneficios que reporta los servicios del transporte aéreo de tarifas bajas para su inserción nacional y regional. Como se observa la situación presenta muchísimas aristas.
Según Biró declaró al diario Página 12 el pasado miércoles 18, tuvo un diálogo con el Presidente de la Nación respecto de la nueva política aerocomercial, pero habrían quedado en “tener una charla mucho más extensa cuando fueran designadas las autoridades de cada área y cada secretaría”. Lo que no comentó el mandamás de APLA es lo que le habría pedido al Jefe de Estado ni lo que habría recibido hasta ahora. No se ve mucho en su haber.
Nuevamente se confirma que el presidente de ARSA, Pablo Ceriani, tendrá un papel muy importante en la articulación de una relación que evite conflictos de envergadura con los gremios, sobre todo en el período de vacaciones a punto de comenzar. Ceriani tiene una excelente relación con los jefes sinidicales, algo que Biró resalta, pero también tiene fama de ser un buen técnico al que, según nuestras fuentes, le habrían encomendado poner los números en caja. Difícil misión la de conformar a todos, pero de eso se trata la política.
Resulta evidente que el Presidente está enfocado en problemas muy serios en materia fiscal y en el frente interno de su coalición pluriperonista de gobierno, por eso resulta razonable que la aviación no sea su prioridad en estos momentos complejos. Lo que se les está pidiendo a los gremios, siempre según nuestra fuente, es paciencia, una virtud a la que los muchachos no suelen ser propensos, sin embargo, hay que tener en cuenta que quien la pide es en definitiva un peronista que está sentado en el sillón de Rivadavia y que no tienen demasiadas opciones a la vista ya que todo se presenta demasiado volátil.