El Space X y el futuro privado de los vuelos al espacio

Una empresa estadounidense llevó al espacio astronautas de la NASA. Por Luis Alberto Franco.

Control de vuelo espacial. Foto: SpaceX.

Nadie puede quitarle a Neil Armstrong el mérito de haber sido el primer hombre en pisar la luna ni a sus compañeros de travesía un lugar trascendental en el podio de la historia aeroespacial, sin embargo, es posible que aquel héroe que dijera “un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para la humanidad” al tocar la superficie lunar, se hubiera sorprendido ante la partida del cohete reutilizable Falcon 9 que llevó al espacio, el pasado sábado 30 de mayo, al Dragon Endeavour, de la empresa privada SpaceX. Esto es así, porque Armstrong y muchos otros no creyeron que las empresas privadas pudieran seguir adelante con la exploración espacial y mucho menos hacerla rentable. Al menos eso fue lo que él y varios astronautas expresaban en 2010, al protestar por el recorte de fondos estatales que sufrió la NASA. Según aquellos legendarios astronautas, los Estados Unidos quedarían rezagados en la carrera espacial, mas sus pronósticos afortunadamente no se cumplieron y la posibilidad de aprovechar las fuerzas del mercado han impulsado las inversiones en el espacio de una manera muy auspiciosa.

Falcon 9 es un cohete reutilizable de dos etapas que diseñó y fabricó la empresa SpaceX para transportar de forma confiable y segura personas y cargas a la órbita terrestre y más allá. Es el primer cohete reutilizable de clase orbital de la historia. La reutilización es clave en la reducción de costos del transporte espacial porque las partes más valiosas se recuperan para una nueva misión.

Crew Demo-2 Mission. Foto: SpaceX

Imaginémonos hoy, en plena crisis por el COVID-19, cuáles serían las posibilidades de financiar los viajes al espacio, la Luna, Marte y otros destinos aún más lejanos que podrían costear los contribuyentes.

Más allá de Armstrong, SpaceX, la empresa fundada por Elon Musk, fue la primera compañía privada en financiar y cumplir una misión espacial programada en 2008, para luego desarrollar una serie de pruebas y misiones que la llevaron a su mayor logro el sábado pasado, cuando la nave Crew Dragon se acopló a la Estación Espacial Internacional (ISS). Con este último objetivo alcanzado, SpaceX alcanza unas veinte misiones de reabastecimiento a esa plataforma espacial que circunvala la Tierra, aunque en esta oportunidad llevó a dos astronautas a bordo. Nada más y nada menos.

Los motores de cohetes Merlin, desarrollados por SpaceX para impulsar a sus vehículos de lanzamiento Falcon 1, Falcon 9 y Falcon Heavy, usan un queroseno de grado cohete (RP-1) y oxígeno líquido como combustibles de cohetes. El motor Merlin fue diseñado originalmente para ser reutilizado.

SpaceX, conocida también como Space Exploration Technologies, fue fundada en 2002 por Elon Musk, para desarrollar productos tecnológicos, entre ellos, un cohete que pudiera reutilizarse –hasta 10 veces– y un sistema de lanzamiento que redujeran significativamente el costo de los vuelos espaciales, para, luego, continuar rumbo a Marte con una misión tripulada que está planificada para dentro de cuatro años.

La compañía de Musk, que tiene sus cuarteles generales en Hawthorne, California, cuenta con unos 7.000 empleados, es propiedad casi exclusiva de su fundador quien, gracias a la venta de su anterior emprendimiento, PayPal, logró reunir fondos para dar curso al audaz sueño de alcanzar el espacio y luego a Marte. Dentro de los entusiastas que también aportaron financieramente al proyecto, están Founders Fund, Draper, Fisher Jurvetson y Valor Equity Parners. En 2015, se sumaron al proyecto Google y Fidelity, con aportes de unos mil millones de dólares a cambio de una participación del 10.4% de la compañía que, aunque sigue bajo el control del gran Musk, va incorporando socios.

La cápsula espacial Dragon es capaz de transportar hasta 7 pasajeros hacia y desde la órbita terrestre, y más allá. Actualmente es la única nave que puede realizar ese tipo de vuelos. El pasado sábado 30 de mayo se convirtió en la primera nave espacial privada en llevar humanos a la estación espacial.

La cápsula espacial Dragon. Foto: SpaceX.

Hasta ahora el desarrollo ha sido un éxito, el Falcon 9 cuesta alrededor de 62 millones de dólares y cada misión al espacio unos 90 millones de la misma moneda.

La relación de SpaceX y la NASA se remonta a 2006 cuando la empresa ganó un contrato para transportar carga al espacio, y se afianzó en 2008 gracias a otro acuerdo por 1.600 millones de dólares para realizar 12 vuelos a la ISS. En 2012, SpaceX sumaba varias decenas de lanzamientos comerciales como la puesta en órbita de satélites Iridium y misiones para el Departamento de Defensa, lo cual habrían reportado cientos de millones de dólares de ganancia.

El pasado sábado, el SpaceX devolvió a los Estados Unidos la capacidad de volar al espacio transportando astronautas de la NASA por primera vez desde 2011.

Para 2014, la NASA y SpaceX firmaron un contrato por 2.600 millones para que la compañía transportara astronautas al espacio, lo cual se acaba de concretar con el primero de esos vuelos.

La eficiencia de la empresa contrasta notablemente con la gestión estatal dado que, como se ha dicho, su vector de lanzamiento cuesta U$D 190 millones menos que el de sus competidores gracias a una tecnología de recuperación que es clave para lograr reducir costos. Por ejemplo, la reutilización del Falcon 9 permite ahorrar en equipos de comunicaciones entre otros sistemas. Además, la compañía de Musk no tiene las limitaciones de los procedimientos estatales de agencias como la NASA, lo cual implica contrataciones ágiles que permite avances más rápidos, cristalinidad, cumplimientos de plazos y planes de negocios.

SpaceX no es la única empresa interesada en alcanzar logros en el espacio, también está Planetary Resources, dirigida por Chris Lewicki, un exingeniero de la NASA que cuenta con el apoyo de Larry Page, uno de los fundadores de Google, que aspiran, entre otras cosas, al desarrollo de la minería espacial. Otra empresa es Blue Origin, de Jeff Bezos (AMAZON) que, utilizando también cohetes reutilizables, busca brindar servicios al espacio para entes oficiales y privados y la explotación turística fuera de la atmósfera terrestre.

El segundo de los prototipos Virgin Galactic alcanza Mach 3. Foto: Virgin Galactic.

Quien tal vez se encuentre más avanzado en un proyecto básicamente turístico sea el dueño de la aerolínea Virgin, sir Richard Branson, con su empresa Virgin Galactic, que el lunes pasado, acompañada por el éxito del SpaceX, registró una suba del 10% en su acciones. Virgin Galactic que intenta volar con pasajeros que deseen ver la Tierra desde el espacio durante unas dos horas por alrededor de 250.000 dólares, será una nave espacial que despegará y aterrizará como una aeronave.

Fuente: SpaceX y otras.

©Aeromarket. Permitimos reproducir citando fuentes.
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