La Sputnik V y la navegación satelital

Salud, negocios y soberanía en juego • Por Ricardo Runza y Luis A. Franco (Lectura 5 m 10 s)

Según el periodista Nicolás Wiñazki existiría una relación entre las vacunas Sputnik V y la potencial instalación de una base militar rusa en la Argentina. Su información se relacionaría con un Protocolo en materia espacial que el Presidente Alberto Fernández firmó el 21 de diciembre y que el Boletín Oficial publicó el 4 de enero de este año. Si bien la negociación de ese Protocolo se realizó durante el gobierno de Cambiemos, lo curioso del caso es que se materializó un día antes de la partida del avión de Aerolíneas Argentinas a Moscú para traer las primeras dosis de la vacuna Sputnik V.

La información que Wiñazki expuso ante la opinión pública es muy preocupante porque podrían estar en juego sensibles cuestiones estratégicas y geopolíticas, entre ellas, la participación de la Argentina y los países de la región en el multimillonario negocio de la navegación satelital.

El Protocolo de 2019 fue firmado por el ingeniero Raúl Kulichevsky, director ejecutivo y técnico de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), cargo que aún conserva.

En el documento se establecieron compromisos en materia espacial en varios campos, pero hay uno que llama la atención, el establecimiento de estaciones terrestres rusas en nuestro territorio. No se sabe con precisión qué clase de estaciones instalaría Rusia, pero sí se conoce que al menos una de ellas estaría relacionada con el sistema GLONASS.

El Sistema GLONASS es uno de los actuales sistemas globales de navegación por satélite (GNSS, según su acrónimo en inglés). Los otros sistemas son el norteamericano GPS, el europeo GALILEO, el chino BEIDOU, el hindú NAVIC y el japonés QZSS. El GPS es administrado por la Fuerza Espacial de los EE.UU.; el GALILEO por la Agencia Europea del Sistema Global de Navegación por Satélite; el BEIDOU por el Comité del Sistema de Navegación por Satélite de China; el NAVIC por el Departamento del Espacio Indio y el QZSS por la Secretaría Nacional del Espacio del Japón.

El GLONASS está bajo el control del Ministerio de Defensa ruso por lo que no lo hace enteramente civil y comercial.

En el año 2006, durante la Presidencia de Néstor Kirchner, el entonces vicecanciller García Moritán hizo ingentes esfuerzos para asociar la Argentina al sistema europeo GALILEO (el único GNSS de uso completamente civil) y su sistema de aumentación EGNOS que corrige las señales de navegación por satélite para mejorar la precisión y dar la integridad a las señales del sistema GALILEO. Los otros sistemas de aumentación son el WAAS, de los Estados Unidos; el MSAS, de Japón y el GAGAN de la India. La opción que proponía Moritán era la más razonable, pero se desechó sin que el asunto se resolviera.

Hacerse socio de un sistema de aumentación hace menos vulnerable al país y permite relacionarse con todos los actores del sistema de manera más ventajosa. Además es la participación de menor costo y más decisiva en el negocio de la navegación de alta precisión que controlará casi todo en el planeta. Dicho de otra manera, era lo más conveniente para la Nación.

El aumento de un sistema global de navegación por satélite es un método de mejoramiento de los atributos del sistema tales como la exactitud, integridad, continuidad y disponibilidad, mediante el adicionamiento de información externa al proceso de cálculo. Existen tres tipos de sistemas de aumentación, el sistema basado en la aeronave (Aircraft Based Augmentation System – ABAS), el basado en tierra (Ground Based Augmentation System – GBAS), y el basado en satélites (Satellite Based Augmentation System – SBAS). Para aplicaciones en tiempo real, las correcciones de los parámetros de cada satélite de las constelaciones GNSS existentes son transmitidas a los usuarios a través de equipos de radio VHF (GBAS) o si se requiere una amplia cobertura a través de satélites geoestacionarios que emitan pseudocódigos con información de corrección (SBAS). Por esta razón Rusia quiere tener una estación terrena propia GBAS en Argentina. Obviamente, sin Argentina de por medio. Lamentablemente, en aquellos tiempos García Moritán no tuvo éxito. Había mucho desconocimiento enfrente.

La Argentina y los países del Cono Sur –esto implica realizar acuerdos regionales–  tienen una posición geográfica ideal para asociarse con el sistema de aumentación más conveniente. Además cuenta –si es que los investigadores no emigraron en estos años– con el valiosísimo aporte de la Universidad de La Plata para establecer el algoritmo que permita la mejor corrección (en el Hemisferio Sur y en esta porción en particular de éste) de los errores específicos que todo sistema GNSS tiene para dar alta precisión. De hecho el Departamento de Geofísica estaba muy avanzado el alcanzar ese valiosísimo objetivo.

En 2006 no existía la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA), que hubiera sido un instrumento indispensable para negociar la asociación más conveniente para nuestro país en materia de la navegación del futuro. Hoy la empresa existe, y aunque su concepción no ha sido la mejor, sería un instrumento valioso si se tiene la visión y solvencia necesaria para abordar la complejidad que tiene la navegación que se está instalando en el planeta.

En materia de navegación, el futuro está a la vuelta de la esquina. Hoy los aviones, barcos, ferrocarriles, autos, camiones, celulares y muchos otros aparatos, utilizan la tecnología de posicionamiento satelital, pero pronto lo harán en forma autónoma. El sistema sobre el que se está discutiendo ya suma inteligencia artificial por lo que en breve todo lo que se mueve será guiado desde el espacio y corregido desde estaciones terrenas, como la que pretende Rusia ahora y como tendría adicionalmente China en Neuquén si el Sistema BEIDU logra un alcance global en los próximos años e instalan otra estación adicional en las 200 Ha que tienen bajo su soberanía en nuestro territorio, que brindarán una precisión milimétrica a casi todo lo que utilizamos cotidianamente.

Es necesario que el Gobierno sea más cauteloso al negociar asuntos técnicos complejos porque implican mucho más que relegar soberanía, aunque ciertamente ese aspecto del asunto que dejamos de lado, podría ser mucho más inquietante que todo lo anterior.

 

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