Augusto “Pirincho” Cicaré • In Memoriam

Síntesis de varias conversaciones mantenidas con el gran inventor aeronáutico argentino en 2010. • Por Luis Alberto Franco.

Don Augusto “Pirincho” Cicaré.

Una mañana privilegiada

Si la aviación fuera el pensamiento, el helicóptero sería la ideología. Podrá resultar curiosa la frase, pero trata de describir algo así como una pasión dentro de otra pasión. Muchos amamos la aviación, pero los que tuvimos el placer infinito de volar alas rotativas sentimos que ese vuelo, casi insuperable, tiene una cierta mística. Y si de mística se trata, nada resulta más gratificante que acudir a quienes han sido bendecidos con el don de crear aquello que tanto “moviliza” a los helicopteristas.

Saladillo está a 180 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y es la querencia de don Augusto Cicaré, hombre extraordinario. El ambiente aeronáutico lo conoce muy pero muy bien. Aunque sus invenciones y talentos son varios, su nombre está ligado indisolublemente a los helicópteros. La experiencia de pasar un tiempo con este hombre tan sencillo como cautivante gratifica. Las horas pasan como si fueran minutos, por eso es posible afirmar que todo tiempo puede resultar insuficiente.

Don Augusto Cicaré nos recibe con generosidad, lo acompañan dos de sus hijos, Fernando y Alfonso (Juan Manuel, el tercero, no se encontraba). Nuestro propósito es tener un contacto directo para intentar escribir algunas líneas que aspiran ser más un homenaje que algo novedoso a su historia tantas veces contada.

 

Caminando por el taller

Augusto “Pirincho” Cicaré aún no sabía leer cuando, con sólo cuatro años, fijó en su tierna mente la idea de construir un helicóptero. Había llegado a sus manos un ejemplar de “Mecánica Popular” con la foto de un artefacto suspendido en el aire y un hombre sentado sobre él, la imagen le resultó intrigante. Fue en busca de su madre y le pidió que le leyera el texto, se trataba de Igor Sikorsky volando el VS-300, allá por 1940. Luego de escuchar la lectura de su madre “Pirincho” miró otra vez la fotografía y le dijo con toda firmeza: “Mamá, un día yo voy a hacer uno como estos”.

Su madre, doña María Anunciada Ercoli de Cicaré, lo miró con infinita ternura y le dijo: “Aquí dice que es una máquina muy complicada hijo, tendrás que estudiar mucho … –y agregó segundos después–, pero si un ser de carne y hueso igual a vos pudo hacerlo, vos, esforzándote, también podrás”.

Augusto lo cuenta emocionado y quien lo escucha por primera vez presiente que, más allá de que sea una historia relatada cientos de veces, el sentimiento impreso en ella da al lejano instante una vívida frescura. Esa madre, fuerte, compañera de cálculos raros, que –entre otras cosas– le contagió un formidable tesón, fue una columna de sostén a lo largo de tantos años de vivencias en Polvareda, Provincia de Buenos Aires … Augusto no tuvo una educación formal sólida, pero la vida le trajo a Augusto, a los 15 años, responsabilidades que sólo podían asumirse trabajando duro. La tornería de su tío le aportaría dos cosas vitales: el sustento y el enriquecimiento técnico y mental. Un tornero que soluciona problemas con diseños complejos suele ser un artesano ingenioso y preciso, condiciones indispensables que aportarían solidez a su perenne objetivo.

 

 

Precesión como símbolo

Sin prácticamente nada en qué basarse, Cicaré comenzó su tarea creativa. Con unos pesos producto de la venta de un motor por él perfeccionado, compró los materiales para su primer artefacto. Sólo tenía 17 años y un empuje impresionante. Sabía que el Estado tenía helicópteros S-51 en la BOAC (Base Oficial de Aviación Civil) de José C. Paz. Fue hacia allí con el propósito de ver cómo eran esas máquinas. Llegó a la base, luego de seis horas de viaje y transbordos, pero la guardia resultó infranqueable; no lo dejaron pasar a pesar de sus explicaciones y hasta ruegos. Pero la experiencia no lo amilanó sino que lo fortaleció.

Cicaré trabajaba toda la jornada para llevar el pan a la mesa familiar y, después de hora, inventaba. Creó motores que luego serían patentados, algunos diseños eran pasos necesarios en pos del gran proyecto aeronáutico.

Como no sabía demasiado sobre helicópteros, su idea era trabajar en base a un concepto que le rondaba la cabeza: los rotores contrarrotativos.

“Cuando me vine de José C. Paz, aquella tarde frustrada, me dije: ‘De alguna manera voy a hacerlo’. Yo tenía pensado hacerlo volar manejando el centro de gravedad, aunque no era lo adecuado por la vulnerabilidad a los vientos fuertes y la pérdida de control, avancé con esa idea”.

Don Augusto muestra la foto del primer aparato. Allí esta su madre. Ante la pregunta del cronista sobre la mujer de la imagen nos confirma:

”Sí, es mi madre, ella me ayudaba con los cálculos, tenía tercer grado nomás, agarró los libros y me ayudaba con todas la cuentas, la fuerza centrífuga, etcétera; yo no sé de dónde sacaba el conocimiento, era una cosa increíble”.

Se hace un silencio, breve … o de un siglo, vaya uno a saber porque la nostalgia es atemporal. Cicaré prosigue: “Intenté el primer modelo, pero no anduvo. El motor de 30 hp no resultaba lo suficientemente poderoso, levantaba un poco y con el ‘embalalaje’ que tenían las palas le daba un poquito de paso y ahí nomás se quedaba; no me daba tiempo a ver cómo respondían los controles ni nada. Ahí mismo me puse a trabajar en la construcción de un motor de cuatro cilindros, un diseño igual al otro pero con unos 60 caballos de potencia y 1.800 centímetros cúbicos de cilindrada. Todo fue hecho por mí en el torno y fundiendo aluminio. Los magnetos me los habían prestado. Con ese motor levantó y el solo hecho de tener los patines en el aire era el éxito soñado, ¡vencí la gravedad!”, dijo entusiasmado como si estuviera viviendo el momento.

Augusto Cicaré con Juan Manuel Fangio, a quien le ayudó con un motor.

 

Pirincho Cicaré aprendió a volar solo, no tuvo instructor. Transitó, tal vez sin saberlo, el mismo camino que Sikorsky, “soltándole la piola”, es decir, con la máquina atada para que no se retobara. Lo que debía confirmar es si lo que tenía en su mente funcionaba como lo esperaba. Aquella sencilla idea de sujetar la máquina, le daría pie, con el tiempo, para crear su extraordinario simulador.

“De esa forma comencé a practicar y así corrió la voz con la noticia por todos lados. Un día llegó a Saladillo un periodista de la Presidencia de la Nación que se enteró que había un “loquito” que hacía estas cosas … Fiel a la curiosidad propia de su oficio el hombre vino a verme y parece que le entusiasmó lo que yo hacía. Fue con la novedad al Jefe de la Casa Militar para pedirle que me dejaran entrar a la base para ver un helicóptero y así nomás me extendieron una nota para que pudiera concretar la visita.

Si bien la cita estaba concertada Pirincho no tuvo que viajar otras seis horas; cuando el jefe de la base, el comodoro Durana, se enteró de la historia del muchacho no le dio tiempo a viajar.

“El comodoro tomó un helicóptero de la base y se vino a verme a Polvareda. Nos conocimos y le expliqué que nunca había visto un helicóptero de cerca y ahora que usted viene hasta aquí quisiera ver cómo es el sistema de control. Me explicó ahí lo del ‘plato oscilante’ y todo eso. Le conté que mi máquina estaba hecha con los materiales que había conseguido y que gran parte era chatarra reutilizada. Le dije que ahora quería hacer otro más profesional y él me apoyó para construir el segundo modelo que ya no era contrarrotativo, sino con rotor único”, cuenta Cicaré.

En todo ese contexto hay una interesante experiencia que pinta el talento del inventor de cuerpo entero, don Augusto lo relata así: “El nuevo modelo tenía muchos cambios, aplico el plato oscilante y un sistema que era hidráulico, menos mal que lo hice así y que no fue mecánico, porque me pasó algo curioso. Yo había hecho aquella primera experiencia con doble rotor contrarrotativo para eliminar el rotor de cola; cuando yo movía los controles el helicóptero respondía perfectamente. Yo no tenía ningún estudio ni idea del ‘efecto giroscópico’. Cuando hago el rotor único, yo pongo todo a punto conforme a mi manera de pensar. El principio para la prueba era similar al del primer helicóptero, la máquina estaba sujeta, solo que en este caso lo que limitaba sus movimientos era un perno. Comienzo la experiencia y logro dominar el aparato en giros, pero cuando intento inclinarlo hacia adelante se me inclina para el costado, y si lo inclino al costado, se va para atrás y así; un descontrol total. Paro todo y le digo a mi hermano: “Vamos a sacarle la rueda a la bicicleta para hacer una prueba”. Pusimos una rueda y, al hacerla girar, veo que hace un efecto rarísimo; pongo dos ruedas juntas y vuelvo a hacerlas girar una para un lado y otra para el otro, y podía dominarlas como quería. Entonces me doy cuenta que con el contrarrotativo no sólo eliminaba el torque, sino también el efecto giroscópico. Dado que el nuevo helicóptero era hidráulico –y por eso digo que menos mal porque si era mecánico no sé si no hubiera desarmado todo y vuelto a armarlo– lo que hice fue correr las mangueras 90º para así lograr el control que quería”. Quien esto escribe se maravilla, ya que aquello que aprendió Cicaré a duras penas se llama precesión, sólo que don Augusto la descubrió con la comprensión de un físico que halla un nuevo principio. Así fue, nuestro admirado genio veía más allá que un mortal normal.

Así comenzó el camino de un inventor. Un inventor que confiesa que no puede estar mucho afuera de su tierra amada pero que, aunque duela profundo decirlo, si hubiera nacido en otras latitudes estaría produciendo decenas de helicópteros para el mercado mundial.

Augusto Cicaré en uno de sus primeros “artefactos” voladores construidos en Polvareda, Buenos Aires.

 

El primer vuelo y otros logros

¿Qué hubiera sido de Augusto “Pirincho” Cicaré si hubiera cursado toda la escuela primaria? Se nos ocurre que tal vez nada de lo que ocurrió con él hubiera sucedido. En esas lides, el muchacho era un fracaso. A duras penas pudo aprobar el último año de la primaria. Don Augusto recuerda que una maestra se “aseguró” de que él no siguiera adelante con sus educación formal y a regañadientes le extendió el correspondiente certificado. Como se ha dicho,  Cicaré realizó su verdadero aprendizaje en la tornería de su tío, Victorio Cicaré.

“A los 8 años había fabricado un pequeño motor eléctrico con piezas en desuso y, tiempo después, una pequeña cocina a queroseno basada en tarros de hojalata de ‘Polvo Royal’, dice Cicaré al recordar sus comienzos. Tal era su don: observar, perfeccionar y concretar.

El joven inventor hacías sus herramientas, sus propios vehículos y motores, pero lo que no se le escaparía de la mente era aquel sueño que había nacido de pequeño cuando vio la foto del VS-300 en estacionario.

“Con enorme esfuerzo, basado en jornadas de dieciséis horas, siete días a la semana avancé con el proyecto de construir el primer helicóptero que volara como el que me había mostrado Durana. Mi preocupación era cuál debía ser la cuerda (ancho del rotor). Los rotores de la primera aeronave de rotores fueron contrarrotativos.  y los había diseñados gracias a una foto de la revista Mecánica Popular, en la que Stanley Hiller estaba parado al lado del rotor de uno de sus helicópteros. Lo que hice fue sacar una proporción entre la medida de la cabeza del señor Hiller, según la foto, y el rotor que tenía a su lado. Con ese dato, más la seguridad de que el rotor debía comportarse como un perfil de ala y ser biconvexo, le di las indicaciones al artesano austríaco Federico Mathis para fabricar los rotores en madera”, agrega Cicaré al volver sobre aquel primer intento.

“La segunda versión del Cicaré I estuvo lista alrededor de 1959. El modelo tenía una cabina más amplia y alargada, el rotor era metálico, y el resto de acero y aluminio. El nuevo motor, de cuatro cilindros opuestos refrigerados a aire, duplicaba la potencia del anterior, pues alcanzaba los 60 hp”.

Los patines del tren de aterrizaje tenían convenientes ruedas “locas” o giratorias, así podría mover al helicóptero sin separarlo del suelo hasta que tuviera más experiencia como piloto. Voló muchas horas, comprobó las limitaciones de su diseño, el cual adolecía de control a baja velocidad e ineficiencia en operación con viento; sin embargo, se había pasado una barrera increíble: un hombre solo, con la ayuda de admiradores vecinos, casi perdido en la provincia, había volado un helicóptero de propia factura. Un hito que, en Latinoamérica que sólo podía exhibir la Argentina.

Luego vino otro modelo, el Cicaré II, un producto de observaciones de aeronaves y financiado con el apoyo de independientes, la Fuerza Aérea Argentina y otras fuerzas vivas locales y nacionales. En este tramo de la sorprendente carrera de don Augusto Cicaré, tuvo que ver mucho el fotógrafo Santiago González Valdés, un hombre que por sus calidades profesionales había alcanzado el pináculo del éxito el cuál, a su vez, le había permitido conocer a importantes figuras de todos los ambientes de la Nación. Así fue que, por su entusiasmo y mediación, Cicaré comenzó a trascender el pago chico para comenzar a brillar por los grandes escenarios del país.

 

 

Con el tiempo vendrían el Cicaré 3 Colibrí, el CH-6/7/9 , CH-6T, CH-10C, CH-11C, CH-12 (CH-2002), CH-14, SVH-1,/2 y 3, con sus diferentes innovaciones y objetivos.

Todos los modelos fueron en sí mismos interesantes, pero el CH-6 tuvo una incorporación que realmente catapultó la fama del hombre de Saladillo a nivel internacional. Los helicópteros suelen tener un plato oscilante en la cabeza del rotor. Cicaré modificó ese diseño convencional e inventó un sistema distinto sin plato oscilante. Este sistema que tiene forma de araña disminuye las piezas móviles y, por consiguiente, reduce los efectos de la masa del plato oscilante que gira a las RPM del rotor. Quien ha visto en detalle un helicóptero captará la dimensión de la genialidad.

Este sistema, además, simplifica y reduce costos, al permitir que las barras de comando pasen por el mástil tubular del rotor principal, brindando al helicóptero una gran versatilidad, precisión y reacción excepcionales respecto de las tradicionales aeronaves de alas rotativas. Aquella máquina se equipó con un motor Rotax 582, de 64 hp., de dos tiempos, encendido simple y refrigerado por un radiador de Fiat 600 que, por supuesto, fue adaptado por Cicaré para que la temperatura se mantuviera en los parámetros adecuados aún a régimen pleno. Las palas del rotor fueron de material compuestas y fueron fabricadas en Saladillo.

El CH-6 fue una aeronave superadora, un broche de oro en una historia cuyo final está abierto a nuevas propuestas y creaciones.

Don Augusto “Pirincho” Cicaré junto a algunas de sus creaciones. Foto: Aeromarket.

 

Cicaré fue tentado por varios  grupos extranjeros para fabricar sus creaciones lejos de su tierra. Con buena fe, intentó dar el salto afectivo que significaría estar lejos de Saladillo, pero la falta de reciprocidad y la carencia de “palabra”, código insustituible y esencial para este criollo de buena madera frustraron posibilidades que deberían haber coronado con éxito comercial global los esfuerzos de tantos años.

El interés de muchos países por los helicópteros de Cicaré siempre está vigente. Recientemente han visitado la fábrica australianos interesados en reemplazar sus aeronaves Robinson por versiones CH-7B. Además, ya han ordenado kits desde España, Nueva Zelanda y Brasil.

La última creación de Cicaré fue el “Aguilucho” o CH-14 que fue construido conforme a requerimientos del Ejército Argentino bajo las siguientes premisas:

 

  1. Gran operatividad en todo ambiente geográfico.
  2. Aerotransportable en una aeronave tipo Hércules C130, Fiat G222 o Spartan CJ27.
  3. Helitransportable como carga externa para un UH-1H, Bell Huey II, P Super Puma, disponible en la fuerza.
  4. Multifunción. Apto para exploración, reconocimiento, fumigador, sanitario, lucha contra el fuego, ataque, entre otros.
  5. Rusticidad. Característica del material que cumple normas militares y preparado para uso en campaña.
  6. Fácil mantenimiento en repuestos y accesorios como en capacitación de personal.
  7. Bajo perfil radar.
  8. Gran maniobrabilidad y velocidad.
  9. Fácil operación que permita una rápida adaptación de pilotos.
  10. Bajo costo de fabricación.
  11. Bajo costo de operación.
  12. Bajo costo de mantenimiento.

En base a estas premisas, se optó por un diseño en tandem, lo que a su vez lo convertiría en el único entrenador y helicóptero de reconocimiento con ese dibujo a nivel mundial. Incluso, lo convierte en un interesante entrenador para pilotos de aeronaves de ataque tipo Cobra, Apache, etc. Lo más innovador fue el diseño monocasco en materiales compuestos. Para el futuro se incorporaría un rotor de cuatro palas.

Hay mucho más por decir acerca de la rica vida de este hombre que tanto ha hecho por la aviación argentina y por llevar sus sueños, humilde pero tesoneramente, a la realidad. Augusto Cicaré es un cristiano devoto, un hombre de bien, buen padre y esposo, excelente ciudadano de una ciudad que lo quiere entrañablemente. Para nosotros, además, es un inspirador para seguir bregando por una aviación civil pujante para nuestra patria.

 

Los que ayudan

Estos son los hombres que están al lado de nuestro admirado inventor, ellos merecen por derecho propio ser nombrados en estas líneas.

Fernando Cicaré, gerente general de la firma. En administración: Isabel Ponce de Cicaré y Juan Manuel Cicaré. En ingeniería: Ing. Aeronáutico David Salaverría, Alfonso Cicaré y Alexander Khun. Diseño: Diseñador Industrial Indalecio Sabbioni. Producción: Ing. Industrial Alejandro Bell y Luciano Álvarez, Jorge Ceceri, Oscar Ceceri, Miguel Sosa, Luciano Branca, Gustavo Susperreguy, Maximiliano Donamaría. Construcción de palas en materiales compuestos: Julio Puppi. Instalación eléctrica: Armando Greco. Piloto de pruebas: Gustavo L. Brea.

 

 

Nota aparecida en Aeromarket, versión impresa, Nº 157 Julio-Agosto 2010 y Nº 158, Septiembre-Octubre 2010.
Te interesará
1 comentario
  1. Rafael dice

    el primer helicoptero lo fabrico con caños para inst.electrica…y lo expuso en la Primera Expocicion Aeronautica y Espacial que se hizo en la Rural de Palermo EN 1970 o 71…..junto a la capsula Geminis y muchisimo mas civil,comercial y militar…….

Comentarios

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

AeroMarket - Noticias Aeronáuticas e Interés General. Copyright © 2018 Todos los Derechos Reservados.
Quiénes Somos       Contacto

Diseño y Desarrollo Web - Emiliano Gioia