En agosto de 2021, ARMKT publicó un artículo titulado “Preocupación por vulnerabilidad del GPS” y en marzo de este año se volvió sobre el tema; entre medio hubo otras notas sobre la preocupación que se genera en torno al sistema de navegación GPS e incluso por la red global más vasta denominada GNSS (Sistema Global de Navegación por Satélite), que comprende a sistemas distintos al estadounidense GPS, que tienen diversas etapas de desarrollo y grados de disponibilidad.
Las preocupaciones por la navegación satelital no cesaron. Según el análisis presentado por el Equipo Global de Investigación y Análisis (GReAT) de la consultora en ciberseguridad Kaspersky, en 2024 cerca de 4.000 receptores de sistemas globales de navegación por satélite fueron vulnerables a ataques, lo cual prueba que el problema de seguridad continúa al tope de las preocupaciones de gobiernos, corporaciones y usuarios con responsabilidades basadas en el sistema.
El “Síndrome Kessler”
Ahora aparece información sobre el “Síndrome Kessler” (lleva el apellido de Donald Kessler, que fue el científico que formuló la teoría en 1978), que si bien advierte sobre la inaccesibilidad al espacio por una potencial barrera de desechos espaciales y superpoblación de equipos en órbita, sería, también, una amenaza para el GNSS.
El sistema GPS se basa en una red de satélites en órbita media terrestre (MEO) a unos 20.200 km de la superficie terrestre, es decir, por sobre la órbita baja (LEO); por lo tanto, parecería que para llegar a MEO, por la necesidad de continuar instalando y reemplazando satélites, hay que atravesar la cada día más compleja zona de residuos espaciales.
Los riesgos que se presentan según la teoría de Kessler son:
- Colisiones indirectas y efecto dominó
Fragmentos generados por colisiones en órbitas más bajas que pueden alcanzar órbitas más altas o interferir con nuevas misiones. Se debe tener en cuenta que cada fragmento, incluso de pocos centímetros, viaja a velocidades de más de 28.000 km/h y puede destruir un satélite.
- Imposibilidad de reemplazo
Si las órbitas se saturan de escombros, lanzar nuevos satélites —incluidos los de reemplazo GPS— podría volverse inviable o muy arriesgado.
- Interrupciones masivas de servicios críticos
Sin cobertura satelital adecuada, fallarían sistemas de transporte, telecomunicaciones, finanzas, defensa y más.
- Combinación con otras amenazas
A la basura espacial se suman las otras vulnerabilidades (interferencias electromagnéticas, ciberataques y armas antisatélites (ASAT), tormentas solares.
Acciones en estudio
La comunidad internacional ha comenzado a actuar para establecer soluciones a la chatarra espacial. Entre las estrategias que se estudian están la de desarrollar un programa de limpieza espacial activa (como RemoveDEBRIS o ClearSpace); nuevas políticas de desorbitado controlado al final de la vida útil de los satélites; mayor seguimiento desde tierra de objetos en órbita, todo lo cual exige gran coordinación entre agencias espaciales y operadores privados.
Lockheed no está muy preocupada
Como siempre, la prioridad por la seguridad de los sistemas de geoposicionamiento y control del espacio es militar; después de todo, el GPS nació, se desarrolla y se sostiene como un sistema de defensa. Dada la preocupación por la vulnerabilidad, la compañía Lockheed Martin asegura que, en materia de interferencias, no hay razones para una alarma importante. La afirmación responde a que el fabricante tiene prácticamente lista una nueva generación de satélites GPS denominados IIIF. Hay que tener en consideración que Lockheed Martin fabrica satélites, pero no los sistemas terrestres ni los equipos que los usuarios utilizan cada día para las tareas más diversas, entre ellas, la navegación aérea, marítima y terrestre. Por eso el Pentágono no se duerme en los laureles de las promesas y busca mitigar las interferencias reduciendo la dependencia del GPS con tecnologías alternativas de posicionamiento (PNT) que está desarrollando la industria comercial.
El sistema civil tampoco debería poner sus esperanzas en lo que dice Lockheed Martin, ya que el proveedor de la defensa estadounidense solo está pensando en términos de operaciones militares y no en usos civiles.
“El código M es muy difícil, si no imposible, de falsificar”, declaró Jesse Morehouse, director de Desarrollo Comercial y Estrategia de Navegación y Posicionamiento de Lockheed Martin, a fines del año pasado en una conferencia de prensa que ofreció la compañía. “Se podría intentar desviar un avión comercial de su trayectoria, pero no se podría desviar un misil de su trayectoria”, explicó. Sus palabras no son para quedarse tranquilo.
Para el mercado civil, lo que vendría es la señal L5, que es un diseño más preciso y robusto para aplicaciones críticas que requieren esos atributos (aviación comercial, categorías I, II, III de aterrizaje, navegación de alta integridad y aplicaciones científicas y geodesia). Esta tecnología requiere satélites adicionales en órbita y sistemas de control actualizados antes de que pueda estar plenamente operativa.
Mientras estas estrategias y mitigaciones se implementan para fortalecer el sistema, hay nuevos proyectos en pleno desarrollo, por ejemplo, la navegación cuántica. Sobre el particular, ARMKT informó del futuro de esa tecnología (ver aquí), que estaría llamada a dar vuelta la página de lo conocido hasta ahora.