El piloto suizo Bertrand Piccard es recordado porque el 21 de marzo de 1999 voló sin escalas alrededor del mundo en un globo aerostático, conquistando la marca de permanencia en vuelo al alcanzar los 19 días, 21 horas y 47 minutos, tiempo en que recorrió 46.759 km a bordo del Breitling Orbiter 3, un sofisticado globo de aire caliente.
Ahora, este psiquiatra de profesión, miembro de una distinguida familia de inventores y exploradores, ha decidido realizar una proeza similar pero a bordo del Solar Impulse, una aeronave que con 12.000 células fotovoltaicas instaladas en las alas, es impulsada por energía solar durante el día y con el remanente de electricidad almacenada durante la noche.
La liviana pero enorme aeronave, con una envergadura de 61 metros y unos 1500 kg de peso, tiene una cabina para una persona incómodamente sentada, por lo que deberá ser ampliada sin modificar sustancialmente sus condiciones de vuelo. Si logran sortear las limitaciones del actual diseño, Piccard y su compañero André Borschberg, tardarían más de un año en completar el recorrido alrededor del planeta.
«Queremos demostrar a la sociedad el potencial de las energías renovables», dijo Piccard al presentar el desafío a la prensa mundial. La oportunidad de realizar la hazaña parece ser muy adecuada de cara a los problemas que los combustibles fósiles presentan.
El Solar Impulse, al mando de Bertrand Piccard, ya voló durante unas 26 horas a 8.000 metros de altura, por lo que la meta que el suizo se ha impuesto no debería tomarse a la ligera, es muy posible que su determinación y la cohesión de su equipo alcancen lo que se han propuesto.
Numerosas empresas, con Omega, Solvay, Deutsche Bank y Schindler a la cabeza, se han interesado en un plan pionero, que promueve la tecnología y el respeto por el medio ambiente.
Una anécdota pinta claramente las dificultades que tendrán que superar con un avión de las características del que usarán para dar la vuelta al mundo: “Cuando vuelas el Solar Impulse sientes que el viento te desestabiliza constantemente. Recuerdo cuando estaba llegando a Madrid. Era tan fuerte que empujaba el avión sin que pudiera avanzar. Entonces, decidimos que lo mejor era dar la vuelta en Toledo e ir de espaldas», cuenta Piccard entre risas.
El Solar Impulse no hace nada de ruido al volar porque su motor es eléctrico «… cuando estás en pleno vuelo, escuchas otros aviones comerciales y, por más que miras, no los ves. Hasta que, pasado un buen rato, aparecen. El silencio hace que estés muy atento a lo que te rodea», confiesan los pilotos.
La prueba se llevaría a cabo en 2014 por lo que el equipo del Solar Impulse tendrá que trabajar duro el próximo año y medio para lograr lo que se propone.