Volver al pasado

Hacia la medianoche del domingo, se sabía del Decreto 1840/2011 que devolvía a la Fuerza Aérea Argentina la administración del control de tránsito aéreo del país. A la mañana siguiente, el Boletín Oficial lo incluía en su edición con todas las letras. Sin embargo, en las primeras horas de la jornada, un fuerte rumor señalaba que el decreto sufriría rectificaciones, pero cerca del nuevo atardecer, lo único firme es que el Poder Ejecutivo ha decidido desandar una parte importantísima del camino emprendido por Néstor Kirchner al desafectar del mando militar a la aviación civil.

Durante el día de hoy, un comodoro de apellido Palermo, comenzó a ejecutar las órdenes presidenciales procediendo a relevar a civiles por militares en el Centro de Control de Área.

En la nota editorial de Aeromarket 167, de septiembre de este año, titulada “¿No habrá que revisar la organización?” señalamos: “Esta construcción administrativa (la Administración Nacional de Aviación Civil) resulta, desde el análisis, interesante y compleja. Interesante porque es original, es decir, alejada de lo que se ha hecho en materia aeronáutica en los países avanzados; compleja, porque algunos expertos, como el ingeniero Ricardo Runza, propugnaban ya en tiempos del Comando de Regiones Aéreas, la creación de un organismo técnico, separado de la función política, cuya misión fuera establecer las recomendaciones pertinentes que facilitaran la toma de decisiones en materia política para la aviación civil”. La editorial fue pertinente y hoy cobra vigencia, su objetivo era rever las estructuras administrativas para que se pudieran tomar decisiones rápidas y adecuadas a serios problemas urgentes de la aviación civil.

Pero más impactante resulta remontarse unos tres años y medio, a febrero de 2008 y a la edición 137 de Aeromarket, en la que solicitamos al ingeniero Runza analizar la marcha de la transferencia de la aviación civil de la Fuerza Aérea a la creada ANAC. En esa nota el ingeniero Runza señala los errores cometidos con los decretos que la orientaban:

“… no se entendió nunca que lo que se necesitaba crear era un órgano técnico regulador y un ente prestador del servicio de navegación aérea del país entre otras muchas cosas que manejaba el Comando de Regiones Aéreas (…) Muchos de los que participaron en este proceso no comprendieron la diferencia entre lo político y lo técnico. Sus valores culturales y sus obsoletas ideas tuvieron una gran influencia, y los resultados ahora están a la vista.

“La mirada a la ‘caja’ que representa el Comando de Regiones Aéreas y el deseo de tenerla, obnubiló a quienes participaron en este proceso. Los confundió y por eso, en cierta medida, toda esta reingeniería organizacional careció de transparencia. Los miembros de la comunidad aeronáutica argentina no tuvieron prácticamente ningún grado de participación. Los expertos locales  no fueron consultados, muchas de las recomendaciones de la Organización Internacional de la Aviación Civil (OACI) y la consultoría internacional –que tan bien fue pagada– fueron dejadas de lado, y tal vez la avaricia por administrar estos fondos les impidió escuchar las pocas voces que les advertían que estaban haciendo las cosas mal … Por eso volvieron a repetirse los mismos errores conceptuales que dieron origen a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), es decir a la fuerza policial para los aeropuertos y aeródromos que tiene el país, y que no registra paralelo en el mundo (…) Ahora con la ANAC volvió a hacerse lo mismo; es decir, se recreó el mismo modelo orgánico funcional que dio origen al Comando de Regiones Aéreas (…) nuevamente volvió a crearse un único organismo regulador y prestador de servicios, es decir una burocracia similar a la anterior, esta vez sin uniforme, pero igual de juez y parte  … Como no se fue al nudo gordiano de las cosas, los problemas estructurales continuarán y muchos de ellos se agravarán …”

Aquella nota premonitoria cobra hoy una extraordinaria y trágica vigencia.

Desde Aeromarket saludamos desde el principio las decisiones en favor de la aviación civil, pero no los modos que se veían en la ejecución de la iniciativa política. Había suficientes estudios sobre cómo hacer la transferencia. Sendos congresos de aviación civil se habían llevado a cabo en la década anterior. Muchos proyectos habían llegado a manos de parlamentarios, pero todo sin resultados. En fin, lo que vivimos hoy es, sin duda alguna, una de las mayores frustraciones de la historia aeronáutica nacional.

Gran parte de esa “caja” está retornando a la Fuerza Aérea. Es la misma caja sospechada que provocó la denominada “crisis de los radares” en 2007. Más allá del respeto que tenemos por la institución armada, es como si la administración de Cristina Kirchner nos dijera: “Con los militares estábamos mejor”. Un contra sentido en toda la lógica política e ideológica de Gobierno. No se ha optado por superar los errores proyectando hacia adelante en el sentido que tantos proponían, sino volver al pasado. ¿Qué fiscalización podrá ejercer la ANAC de lo que realice la Fuerza Aérea? ¿Cuál será la subordinación? Con dos ministerios interviniendo ¿cómo se coordinará la tarea? Son sólo algunas pocas preguntas que hoy no tienen respuestas y que quizá nos lleven a otro tipo de frustración.

Un reciente comunicado de la Asociación de Personal Técnico Aeronáutico da cuenta de que su actitud por “la seguridad aérea” en el último fin de semana, se vinculaba a un problema técnico de suministro eléctrico. Sería verdad, la electricidad se “habría” interrumpido. El Ministerio de Trabajo envió a sus técnicos a verificar la falla y sus conclusiones no apuntan a un hecho fortuito. Esto molestó a Cristina Kirchner y permitió el avance de una recomendación de Defensa en el sentido de que el espacio aéreo debía ser controlado por los militares. APTA no representa a una masa de controladores de tránsito aéreo importante, sólo un puñado de hombres de esa especialidad están en sus nóminas. El verdadero gremio de los controladores de tránsito ha sido históricamente la Asociación Técnicos y Empleados de Protección y Seguridad a la Aeronavegación, ese sindicato, que nada tuvo que ver con los hechos del viernes, no fue consultado más allá de que todos sus controladores afiliados serán quienes sufrirán en carne propia las consecuencias del brusco cambio de status.

Pero lo más dramático de la situación, es que no se entiende que los servicios de aeronavegación son un negocio, una actividad lucrativa que debería generar riqueza a la par de ser un servicio moderno eficiente, con empleados bien pagos y constante innovación tecnológica. Lo tienen en claro los europeos, los norteamericanos (Estados Unidos y Canadá), los neozelandeses y australianos y los propios brasileños que al menos tuvieron el tino de crear Infraero, una compañía estatal que brinda esos servicios. Además, dicha empresa, constituye un mentís a los argumentos que el Secretario de Transporte de la Nación, Juan P. Schiavi, ha estado ventilando hoy por los medios al decir que se estaba siguiendo el modelo brasileño.

Es tan agobiante observar la falta de criterio. En vez de pensar en un futuro cielo único latinoamericano enfocado comercialmente junto a Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y otros, estamos virando 180 grados cuando todo indicaba que se había pasado el “punto de no retorno”.

Hoy es un día triste para la aviación civil. Hemos retrocedido.

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