En la primavera boreal el primer avión propulsado por la energía del sol estará listo para su desafío más ambicioso: Dar la vuelta al mundo.
En una travesía cuyo punto de partida será Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos, comenzará el vuelo que también tendrá a esa capital como destino final luego de circunvalar el planeta.
Para lograr esa meta, dos pilotos se turnarán a los mandos de la aeronave con forma de libélula, para volar a 8.500 metros de altitud y enfrentar severas condiciones de frío y falta de oxígeno durante más de 500 horas de vuelo.
La aeronave volará tanto de día como de noche, durante las horas de sol cargará baterías que alimentarán a los cuatro motores eléctricos durante la noche. El tamaño del raro aparato es de 72 metros de envergadura y su peso de 2.300 kg. Sobre la superficie de sus alas tiene 17.000 células foto voltaicas que reciben la luz solar y la trasforman en energía para los propulsores. El sofisticado aeroplano puede alcanzar una velocidad máxima de 90 km/h, a nivel del mar, y 140 kilómetros la hora en su máxima performance.
La cabina es de 3,8 metros cúbicos y cuenta con un asiento ergonómico para un solo piloto. El tripulante deberá alimentarse de una comida especial y dormirá sólo por espacios de no más de veinte minutos, para lo cual llevan meses entrenándose. «El gran reto del Solar Impulse 2 son los saltos transoceánicos que debemos afrontar. No llevaremos copiloto para turnarnos en el descanso y la clave estará en la meditación y las técnicas de autohipnosis para ralentizar nuestras pulsaciones y dormir unos pocos minutos», explicaba Borchsberg poco antes de realizar en 2013 –con éxito- un ensayo de 72 horas en el simulador del Solar Impulse 2. Con estas técnicas, ambos pilotos conseguirán desconectarse durante lapsos breves sin dormir profundamente. Desde tierra se monitorearán las constantes vitales del piloto para detectar cualquier anomalía.
El psiquiatra suizo Bertrand Piccard, hijo y nieto de una saga de aventureros, finalizó con éxito su vuelta al mundo en globo en 1998, para luego embarcarse en el siguiente reto de hacer volar un avión exclusivamente con energías renovables, nadie le creyó. Todos los ingenieros aeronáuticos le dijeron que era imposible, excepto André Borschberg, un graduado en el MIT que también estaba convencido de que las nuevas tecnologías pueden cambiar realmente el mundo. Así, en 2003, los dos pioneros presentaban su proyecto Solar Impulse en la Escuela Politécnica de Lausana y en 2010 conseguían que el avión volase durante 24 horas ininterrumpidas. Después vendrían el vuelo desde Suiza a Marruecos en 2012 y el salto desde San Francisco a Nueva York, atravesando EE.UU. de oeste a este en 2013. (Ver edición Nº 182 de Aeromarket, de junio 2013 en www.aeromarket.com.ar).
Fuentes varias.
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