Dos jovencitas y el sueño de volar

Mujeres que vuelan

Lucía Vastik tiene 19 años y hasta donde recuerda siempre le apasionó el vuelo. Aylén Pacífico, con 22,  no proviene de un ambiente aeronáutico; estudiaba para contadora, pero dejó todo para ser piloto. Son dos historias de mujeres que se integran a una actividad por la que sienten vocación. Lo hacen bien, se esfuerzan y colaboran en la Escuela de Vuelo Lupetti, en Morón.

“Terminé el secundario, me encanta el inglés y siempre me gustó la aviación. Soy de la ciudad de Córdoba, aunque ahora trabajo y vivo en Buenos Aires. Ni bien terminé el secundario quise empezar esta carrera”, dice Lucía, cuyo padre, tal vez sin quererlo, sembró en ella el deseo de volar a partir de salidas esporádicas en planeador.

Lucía Vastil

“Yo lo jorobaba para que me llevara a volar, siempre sentí al aeroclub como mi segundo hogar. El olor a combustible, la luz tenue del hangar, los aviones y la gente del ambiente me hacían bien. Muchas veces íbamos a los campeonatos de vuelo a vela y ahí la pasión se intensificaba al ver tantos planeadores y aviones juntos”, agrega Lucía, quien un día comenzó el curso de planeador.

Aylén cuenta otro comienzo aeronáutico: “Nadie de mi familia es de este ambiente, mi mamá es traductora y mi papá era abogado. Yo me incliné inicialmente por la economía, estudié cuatro años y trabajé en auditoría externa para una empresa, pero un día decidí dejarlo todo por la aviación que me iba atrapando y comencé el curso de piloto privado”.

Para Lucía, hacer el curso de piloto de planeador era un sueño, aún estaba en la secundaria e intercalaba su preparación como piloto con los estudios tradicionales. “Fue hermoso, iba al colegio y leía los manuales del IS28 en plena clase de matemáticas, la profesora me vivía llamando la atención, pero mi fascinación con el vuelo y poder ser yo la que al fin iba a pilotar un planeador eran sensaciones únicas e irrefrenables. Era raro, tenía 15 años. En el curso era la única mujer, pero gracias a mi papá que fue uno de mis instructores fui avanzando”, dice Lucía como si al repasar los momentos volviera a disfrutarlos.

“Mamá tenía un poco de miedo, pero de a poco me apoyó plenamente. Mis compañeros de curso, se convirtieron en hermanos mayores, fue una etapa increíble”, agrega la joven mujer que colabora en la escuela de vuelo mientras suma horas y experiencia.

“En mi caso –dice Aylén– siempre me gustó el mundo de la aviación. No podría decir que fue un sueño desde chica, pero fui desarrollando el deseo de volar más de grande, descubrí la vocación en medio de otra actividad y opté por seguir esa vocación. La vida te va llevando y el destino te hace descubrir lo que querés hacer de verdad. Fijate cómo decidí comenzar el curso de piloto privado: llamé a la escuela Lupetti, me ofrecieron hacer un vuelo de bautismo para ver cómo me sentía, al bajar del avión era tan feliz que no paraba de pensar en aviones y en volar. Eso se convirtió en el pensamiento diario. Tan fuerte fue que renuncié a mi trabajo y dejé la facultad para empezar el curso, fue muy fuerte”.

No parece que el mundo de la aviación sea un ámbito fácil para una mujer que quiere ser piloto, no sólo pasa en esta actividad, pero aquí siempre ha sido más extraño encontrarse con chicas que están haciendo el curso o que preparan un vuelo. Lucía y Aylén no tuvieron la misma sensación al comenzar. Lucía, a pesar de provenir de una familia vinculada a la aviación, tenía, como era lógico por sus 15 años, cierta intriga sobre su integración al medio. Al proyectarse pensaba que sería difícil llegar a ser una mujer piloto de aerolínea, algo que en verdad desea. “Tenía 14 años y pensaba que ser azafata era lo más cercano a lo que ambicionaba. Me puse a googlear y la información decía que había que tener cierta estatura que yo no tengo (ríe). Entonces me dije: ‘si no puedo ser azafata seré piloto, en definitiva eso es lo que me gusta’. Googlee de nuevo y vi que había mujeres piloto y que eran un montón. Eso me empujó a pensar en esta carrera tan hermosa”, recuerda Lucía.

En el caso de Aylén no hubo dudas, no pensó ser una piloto mujer sería más difícil que para un hombre. “Se ven más hombres que mujeres, son mayoría. Yo nunca me sentí maltratada o desconsiderada por ser mujer y querer volar, me sentí par. En la escuela siempre tuvieron muy buen trato conmigo. Si se presentara una situación difícil no me fijaría en la persona y seguiría mi carrera porque eso es lo que me hace feliz”, dice Aylén con fuerte convicción.

Aylén Pacífico

Al conversar sobre diferencias entre hombres y mujeres en la aviación, Lucía cuenta que tuvo una linda experiencia durante el campeonato de vuelo a vela del año pasado en Rafaela, donde debutó como competidora junto a un compañero en un ASK18. “Eran unos 40 participantes y yo fui la única mujer participando. Eso me gratificó porque, a pesar de ser minoría absoluta, estuve, participé y di lo mejor de mi misma, y cuando pasé al frente no sentí que ser mujer era un peso, sino un verdadero orgullo. Algún día habrá más mujeres compitiendo. Ahora estoy juntando horas aquí en la escuela y siento que también es un orgullo ser mujer. Cuando las chicas se interesan por esta profesión y me hacen preguntas, siento que con mi pasión por el vuelo las motivo y hago que se animen a esta actividad tan linda”.

Lucía se queda pensativa y unos segundos después agrega: “Alguna vez, al comienzo me llegaban comentarios que me hacían dudar de mi capacidad. Pero todo se responde con acciones. Hoy soy piloto de planeador, piloto privado y voy rumbo a ser piloto comercial. No tengo ninguna duda de lo que soy, quiero y puedo. Creo que muchos hombres y quizás hasta algunas mujeres buscan subestimarme por el simple hecho de ser mujer, no porque sean malos, sino porque culturalmente no estamos acostumbrados a la mujer piloto. Pero tengo fe de que con el tiempo vamos a normalizarlo, como se viene haciendo de a poquito, promoviendo la aviación para que todos sepan que sí se puede, que es lo mismo, que tanto mujeres como hombres pueden volar y tener los mismos resultados”.

Cuando les preguntamos si tenían alguna mujer de la aviación como referente, alguien en quien se inspiraran o que, al conocer sus historias legendarias las cargara de energía, Aylén dijo que cuando decidió hacer el curso investigó sobre mujeres pilotos en la Argentina y leyó la historia de Nuria Estebez, eso la inspiró mucho: “Fue una persona que luchó para lograr sus sueños y me parece una gran motivadora para las mujeres que nos queremos animar a volar”.

Lucía admiraba de chica a Amelia Earhart: “Su coraje rompió con los estereotipos de mujer y se subió a su avión para cumplir varios récords. ¡Me fascinaba! Creo que tanto las primeras mujeres que se animaron a volar, como las que hoy, en esta profesión son referentes para mi. Entre todas hay cierto compañerismo y complicidad, y siempre que conozco a una piloto hay buena onda. Es inspirador ver a otras chicas que hacen lo mismo”.

Lucía está ayudando en la escuela de vuelo en Morón, suma horas para hacer la comercial y aspira llegar a la línea. Asegura que se esfuerza mucho, estudia y que esta es una carrera que necesita paciencia, ir paso a paso. Está segura que tiene un largo camino por delante, pero el medio la gratifica.

Aylén, está haciendo el curso de piloto privado y piensa seguir hasta poder trabajar como piloto. También es perseverante y tiene claro el objetivo.

Ambas tienen consejos para dar a una chica que quiere volar: “Le diría que se saque todos los pretextos y le dé para adelante. Quizá no sea fácil al principio o ser la única resulte raro muchas veces, pero en otras tantas no lo va a ser. Aquí va a conocer personas asombrosas. Ser mujer no no debe ser excusa y mucho menos un impedimento. Si le gusta, que entre de lleno, que se anime y dé lo mejor de ella que después la aviación se encarga de devolverte todo lo lindo”, recomienda la futura piloto de línea.

Por su parte, Aylén le diría a una chica que quiere ser piloto “que se anime, que no hay nada más lindo que volar, que es una carrera difícil por un montón de cosas, pero no es imposible. Y que sigan sus sueños”, concluye esta alumna piloto con garra, que se animó a dejar de lado una prometedora carrera tradicional a la que había dedicado 4 años, para conquistar el sueño de hacer que su oficina esté en el cielo.

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1 comentario
  1. Héctor Daniel Canicoba dice

    Hola soy Hector ya me suscribí a tu revista quiero contactarme con Hangar Uno porque quiero volar en un de sus nuevos Honda Jet, como puedo hacer

Comentarios

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