Desde 1984 he visitado casi todas las ediciones de la Feria Internacional del Aire y el Espacio (FIDAE), la exposición en su tipo más grande de América Latina, que cada dos años se realiza en Santiago de Chile. Mi primer contacto fue a los 13 años, cuando asistí como integrante de la Biblioteca Aeronáutica Mendoza y con autorización de mi padre. Recuerdo la fascinación que me produjeron los aviones dispuestos en la plataforma de la Base Aérea El Bosque, la primera sede del evento, que después se mudó al Aeropuerto Internacional de Pudahuel. De modo que, sin pretender ser autoreferencial, puedo decir que tengo varias FIDAE en el haber o bien que he llegado a mis 50 años con la posibilidad de poder contrastarlas. No es poco teniendo en cuenta que los primeros diez años del evento se desarrollaron en pleno contexto de Guerra Fría, con Argentina recién salida de una guerra perdida y con la pulsión anticomunista todavía vigente en América Latina.
La Feria nació como la forma que encontró Chile para mostrarse al mundo en el área de la defensa pese al embargo militar dispuesto por el gobierno norteamericano contra la dictadura de Augusto Pinochet, que recién dejaría el poder en 1990. La Feria fue, también, la forma que encontró la industria bélica occidental para ofrecer sus productos en un solo punto, sin necesidad de itinerar por todos los organismos de todos los países de la región. Por lo uno y por lo otro, el evento se convirtió en un foco referencial que pronto alcanzó nivel internacional.
La implosión de la Unión Soviética en 1991 constituyó un hecho inesperado para el mundo y también para la FIDAE. Los enemigos de otrora eran los vendedores del momento y la exposición de 1994 se vio saturada por la presencia de fábricas rusas que ahora ofrecían todo el vasto arsenal tecnológico desarrollado durante cuarenta años para una guerra mundial que no fue. Para no quedarse atrás, los Estados Unidos desbordaron la Feria, edición tras edición, con la abrumadora oferta de productos propia de su posición de superpotencia hegemónica. Fueron los años en que los MiG-29 y Sukhoi-30 rusos se ofrecían en venta en paridad con los F-15 y F-16 norteamericanos.
Todo cambió con los ataques terroristas de 2001 a los Estados Unidos. La Feria ya no exhibió tanto armamento tradicional destinado a guerras convencionales, sino equipamiento de inteligencia y ciberseguridad destinado a prevenir la nueva amenaza global, que parecía reflejar el choque de civilizaciones del que venía hablando el politólogo Samuel Huntington desde 1993. El mundo había cambiado y la industria militar se adaptó rápido. Por ese tiempo recuerdo haber visto en FIDAE los misiles de crucero que cegaron las defensas iraquíes durante la Guerra de Irak, como también los aviones furtivos F-117 que bombardearon Bagdad (y que hasta ese momento eran secretos).
De la misma forma que FIDAE fue un espejo de aquella época, también hoy es un espejo de los tiempos que corren. La exhibición que acaba de terminar en Santiago mostró la última tecnología en ciberdefensa, misiles de última generación, bombas inteligentes superprecisas, satélites de inteligencia, sensores térmicos que pueden ver detrás de las paredes y drones de todo tipo cada vez más sofisticados. La muestra fue menos participativa que otros años, consecuencia directa de la pandemia de COVID-19, pero no defraudó y siguió marcando tendencia.
Para mi sorpresa, el segundo gran expositor después de Estados Unidos fue Turquía, un jugador prácticamente inexistente en años anteriores. Su tecnología militar es pavorosamente prolífica, lo que muestra a las claras que Eurasia será el eje de los conflictos geopolíticos que se vienen. No es un dato menor que sean de fabricación turca los drones que están destruyendo ahora mismo a los tanques rusos que invaden Ucrania. No es un dato menor, tampoco, que el gobierno de Chile haya retirado la invitación para que Rusia participara de FIDAE inmediatamente después de haberse conocido la invasión a Ucrania.
Aunque es una muestra eminentemente militar, FIDAE todavía deja margen para la exhibición de productos civiles y, en tal sentido, es una excelente ventana para las fábricas y empresas que deciden aprovechar la oportunidad. Cuesta llegar a la Feria, no es fácil ni económico, pero quien no está allí no existe, por lo que el esfuerzo tiende a valer la pena. Esa fue la conclusión a la que llegó la empresa mendocina Aerotec. Su primera participación en FIDAE, en 2016, precipitó la venta a la Fuerza Aérea Argentina de los ocho aviones de entrenamiento TECNAM P2002JF que actualmente dotan a la Escuela de Aviación Militar de Córdoba. Su segunda participación, este año, concretó la venta de dos aviones para una escuela de vuelo chilena, con opción a un tercero. Ninguna de estas posibilidades se hubiera cristalizado sin una activa presencia en Santiago de Chile, de modo que la Feria funciona efectivamente como portal de promoción y negocios.
Aerotec dispuso en FIDAE en imponente stand exterior con cuatro aviones, como ya se mencionó en una nota anterior. Otras empresas argentinas también marcaron presencia en FIDAE y también merecen ser reconocidas por su esfuerzo. INVAP desplegó un radar de defensa, su estación de control y el nuevo dron RUAS-160 desarrollado con las empresas Cicaré Helicópteros y Marinelli, también visibles en la muestra. La Fábrica de Aviones FADEA expuso la última versión del avión de entrenamiento y ataque IA-63 Pampa al tiempo que la empresa Cielo S.A. exhibió dos aviones Cirrus de su representación, entre ellos el fantástico Vision Jet, que visitará la Argentina esta semana. El sector bajo techo asignado a nuestro país reunió a las empresas División Turbos, Fixview, Seabury Solutions, REDIMEC y DTA. Por su parte, la Fuerza Aérea Argentina exhibió un carguero Hércules y dos drones de diseño nacional, con su respectiva central de control móvil, para entrenamiento en estas nuevas tecnologías.
La dinámica de vuelos también contó con participación argentina, pues nuestra Fuerza Aérea exhibió repetidamente el Pampa, que se lució junto a los F-5 y F-16 chilenos y el F-22 norteamericano. El modelo argentino alternó sus presentaciones con otros protagonistas muy aplaudidos, concretamente los aviones de la escuadrilla acrobática brasilera Fumaça y su homóloga chilena, los Halcones.
La sala de conferencias de FIDAE tuvo a interesantes oradores argentinos. El Ministro de Defensa Jorge Taiana anunció la fabricación del avión de entrenamiento IA-100 Malvina por parte de FADEA, el director ejecutivo de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, Raúl Kulichevsky, presentó el Plan Nacional Espacial argentino y el Lic. Pablo Reynoso habló sobre la orgánica y nueva metodología de investigación de accidentes de aviación adoptada por la Junta de Seguridad en el Transporte. También expuso el mendocino Diego Góngora, presidente de Helicopters.ar SA, quien habló sobre las operaciones que desarrolla con su aeronave en la cordillera. No es un dato menor que el fabricante de la máquina, AIRBUS Helicopters, le haya otorgado una distinción por su trayectoria en misiones de alta montaña.
Es importante destacar que todos los expositores argentinos fueron convocados el viernes para un desayuno de trabajo en nuestra embajada en Santiago. Allí, el embajador Rafael Bielsa puso a disposición de las empresas nacionales las instalaciones y recursos humanos de la legación diplomática para favorecer la presencia y expansión de los negocios argentinos en el país trasandino. Es un gran avance desde lo conceptual, pues una embajada no sólo debe ejercer la representación oficial del país propio en otra capital, sino promocionar y acompañar a sus desarrolladores en el territorio extranjero. La empresa mendocina Aerotec ya se encuentra operando en Chile a través de una filial, sería deseable que muchas otras firmas argentinas logren expandir sus horizontes más allá de la cordillera, pues la crisis económica de nuestro país parece haber llegado para quedarse, en contraste con un Chile que parece no dejar de crecer.
Aunque el contexto internacional resultó adverso y conspiró contra el brillo tradicional de la muestra, FIDAE dejó saldos positivos. La presencia argentina fue mayor y mejor que en años anteriores y se lograron concretar algunos negocios y prospectos. Sin embargo hay que ser humildes y perseverar. Como país debemos seguir aprendiendo de la industria aeronáutica brasileña (que es una política de Estado) y de la política exterior chilena (que también lo es). Asociada a esta última está la feria aeroespacial de Santiago, por lo que no es de extrañar que haya sido el nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric –un comunista declarado– quien diera apertura oficial a FIDAE. Chile puede haber girado políticamente a la izquierda, pero su política exterior no cambiará, como tampoco cambiará su visión geoestratégica ni la atención que le presta a sus Fuerzas Armadas y de Seguridad. En definitiva, eso es lo que marca la seriedad de un gobierno y el poder real de un Estado, con independencia de la orientación política de quienes circunstancialmente lo conduzcan.