La suspensión de un boicot de China se debió al congelamiento de la aplicación de regulaciones sobre emisión de dióxido de carbono por parte de la Unión Europea. China –y muchos países más- habían reaccionado en contra de la medida comunitaria; en la práctica, y por el lado del Gigante Asiático, el boicot significó la suspensión de una compra a Airbus de unas 45 A330, por 11.000 millones de dólares.
Para desbloquear las decisiones fue fundamental la visita del Presidente francés, François Hollande del mes pasado. De alguna manera, el mandatario galo reclamó el crédito por haber presionado en la Comunidad para que frenara la legislación sobre emisiones. Previamente, Fabrice Brégier, presidente ejecutivo de Airbus, había enviado una carta a un alto funcionario chino en la que señalaba que la compañía había estado “muy activa” en respaldar la preferencia de China por un acuerdo más amplio en materia de reducción de CO2.
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