Cuando las cosas se ponen difíciles es bueno echarle una mirada a lo que dice el mercado.
El viernes 12, cuando la noticia de un incendio en Heathrow, en un B787 de Ethiopian Airlines, hizo resurgir fantasmas sobre el modelo más innovador de Boeing, las acciones del fabricante estadounidense cayeron casi un 8{85a4615a806cefb2dddfb0dcbfd9bf5df1b58e8529622455c8f10f6f6ff0f7ce}, pero ni bien la investigación tomó un curso diferente al del origen de anteriores inconvenientes, las acciones treparon hasta superar los máximos históricos del año 2007.
¿Qué podría significar este comportamiento bursátil? Pues que Boeing es una marca muy sólida cuyo prestigio en la construcción de aviones nadie puede poner en duda, al menos no sin sólidas bases.
La investigación sobre el incidente del Dreamliner en Londres, estaría confirmando que el origen del fuego estuvo en un transmisor de emergencia (ELT) diseñado y fabricado por Honeywell. La confirmación de que las baterías del avión no estuvieron involucradas ha sido una noticia que alivió a casi toda la comunidad aeronáutica y, claro está, a los inversionistas también.
Tal vez sea un buen momento para volver a expresar que propuestas tan innovadoras como el Boeing 787, el fantástico A380 o el prometedor A350 de Airbus, son tecnológicamente tan vanguardistas, que algunos incidentes que surgen con el uso comercial cotidiano y concreto de las aeronaves bajo la formidable presión de la competencia entre las líneas aéreas, no deberían inducir a nadie al desaliento.
Desde nuestra perspectiva, los inconvenientes del A380 ayudaron para que Boeing aprendiera cuando proyectaba su Dreamliner, mientras que los actuales incidentes del B787 deben inspirar a Airbus para no transitar caminos –o transitarlos de otra forma– en el desarrollo del A350.
Es una historia sin fin que ya no se detendrá. ¡Estamos ansiosos por ver hacia dónde iremos en los próximos años! Los desafíos son grandes.
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