Boeing: Mi pasado (reciente) me condena.

Los problemas en la certificación de aeronaves imprescindibles son sólo una parte de la crisis que envuelve al fabricante norteamericano • Luis Alberto Franco

Boeing está en serios problemas. El exitoso fabricante de legendarios aviones perdió gran parte de su credibilidad por acumulación de fracasos y sospechas de negligencia.

La crisis de Boeing que comenzó con problemas en el 787 Dreamliner y su batería, se profundizó con los graves accidentes fatales de los 737 MAX y empeoró por los retrasos en la certificación de aeronaves vitales como el modelo 737 MAX 10  y el por ahora no tan demandado 777X. Boeing no sólo sufre dificultades con los aviones civiles, también padece por la fabricación “de medida” del Air Force One, un avión que habría cotizado muy por debajo de los costos en que está incurriendo.

La certificación del 737 MAX 10 debería estar finalizada antes de que termine este año para poder sortear las exigencias que impone la Ley de Certificación, Seguridad y Responsabilidad de Aeronaves que aprobó el Congreso de los Estados Unidos a fines de 2020, y entrará en vigencia en enero de 2023. En otras palabras, si el avión se certificara antes del primer día del año que viene Boeing no tendría que ajustarse estrictamente a los requerimientos de la ley porque la norma previó un tiempo de gracia para las aeronaves que estaban en proceso de certificación al promulgarse, pero también puso una fecha límite para su plena entrada en vigencia.

Recientemente, salió a la luz una carta que le envió la Federal Aviation Administration (FAA) a Boeing en la que se pone en duda que el fabricante pueda hacer todas las pruebas necesarias para certificar el 737 MAX 10 a tiempo, y también el 777X. Según trascendió, la carta fue firmada por Ian Won, gerente interino de seguridad de la aviación de la FAA que supervisa la certificación de nuevos aviones de Boeing. El funcionario ha sido duro e implacable en la supervisión del proceso de certificación porque la FAA no se puede arriesgar a un fracaso luego de lo acontecido en el proceso de pruebas de los anteriores modelos de la familia MAX.

 

 

Si el 737 MAX 10 no se certifica antes que empiece el 2023 deberá incorporar una serie de requisitos, entre ellos, sistemas de alerta a la tripulación con características de seguridad específicas para advertir a los pilotos sobre un mal funcionamiento durante el vuelo que los ayude a diferenciar, priorizar y responder a diferentes situaciones. Si la certificación del avión fuera el año próximo y Boeing tuviera que incorporar esos sistemas, el costo del programa se elevaría en varios miles de millones de dólares que pondrían en mayor riesgo financiero al constructor de aeronaves. La otra opción de Boeing sería la de convencer a los legisladores para que extienda el período de gracia. La empresa dice que por el momento no está cabildeando para que eso suceda, pero recurrentemente se hace saber al Congreso que la exigencia de la ley podría llevar a Boeing a cancelar el programa y al consecuente despido del personal involucrado en la fabricación del avión. La FAA no es la única agencia que exige mejoras en el avión ya que la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA, por su acrónimo en inglés) insiste en que deben realizarse mejoras en el sistema de control de vuelo, entre ellas el sensor de ángulo de ataque.

 

 

El 737 MAX 10 es un avión imprescindible para Boeing porque es el modelo que compite con el muy demandado A321neo que fabrica su archirrival Airbus.

Otro aspecto preocupante es la entrega de los 737 MAX, ya que la compañía debería reducir el stock de aviones terminados y aumentar la producción de los modelos certificados, lo cual es algo que se está retrasando por demoras en la recepción de aviones por parte de las aerolíneas chinas que, en medio del COVID-19 y los encierros del gobierno, no tienen apuro por tener el nuevo avión.

La situación financiera de Boeing preocupa a muchos analistas porque el fabricante tendría en el primer trimestre del año pérdidas mayores a las previstas que se suman a una deuda que ascendería a los U$D 45.000 millones.

El otro avión que quita el sueño al liderazgo de Boeing –y el de no pocos inversores– es el 787 Dreamliner ya que se acumulan los aviones en inventario porque la solución de sus problemas también se traban en el proceso de certificación, al punto de que no se sabe cuándo volverán a entregarse aviones de este modelo.

Con la certificación del 777X también hay inconvenientes (sobre todo con el 777-9X) pero Boeing no tiene tanto apuro para comenzar a fabricar esos aviones, por lo que la certificación se concretaría en 2023, y la entrega al primer cliente sería en 2025.

Como si no fueran suficientes problemas, Boeing también deberá asumir pérdidas por haber negociado mal contratos con el gobierno. Uno de estos contratos es el de la fabricación de media del Air Force One para el Presidente. El sofisticado avión que también es una Oficina Oval aérea con botón rojo y mucho más, representaría pérdidas del orden de los U$D 1.000 millones para el fabricante, una cifra que es demasiado elevada para que la marca sea la que traslada al mandatario de la primera potencia del mundo. El otro dolor de cabeza de Boeing parece ser el entrenador T-7A Red Hawk, un avión que también se habría cotizado demasiado bajo para obtener un contrato que hoy complica a quien fuera la empresa aeroespacial más importante del orbe.

Además de todo lo señalado, Boeing está cercada por los mismos problemas que tienen las demás industrias luego de la pandemia, a saber: inflación, dificultades con la cadena de suministros y la invasión rusa a Ucrania.

En la parte del vaso lleno, para trazar una pincelada verde de optimismo en el cuadro de situación del gigantesco fabricante de aeronaves y otras maravillas tecnológicas, se puede decir que el mercado parece estar reaccionando bastante bien a pesar de las muchas incertidumbres y escenarios cambiantes, esto se puede observar en el potencial en materia de tecnología aeroespacial y la recuperación paulatina y constante de la actividad aerocomercial.

Hoy todo el mundo está mirando a Boeing y sus problemas, se demanda una gran reorganización de la ingeniería de quien diseñó aviones como el 737, 727, 747, 757, 767 y 777, entre otras aeronaves civiles y militares maravillosas. Más pronto que tarde Boeing deberá corregir el rumbo que lleva para volver a los tiempos de crecimiento. No será una misión fácil ¿lo logrará?

 

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