La semana aeronáutica

Del 19 al 26 de noviembre de 2025 • Por Luis Alberto Franco

Contexto

La política exterior de un país se denomina “doctrina” cuando reúne una serie de principios y estrategias que la distinguen en el tiempo y espacio. En los Estados Unidos de América, el nombre de esas «doctrinas» suele vincularse al del presidente que las ejecutó. Una de esas doctrinas, tal vez la primera y ciertamente muy significativa, es la que enunció el presidente James Monroe, por lo que se la conoció como la “Doctrina Monroe”, y se la definió con la frase: “América para los americanos”. En los tiempos en que se fueron estableciendo las políticas que constituyeron el corazón de esa doctrina (1823), el continente americano estaba liberándose de las potencias colonizadoras y Estados Unidos propiciaba una defensa común para América que impidiera que los europeos, sobre todo España, retomaran el dominio de sus colonias. Los detalles e historia de esa doctrina, que ha sido útil a los más diversos intereses norteamericanos, se pueden encontrar en las bibliotecas, Gemini, otra IA o en la casi arcaica Google.

Es muy probable que el continente americano se encuentre hoy frente a una renovada versión de la Doctrina Monroe. Aparentemente, la Administración Trump (recordemos que en los Estados Unidos las políticas trascienden a los circunstanciales inquilinos de la Casa Blanca) es el primer presidente estadounidense en más de un siglo que está mirando a Latinoamérica con particular interés y necesidad.

Sin dudas, la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China es la causa del giro copernicano en la política exterior norteamericana que lleva adelante Donald Trump. En alguna medida, lo que está ocurriendo es un regreso a la Doctrina Monroe, ya que al poner foco en Latinoamérica en general, y Sudamérica en particular, se reedita el fundamento de mantener a las potencias lejanas fuera del continente, y está más que claro que China estaba (¿está?) en pleno desembarco en Latinoamérica (y también en otras muchas latitudes).

Una de las reuniones más enigmáticas de 2025 fue la Cumbre entre el Presidente de los EE. UU., Donald Trump, y el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson, en Anchorage, Alaska, el pasado 15 de agosto. El encuentro fue convocado para discutir sobre un acuerdo de paz por la invasión de Rusia a Ucrania, pero es un tanto naíf considerar que una reunión cara a cara de esa magnitud se circunscriba a una única cuestión, sobre todo porque la situación de Rusia y Europa, sumada a la «confrontación fría» entre EE. UU.–China, e incluso la guerra en Medio Oriente, están conectados.

Otro indicio de lo que podría llamarse la nueva política exterior de los Estados Unidos quedó en evidencia durante el viaje de Trump por Europa en su primer período, cuando advirtió, entre otras cosas, que su país reduciría drásticamente su participación en la defensa de ese continente (OTAN).

El cambio en la política exterior norteamericana también fue considerado en el largo y célebre Discurso de la República Francesa sobre Europa (abril 2024), que pronunció el presidente francés Emanuel Macron en la Sorbona, del cual se reproduce, brevemente, el siguiente párrafo:

«Estados Unidos tiene dos prioridades. En primer lugar, los Estados Unidos de América, y es legítimo, y después, la cuestión china. Y la cuestión europea no es una prioridad geopolítica de los próximos años y las próximas décadas, independientemente de lo fuerte que sea nuestra alianza y de la suerte que tenemos de que la administración actual (Biden) esté muy implicada en el conflicto ucraniano. Así que sí, esa era en la que Europa compraba energía y fertilizantes a Rusia, producía en China, delegaba su seguridad a Estados Unidos, esa era es historia». 

Pruebas sobre lo que estaría sucediendo en un mundo que además está bajo un tsunami tecnológico impredecible hay muchísimas, y es en ese contexto que surge una ayuda extraordinaria estadounidense a la Argentina administrada por Javier Milei. Sin dudas pueden establecerse muchas hipótesis de trabajo que bien podrían derivar en meras conjeturas circunstanciales. Sin embargo, lo mínimo que podría discernirse es que los Estados Unidos están mirando a la Argentina y a las políticas del Presidente Milei con especial vocación colaborativa. En esa línea de pensamiento, algunos llegarán a la conclusión de que para los argentinos los astros se han alineado o, por el contrario, y del otro flanco, que el país se está entregando a váyase a saber qué imperio decadente.

A todos los argumentos estratégicos se les podría agregar la Ley GENIUS, que se promulgó con la intención de establecer un marco regulatorio para «proporcionar transparencia» al mercado de criptomonedas, al exigir cierto respaldo de uno a uno con activos de bajo riesgo y diversos controles, lo cual, leído con detenimiento, ayudaría a fortalecer las emisiones de bonos de los Estados Unidos en un momento en que China (y Japón) está desarmando su cartera de papeles de deuda estadounidenses. Este dato podría ser clave si en la estrategia de los Estados Unidos estuviera el sostener la internacionalidad del dólar y una potencial unificación monetaria continental estilo euro, lo cual bien podría coincidir con la tantas veces anunciada dolarización de la Argentina, una realidad que ya experimentan Ecuador y El Salvador.

Los acontecimientos transcurren vertiginosamente. ¿Habrá sido la reunión de Alaska –entre decenas de otros encuentros de alto nivel en diversas partes del mundo– una entente global entre Estados Unidos y Rusia? ¿El espíritu de Monroe estará vagando a sus anchas por el ala oeste de la Casa Blanca? Es arduo saberlo, y mucho más desde un humilde escritorio en Buenos Aires un día con 30 °C. Pero si se hace el linkeo de los hechos concretos, es bastante probable que 2 más 2 sigan arrojando como resultado cuatro.

¿Qué tiene que ver toda la perorata con la Aviación Civil Argentina? Pues bien, estimado lector, si tuvo la paciencia de llegar hasta aquí, se tratará de no defraudar la inversión de tiempo.

¿Qué tiene que ver toda la perorata con la Aviación Civil Argentina? Pues bien, estimado lector, si tuvo la paciencia de llegar hasta aquí, se tratará de no defraudar la inversión de tiempo. Si la Argentina está en una relación crecientemente estrecha con los Estados Unidos, al punto de que «el Gran País del Norte» ha puesto la mano en sus bolsillos para rescatar al país de casi un siglo de decadencia, bien podría intentarse dar un salto cualitativo para armonizar nuestra normativa aeronáutica a la de la potencia con más desarrollo aeronáutico del planeta. Esto puede parecer pueril, pero no lo es y podría lograrse dentro del paquete de acuerdos que estaría negociando la Argentina en Washington.

Imagine el lector aeronáutico por un momento lo que significaría desembarazarnos de los LAR y abordar un proceso de armonización paulatino, constante y con cronograma cierto, para poner a nuestro país en la Categoría 1 de verdad. Por supuesto que un buen acuerdo reduciría la «necesidad» del ENTE (ANAC) en un 70 % o más y afectaría al «sistema» imperante, que se describirá más adelante. Sin embargo, significaría una verdadera revolución en vez de discursos basados en números ficticios que no le sirven a nadie, y menos a quienes quieren invertir y desarrollar la aviación argentina al ritmo que exigiría el crecimiento económico previsto para este extraordinario e inexplotado país al que algunos llamamos, en primera persona y sin chauvinismos atrasados, Patria.

El tren estaría pasando por la Argentina. Si se quiere ser más aeronáuticos, podría decirse que el avión está arribando al país, por lo que la decisión relevante es si nos subimos a él o lo dejamos partir como ha sucedido en las pocas y desperdiciadas veces que recorrió estas pampas. El tiempo pasa rápido, demasiado rápido.

Se verá.

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El «sistema»

Muchos creen estar en una zona de confort, pero se equivocan. Luego de tantas décadas de lo mismo, lo que experimentan es conocido como el «síndrome de Estocolmo». Esto se debe a que el sistema los ha tenido de rehenes durante demasiado tiempo hasta naturalizar su cautividad al punto de que los canales marginales de las «terceras líneas» les parecen normales, una especie de terreno conocido que se prefiere ante la opción de la libertad y sus procedimientos regulares y transparentes.

La misión de desregular no es fácil, pero demasiadas veces la simplificación que se anuncia es un mero enunciado de redacción deliberadamente incierta, que no es atribuible a la falta de conocimiento de la técnica legislativa, como muchos supusieron (incluyendo ARMKT), sino a una estrategia que al final del día impide el cambio. ¿Cuántas normas se han publicado, replanteado, prorrogado y suplantado, para finalmente terminar en una lisa y llana inaplicabilidad? Y qué decir de aquellos decretos, resoluciones, disposiciones y normas varias que afectaron deliberadamente un mercado al solo efecto de favorecer a entenados del funcionario de turno.

Dicen que las generalizaciones son odiosas, pero hay que reconocer que las largas manos de los abogados con y sin uniforme han hecho estragos en la Aviación Civil Argentina. El ejemplo más actual está en el subsecretario (ADN casta a full) y la legión de letrados –salvo honrosas excepciones– que han hecho del ENTE una suerte de madriguera con registradora. Queda claro que el peor de los casos fue el de un circunstancial abogado que pasó por Balcarce y Moreno para estar “a cargo” de armar una muy lubricada red que, si bien sigue funcionando, fue piedra de discordia y motivo de su eyección. Cuando las quintas no están bien delimitadas, la agrimensura la hace el que tiene más poder.

El sistema ha llegado a la primera plana de los medios con exponentes que por estas horas no concilian el sueño. Es tan grave el asunto que cuesta comprender que existan personas (¿serán solo protoplasma?) que exponen a sus hijos a riesgos extremos por unos metros cuadrados o unas decenas de miles cara grande. Tremenda crueldad.

No caben dudas de que hay que salir de un sistema que debe ser saneado para competir. Un empresario cabal que honra el rol imprescindible que tiene en la sociedad nunca aceptaría ser parte de un entramado de peajes, sino que, por el contrario, lucharía por jugar con pocas –o imprescindibles– reglas claras en un mercado competitivo y abierto.

La traba, la barrera, el vericueto y las sombras en general no parecen corresponder a los lineamientos que promueve el Presidente Javier Milei, por lo que no se termina de dilucidar por qué el ENTE continúa y hasta aumenta una dinámica dañina en donde se conserva lo irregular. Pruebas al canto; obsérvese el rango que va desde la situación precaria, pero aparentemente conveniente del DNSO, hasta el programa de retiros que acaba de fracasar estrepitosamente. Nuevamente, el sistema lesiona el presente y obtura el progreso. ¿Qué es “estar a cargo” de algo crucial sino un ardid para sumar contratos en la falsa presunción de que la falta de nombramiento formal servirá como coartada ante cualquier desastre punible por ley?

Sobre el retiro voluntario solo puede decirse: ¡Vaya política de capital humano y RR. HH. la del subsecretario, el firmante y sus superiores! Según fuentes de ARMKT, la oferta del ENTE para reducir su personal no animó ni a 100 funcionarios. De las decenas que se habrían acogido, muchos tomaron la decisión porque estaban hastiados del sistema más que por la supuesta recompensa. Otros se fueron para disfrutar de las mieles que les sirvió escandalosamente en bandeja el sistema, que no tomó los recaudos para conservar a aquellos agentes en los que recientemente se invirtieron decenas de miles de dólares en capacitación y ahora partirían al exterior gracias a los nuevos saberes incorporados y un jugoso puñado de billetes de yapa. El sistema se mofa de los que pagan impuestos.

El sistema acaba de ser expuesto una vez más en una nota (ver aquí) que firman los presidentes de la Cámara Argentina de Escuelas de Vuelo, la Federación Argentina de Aeroclubes, la SAA y la directora de ETAP, quienes exigen precisiones respecto de «las modificaciones introducidas a la RAAC Parte 61 y, sobre todo, como se esta llevando adelante su implementación» (SIC). Nada nuevo bajo el sol, pero útil, ya que suma voces a lo que han expresado decenas de veces organizaciones como la Asociación de Pilotos de la República Argentina (APRA) y ARMKT en esta misma columna. Es muy bueno que se sumen ascuas sobre las cabezas responsables del sistema ante cualquier eventualidad que todos ruegan no suceda.

No se puede convivir con lo que ARMKT llama el sistema; hay que derrotarlo para que el viento de cola que aún sopla a favor de la Argentina llegue a la aviación y la haga volar mucho y bien por los cielos productivos de la Nación. Con la normalidad ganan todos según su talento y esfuerzo; por el contrario, con lo arcaico y corrupto, más temprano que tarde todos pierden.

Se verá.

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La ANAC salmónica

Como ya se informó, mientras la Federación Argentina de Aeroclubes (FADA), la Cámara Argentina de Escuelas de Vuelo (CAEVU), la Sociedad Argentina de Aviación (SAA) y la Escuela Técnica de Aviación Profesional (ETAP) salieron el 25 de noviembre a exigir a la ANAC “respuestas urgentes respecto del caos de la nueva RAAC 61”, otras organizaciones aeronáuticas pasaron directamente a la acción de forma menos estridente.

Fue el caso de la Federación Argentina de Vuelo a Vela (FAVAV), que el 13 de octubre pasado presentó un recurso de reconsideración contra la Resolución 651/2025 de la ANAC. Esta norma modificó la sección 61.109 de la Parte 61 de las RAAC (Licencias y habilitaciones para piloto), introduciendo un extraño sistema de «créditos» conforme al cual solo se reconocen a un piloto de planeador diez horas de experiencia de vuelo en caso de que quiera realizar el curso de piloto privado de avión, ¡pero siempre y cuando tenga registradas al menos cien horas de vuelo en planeador!

Con toda la razón del mundo, los volovelistas pusieron el grito en el cielo por considerar que el extraño esquema de «créditos» implementado por la ANAC destroza el más virtuoso formato educativo de la aeronáutica argentina, dado que desalienta la previa formación en planeador para los aspirantes a la Licencia de Piloto Privado. Desde su perspectiva, la reforma solo producirá que decenas de clubes de planeadores del país se vean vaciados de alumnos-pilotos, sencillamente porque ahora es muchísimo más caro hacer carrera empezando a volar en planeador.

Un viejo instructor de planeadores resumió el cuadro en palabras tan duras como acertadas: «Lo que han hecho desde la ANAC es una verdadera gansada; ¡las mejores fuerzas aéreas del mundo enseñan a volar a sus pilotos comenzando con el planeador, lo cual demuestra que lo de ANAC es inaudito, inaudito! ¿Por qué no levantan el teléfono y preguntan en la Escuela de Aviación Militar?».

La reforma introducida por la Resolución 651/2025 también dejó perplejos a los fumigadores, que de la noche a la mañana vieron desaparecer la Licencia de Piloto Aeroaplicador, la que fue sustituida por una simple habilitación anexa a la Licencia de Piloto Comercial. Esta vez la excusa de la ANAC fue “reducir el número de licencias”, sin consideración alguna respecto de las razones que llevaron a crear la de aeroaplicador. Rápida de reflejos, la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas (FEARCA) interpuso un recurso administrativo el 20 de octubre, argumentando a favor de la conveniencia de reponer la licencia suprimida.

Como reflexionó un viejo instructor jubilado: “El problema no es que se haya borrado la Licencia de Aeroaplicador, sino que al hacerlo se borraron también todos los requisitos formativos necesarios para su otorgamiento, que son completamente distintos de los propios de un piloto comercial. Llama la atención que la autoridad aeronáutica, que debería velar por la seguridad, esté haciendo las cosas al revés, como si nadara a propósito contra la corriente”.

La misma expresión (“nadar contra la corriente”) fue repetida en varios aeroclubes y escuelas de vuelo privadas al momento de analizar el tratamiento dado por la Resolución 651/2025 a las Aeronaves Deportivas Livianas (ADL). Los aviones de esa categoría vienen haciendo crecer la aviación general a nivel mundial, pero aquí en la Argentina la cosa va directamente a contrapelo. En efecto, gracias al sistema de «créditos» implementado por la ANAC, solo se reconocerán 25 horas de experiencia al piloto que realice su curso de piloto privado en aviones de esta categoría.

En este contexto, el 17 de octubre de 2025 el Aero Club San Martín, de Mendoza, presentó un extenso pedido de reconsideración que a la fecha no ha merecido ninguna atención de parte de la autoridad aeronáutica.  “Esto de las ADL constituye un perjuicio tremendo para los CIAC que han invertido en nueva tecnología”, comentó indignado el dueño de una escuela de vuelo del Aeródromo Presidente Rivadavia (Morón). “El ministro Sturzenegger se llena la boca con la libertad y la desregulación, pero lo que ha hecho la ANAC con las ADL es un intervencionismo del mercado al más puro estilo kirchnerista”.

Si seis organizaciones argentinas, sin ninguna vinculación entre sí, han salido a cuestionar fuerte a las reformas introducidas por la ANAC, quiere decir que estamos en presencia de un problema serio. Curiosamente, todas estas entidades tienen un denominador común: Ninguna fue consultada respecto de la conveniencia de los cambios introducidos. Es obvio que, de haberse implementado el proceso de elaboración participativa de normas previsto en nuestra legislación, no se hubiera llegado a este tipo de problemas.

¿Reaccionará a tiempo la ANAC? ¿O seguirá con la actitud “salmónica” de nadar contra la corriente?

Se verá.

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Esto fue todo por hoy.

¡Hasta la próxima!

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