“Lo siento por todos los pasajeros que han sufrido y siguen sufriendo enormes inconvenientes por los retrasos y cancelaciones causados por otra crisis de los Servicios Nacionales de Tránsito Aéreo del Reino Unido (NATS, según su sigla en inglés). También simpatizo con los empleados de las aerolíneas que enfrentan un estrés adicional considerable al afrontar la difícil recuperación de este fracaso”, dijo Willie Walsh, director de IATA en un comunicado que emitió la entidad el pasado 28 de agosto.
“NATS tiene preguntas cruciales que responder sobre su responsabilidad en este fiasco. El fracaso de este servicio esencial es inaceptable y pone en duda la supervisión de la CAA (Civil Aviation Authority), que debe revisar el plan de resiliencia NATS según los términos de su licencia”, agregó la declaración del alto funcionario de la organización que representa a la mayoría de las aerolíneas del planeta.
La reacción de la industria se debe a los 2.000 vuelos cancelados y cientos de miles de pasajeros que sufrieron retrasos o quedaron varados en distintos aeropuertos.
La aerolínea escocesa Loganair fue la primera en publicar información sobre lo que estaba sucediendo al emitir un mensaje en redes que decía que los sistemas informáticos del control de tránsito aéreo estaban fallando, un rato después NATS dijo que tenía “problemas técnicos”, aunque aclaró que los aviones en vuelo no corrían peligro.
Según la BBC, que contó con información privilegiada de la exsupervisora de tránsito del Centro de Control de Área de Londres en Swanwick, Michele Robson, dijo que el incidente “es otro ejemplo más de por qué el sistema de derechos de los pasajeros no es adecuado para su propósito. Las aerolíneas soportarán importantes sumas en concepto de gastos de atención y asistencia, además de los costes de la alteración de los horarios de la tripulación y de los aviones. Pero a NATS no le costará nada. Los responsables políticos del Reino Unido deberían tomar nota. Es necesario reequilibrar el sistema de derechos de los pasajeros para que sea justo para todos con incentivos eficaces. Hasta que eso suceda, me temo que veremos un fracaso continuo en mejorar la confiabilidad, la eficiencia de costos y el desempeño ambiental del control del tránsito aéreo”.
Las aerolíneas exigen, pero no todas
Las aerolíneas han exigido una reforma de las compensaciones, por el caos en el control del tránsito aéreo. Según IATA, las pérdidas de las aerolíneas podrían alcanzar los 100 millones de libras, por lo que la organización reclama que la autoridad aeronáutica revise el sistema de compensaciones. Claro que no todas las aerolíneas les cabe el sayo, ya que algunas son inversoras en NATS con el 42 % de las acciones, en una empresa en la que el gobierno inglés tiene el 49 % con poder de veto o acción de oro, un 5 % es de los empleados y el resto del operador de LHR Airports.
Suspicacias
Lo que no se sabe hasta ahora es lo que realmente ocurrió con los sistemas durante la falla. Mientras esta columna se escribe, United Airlines retomaba sus operaciones aéreas luego de paralizarlas en todos los Estados Unidos y, hace unas semanas todo el sistema de NOTAMs dependiente de la FAA tuvo un repentino colapso, lo que hace dudar sobre la frecuencia con que suceden problemas informáticos en un mundo en el que los ciberataques están a la orden del día.
Hace unos meses ARMKT preguntó localmente a EANA sobre su seguridad cibernética, la respuesta fue que no podían dar detalles porque referirse al tema la haría vulnerable. Increíble.
Sea por un motivo u otro, la aviación, como casi todas las actividades, está indisolublemente asociada a los sistemas digitales. Es cierto que con los sistemas blockchain la seguridad se ha reforzado fuertemente, sin embargo, todo el ecosistema aeronáutico de Europa y los Estados Unidos están alerta ante un posible ataque inesperado. 
