Los Dreamliner en tierra

Boeing ante una crisis de importancia

Una serie de inconvenientes de distinto grado de gravedad han sacudido al fabricante de aeronaves comerciales Boeing y a varios de los operadores del modelo B787.

Fugas de combustible y fluido hidráulico, problemas con los frenos y una fisura en el vidrio lateral del cockpit tuvieron en jaque a Boeing durante varias semanas, hasta que dos fallas en el sistema eléctrico llevaron a que la Federal Aviation Administration (FAA) decidiera ordenar que todas las aeronaves de ese modelo que vuelan en territorio de los Estados Unidos suspendieran sus vuelos hasta nuevo aviso. Decisiones similares tomaron las autoridades colegas de Japón, Europa y otros países.

La primera de las fallas eléctricas ocurrió en un avión de Japan Airlines que estaba estacionado –sin pasajeros– en el aeropuerto de Logan, Boston, al iniciarse un pequeño foco de incendio. La segunda, cuando un Dreamliner de All Nippon Airways (ANA), en vuelo sobre Japón, entre las ciudades de Ube y Tokio, tuvo que aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Takamatsu al detectar humo en la cabina.

En una primera  aproximación se atribuyó el problema a las baterías de iones de litio, pero no se descarta la posibilidad de una sobrecarga originada en otra parte del circuito eléctrico de la aeronave.

El 20 de enero, la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) de Estados Unidos, informó que el incendio en el Dreamliner estacionado en Boston, no habría sido por una sobrecarga en la batería ya que “el examen de los datos del avión JALB-787 indica que la batería APU no ha superado el voltaje diseñado de 32 voltios».

Las baterías brindan energía la APU (Auxiliary Power Unit), un motor que se encarga del suministro eléctrico al avión cuando los motores no están en funcionamiento ni está conectado a una fuente de energía externa.

Entre los antecedentes de problemas eléctricos en un Boeing 787, se registra el de un avión de United Airlines que sufrió un incidente con el cableado en la zona próxima a la batería cuestionada.

Decisión por batería de iones de litio

Boeing decidió utilizar las baterías de iones de litio, similar a las que utilizan los teléfonos celulares, tabletas y ordenadores portátiles, porque son las más ligeras del mercado, su menor peso resultó esencial para el programa de desarrollo de la aeronave que estaba llamada a ser la más eficiente en términos de consumo y prestaciones. Este tipo de baterías tienen una elevada densidad de energía, es decir que generan la misma cantidad de electricidad siendo más pequeñas que, por ejemplo, las de níquel cadmio que utilizaba tradicionalmente la industria aeronáutica. Otra de las ventajas que tienen esas baterías es que pueden ser moldeadas en una gran variedad de formas lo que brinda una flexibilidad para adaptarlas a distintos espacios. El Boeing 787 no es la única aeronave que ha incorporado esas baterías, el Airbus A380 también utiliza una, aunque el Dreamliner lo hace de una manera intensiva. La mayoría de las aeronaves usan aire a presión o mecanismos hidráulicos para hacer funcionar a casi todos sus sistemas, en el caso del B787 no es así ya que el fabricante decidió sustituir aquellas fuentes por actuadores eléctricos, por lo que se hace vital encontrar la causa de los problemas que han surgido.

Muchas manos en un diseño

El sistema de fabricación del Boeing 787 es otra innovación que realizó la empresa al concebir el programa. El Dreamliner es fabricado por proveedores externos que no sólo brindan piezas que serán ensambladas en el avión sino que han participado en el diseño mismo de esos sistemas y componentes. Hasta el Dreamliner lo común era que proveedores externos recibieran los diseños y se limitaran a fabricar las partes. Este sistema de producción hará más engorroso descubrir las causas de las fallas eléctricas del avión ya que las baterías han sido diseñadas y fabricadas por la japonesa GS Yuasa, mientras que la francesa Thales diseñó y fabricó los circuitos de control de estas y UTC Aerospace participó del mismo modo para proveer el APU en que estaban instaladas las baterías.

Boeing ha señalado en sus recientes comunicados que centenares de técnicos e ingenieros están abocados al estudio de los problemas que surgieron en el avión y está convencida que pronto se encontrará una solución. La empresa no ha parado la línea de producción pero sí las entregas de la aeronave, mientras que los clientes han decidido mantener las órdenes de compra. La bolsa de Wall Street, por su parte, registró una caída en las acciones del fabricante estadounidense cuando se conoció la decisión de la FAA de parar las aeronaves, pero en las jornadas siguientes los títulos se recuperaron, lo cual indicaría que el mercado percibe que Boeing solucionará el problema y que el Dreamliner saldrá adelante.

Reflexión

Finalizamos este informe con la reflexión que realizamos en nuestro newsletter Aeromarket News.

Es sabido que en la historia de la aviación ha habido contramarchas y que cada aeronave suele tener un largo camino jalonado por “boletines” con recomendaciones y modificaciones que sólo pueden ser descubiertas al sumarse horas de vuelo en las más diversas y rigurosas condiciones. Es más, muchas veces esas modificaciones surgen luego de accidentes gravísimos. No importa demasiado si se trata de Boeing o Airbus, del modernísimo B787 o el majestuoso A380, la ciencia avanza, sigue sorprendiendo, alcanza soluciones y el balance de sus aportes arroja un saldo que nos permite tener esperanzas. Informar sobre las novedades es más que necesario, pero llevar la calma sobre la seguridad alcanzada en la aviación se hace necesario para calmar al hombre común que está por abordar una modernísima aeronave.

Está claro que hoy satisfacer las exigencias de un mundo competitivo que demanda estándares de eficiencia casi imposibles de cumplir, estrechan los márgenes para la utilización de sistemas muy comprobados pero que se van tornando vetustos y empujan a la innovación a fronteras impensadas hace tan sólo unos años. Sin embargo, necesarios avances que permiten mejorar la relación con el ambiente y el desplazamiento de enormes cantidades de personas a mayores distancias y más rápidamente, son vigilados por minuciosos programas que buscan reducir los riesgos a través de procesos de certificación que someten a las aeronaves a pruebas de una extrema rigurosidad. La seguridad, o como decía un amigo purista del lenguaje, la “salvedad”, está todo lo garantizada que puede estar una vez que entidades como la FAA o la europea EASA dan el visto bueno y un avión entra en servicio.

Agregamos aquí: Tenemos esperanzas de que el Boeing 787 volará de nuevo pronto, que será un avión señero. Por hora hay que tener paciencia y seguir de cerca esta apasionante investigación. La aviación sigue avanzando.

Nota aparecida en la edición de febrero 2013 del periódico Aeromarket

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