El domingo pasado ganó Javier Milei y hoy es el Presidente electo de los argentinos. A lo largo de poco más de dos años, este economista ha explicado con particular éxito y sin tapujos lo que debería hacerse para que la Nación Argentina salga de la severa decadencia en que se encuentra. Milei no ha ahorrado expresiones ni histrionismo para graficar sus posiciones respecto de temas cruciales. También ha aportado proyectos y modos de ejecutarlos sin dobleces y, sobre todo, sin rehuir a debates muchas veces agresivos y cargados de imposturas periodísticas, lo que nos lleva a suponer que las ideas del nuevo Presidente electo han sido expuestas hasta con descarnada claridad ante los electores que las prefirieron por sobre las de su adversario Sergio Tomás Massa.
Es posible que el nuevo Presidente haya sido elegido por ser un outsider de la política tradicional y por sus características profundamente disruptivas respecto de lo que se ha hecho desde el poder en los últimos 90 años, pero no debería haber dudas de que Milei ha sido claro sobre lo que se proponía hacer.
El Presidente electo ha manifestado con especial énfasis sus propuestas monetarias y fiscales; su aproximación a las penurias de la pobreza que padecen la mitad de sus conciudadanos; ha esbozado planes para modernizar las relaciones laborales; ha fijado su alineamiento en materia internacional y también la firmeza (junto a su vicepresidente) con que abordarían la seguridad interna y externa –que hoy son concepciones unidas en casi todos los países– y, muy particularmente, su coincidencia con los principios institucionales expresados en la Constitución Nacional, con especial simpatía por la versión original de 1853/60, sin referirse demasiado a la Reforma de 1994. En resumen: el doctor Javier Milei dijo lo que se proponía hacer si llegaba a la Primera Magistratura. Y llegó.
Dada la gran difusión de su pensamiento basado en las ideas de la libertad y la sociedad abierta, es posible inferir que la mayoría de los ciudadanos sabíamos el pasado domingo lo que podíamos esperar de su administración.
Durante la mayor parte del año, los argentinos asistimos a un tortuoso, interminable e instrumentalmente confuso proceso electoral en el cual consciente o inconscientemente, hemos determinado en elecciones sucesivas la conformación de gran parte del Congreso Nacional, la titularidad de los gobiernos y legislaturas provinciales, y las autoridades de municipios y concejos deliberantes (o similares), lo cual tiene incidencia directa en un sistema político basado en la separación de poderes y jurisdicciones. Ante esta situación se halla la Argentina de hoy que eligió un Poder Ejecutivo Nacional que propone imprescindibles y profundos cambios, un parlamento sin mayorías, un sistema federal bastante definido, y gobiernos de proximidad con creciente peso político en la mayoría de las provincias.
Una particularidad de las elecciones que acaban de concluir ha sido la participación y preferencias de una juventud transversal desde el punto de vista social, que parece mostrar una gran participación y una férrea voluntad de cambio respecto de la injerencia del Estado en sus vidas, a la vez que exhibe una formidable aspiración al progreso basado en la libertad, la tecnología y la modernidad y su recelo hacia el corporativismo creciente en que han vivido sus padres y abuelos.
Desde la madrugada del lunes, comenzaron a surgir los nombres de los principales colaboradores de Javier Milei para la gestión que iniciará en poco más de dos semanas. Como ya se sabía (y se advirtió desde ARMKT, ver aquí), algunos de esos potenciales funcionarios provienen del mismo equipo que integró Milei en la última etapa corporativa de su vida profesional, más precisamente de la empresa Aeropuertos Argentina 2000.Hasta el momento en que escribimos estas líneas, el número de excompañeros de trabajo del Presidente electo es muy importante. En este punto es inevitable colegir que la aviación no es un sector ajeno a lo que se supone estaba orientada o inserta la compañía que integraban, sin embargo es muy poco lo que se ha dicho en materia de política aeronáutica para la Argentina, excepto la no muy meditada propuesta de entregar Aerolíneas Argentinas (AR) a sus empleados y la voluntad complementaria y genérica de abrir los cielos. Y un dato concreto e inquietante que sí está en el archivo de Milei: Su pequeño bloque en Diputados se ausentó de la sesión en que se aprobó la tasa de seguridad para la Policía de Seguridad Aeropoertuaria. Un dato no menor que en su momento la oposición al gobierno de Alberto Fernández, Sergio Massa y Cristina Fernández subrayó con marcador grueso.
Volviendo a Aerolíneas, ¿por qué poco meditada o estudiada la propuesta lanzada por Milei? Pues porque no parecen ser proyectos elaborados, ya que no podrían implementarse con la rapidez que demanda la fragilidad financiera de la Argentina y el tiempo que implicaría derogar leyes* y/o suplir los servicios que hoy presta la deficitaria aerolínea del cóndor. Como dice el experto Carlos Vázquez, “… no se puede suplir los servicios de cabotaje de Aerolíneas rápidamente, ni pensar que los empleados puedan brindar un management profesional a la altura de la aviación de hoy en día; y respecto de la privatización, la empresa, aún regalada o vendida al simbólico precio de 1 dólar, es muy cara…”. Por lo tanto, en este punto faltan muchos datos o mejores ideas que hagan que la aerolínea no pierda más dinero por la simple razón de que no hay cómo sostenerla. Sin embargo hay algo que es cierto: A Aerolíneas la pueden salvar sus integrantes pero no como propietarios, sino sacrificándose por ella como tendremos que hacerlo todos los argentinos de las más diversas actividades.
Respecto del sindicalismo y las ideas de Milei para AR, en la madrugada de hoy (22 de noviembre), hubo una fuerte discusión de los autodenominados Gremios Aeronáuticos. Según fuentes de ARMKT, de un lado estaban AAA, UPSA, APTA y APA, que se oponían rotundamente a recibir la aerolínea y acordar con Milei, y del otro APLA, en realidad Pablo Biró, que simpatizaba con la idea, finalmente se impuso el criterio de la mayoría que sería el de enfrentar al Presidente electo. Por eso se habría encomendado a Biró aclarar su posición en público, lo que habrá llevado esta mañana al secretario general de APLA a amenazar con “muertos” la voluntad popular expresada en las urnas. Horas después salió APLA a suavizar. Ojo, Dios no lo permita, pero me atrevo a profetizar que si esto lleva a la violencia, los caídos no serán quienes dirigen sino los dirigidos. ¡Atentos muchachos!
Si nos dejáramos llevar por rumores casi confirmados, habría mucho más para decir y advertir, por ejemplo, sobre el cuasi inminente desembarco de la Fuerza Aérea en la aviación civil (nombramientos de militares en ORSNA, ANAC y EANA). También se podría agregar las operaciones de un importante periodista que ha sugerido nombres con un pasado vidrioso que los integrantes activos de la Aviación Civil Argentina conocen muy bien, pero esperaremos con prudencia a que el Presidente electo confirme su equipo para el sector y su política aeronáutica.
Aunque prácticamente no hay áreas que no requieran medidas extremadamente urgentes, el problema que enfrenta Javier Milei es dramáicamente complejo por los procesos institucionales que exigen las enormes reformas que ha planteado el candidato durante la campaña, y avalado el voto popular hace unas horas, por lo que se requerirá algo así como una segunda etapa de consensos políticos que no debería fallar para una reorientación efectiva y duradera de la república. Tengamos en cuenta que los partidos opositores al peronismo nunca logran leyes de emergencia económica que les otorgue un amplio margen de maniobra en tiempos de zozobra profunda y generalizada como la que se repite hoy.
Es muy prematuro anticipar cómo se están tejiendo alianzas y consensos para lograr avanzar en lo que no puede demorarse más. La Nación está en una pendiente muy pronunciada y hay que tomar medidas rápidas, eficaces y duraderas.
Para finalizar compartiré una intimidad: el domingo pasado fui fiscal por La Libertad Avanza en una de las miles mesas. Luego de abrir las urnas y contar votos muy parejos, me sobresaltó una cierta angustia. Al llegar a mi domicilio encendí el televisor, estaba el ministro Massa reconociendo la derrota. Salí al balcón y me desahogué porque esperaba el fin de algo y el comienzo de una etapa totalmente distinta. Brindé con la familia. A las 00:01 del lunes volví a ser el periodista que quiero ser y como tal asumí mi rol de crítico del poder. Más allá de eso, hay algo que me satisfizo enormemente del discurso que pronunció Javier Milei como flamante Presidente electo, fue un párrafo en que mencionó a las “fuerzas del cielo”, y una frase es especial: “Dios bendiga a los argentinos”. Yo digo a esa expresión amén, y aporto el texto del Salmo 127:1 que es parte común de la Biblia y el Talmud que Milei ha dicho que estudia y estudiará más al dejar la Presidencia, el cual dice así: “Si DIOS no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia.” Otra vez, como hombre de fe, digo amén. Suerte y coraje señor Presidente, que Dios lo bendiga especialmente a usted y su equipo.
Se verá.
Ley 26.412 en su artículo 9º: “En ningún caso el Estado nacional cederá la mayoría accionaria de la sociedad, la capacidad de decisión estratégica y el derecho de veto en las decisiones de la misma.”
Ley 26.466, en su artículo 3º: “Para garantizar la prestación de los servicios, su ampliación y mejoramiento, el Poder Ejecutivo nacional instrumentará los mecanismos necesarios a los fines de cubrir las necesidades financieras derivadas de las empresas mencionadas en el artículo 1º de la presente ley, acorde al artículo 26 de la Ley 26.422 de Presupuesto de la Administración Pública Nacional.”
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