En la mañana del lunes 21, ayer, al retomar el trabajo y abrir los mails, me golpeó una tristísima noticia: el pasado sábado 19 –mientras yo estaba lejos de celulares y comunicaciones– Diego Ortega nos había dejado.
Fue un dolor punzante en el alma. Quedé perplejo por un minuto o un día ¡qué se yo! Luego, en algún momento que no puedo precisar, se agolparon en mi mente decenas de “flashes” con episodios de mi relación con Diego, sobre todo, con imágenes de nuestra niñez aeronáutica.
Con Diego compartí muchísimos días de juego en el querido aeródromo de San Justo. Los aviones eran por entonces nuestros “juguetes”, en ellos simulábamos mil vuelos de combate o nos sentíamos comandantes en vuelo de una aerolínea fantástica. Con el tiempo, el juego se hizo algo un poco más serio y, cada uno por su parte, separados por esas cosas de las distancias y la vida, aprendimos a controlar un avión en el aire ya que, como les conté “volar”, esa pasión espiritual, venía de antes, quizás en los genes.
Nos encontramos de nuevo hace seis, o tal vez siete años. Él ya era un empresario aeroaplicador y un luchador de esa noble profesión; yo (entre otras cosas) un periodista aeronáutico preocupado por lo que sucedía en esa especialidad de la aviación argentina.
Desde entonces compartimos no pocas actividades profesionales vinculadas a lo que cada unos hacía y, cada tanto, nos encontrábamos un par de horas para recordar tiempos pasados e intentar pensar sobre un futuro que para el apasionado entusiasta que era Diego –y yo le hacía “pata”–, se percibía infinito, ilimitado …
¿Cómo poder explicar el dolor que siento? ¿Cómo participar a la comunidad aeronáutica que mi amigo Diego Ortega, Presidente de CAPBA, ya no está físicamente con nosotros? Casi no encuentro las palabras, y ya han pasado casi 3 días …
Aeromarket está de duelo y yo, su director, triste. Sólo el recuerdo de lo que compartimos me acompaña, en procura de la resignación, espasmódicamente.
Oramos por el consuelo de la familia Ortega y de toda la familia aeronáutica que lo quería tanto.
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