Según la National Transport Safety Board (NTSB) de los Estados Unidos, el percance que sufrió un B787 Dreamliner el 7 de enero de 2013, se debió a un diseño defectuoso, por lo que Boeing es el único responsable por el recalentamiento de una batería y un pequeño incendio abordo de un avión de Japan Airlines y las autoridades por no haber detectado el problema en el proceso de certificación.
El incendio sucedió cuando el avión de Japan Airlines, se encontraba detenido y sin pasajeros en el aeropuerto de Boston (Massachusetts), por lo que no tuvo consecuencias que lamentar en términos de vidas o heridos.
Como se recordará, la autoridades decidieron suspender los vuelos del B787 durante tres meses hasta que el fabricante lograra asegurar que un sobrecalentamiento no produciría un incendio en vuelo. Boeing trabajó contra reloj y logró diseñar una caja que aislaba la batería y la desconectaba en caso de que el calor sobrepasara ciertos rangos de temperatura.
El informe de la NTSB determinó que Boeing falló al no anticiparse durante el diseño y el período de pruebas de la batería a la posibilidad de que se produjese un incidente de este tipo y sostuvo que la Administración Federal de Aviación (FAA) también es responsable por no haber detectado esa debilidad. El fabricante y la FAA habían certificado que un problema de calor en una de las células de la batería no podía extenderse a las otras, algo que ocurrió con el avión de Japan Airlines.
La NTSB realizó dieciséis nuevas recomendaciones para que tanto los fabricantes aeronáuticos como la FAA refuercen sus controles e incrementen los requisitos a la hora de certificar la seguridad de las baterías de iones de litio de las aeronaves.
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