Un aeródromo clausurado, un hospital sin terminar, instalaciones alambradas y aparentemente “alquiladas” a terceros, mandatos vencidos, balances que no cierrarían, aeronaves averiadas y a merced de vándalos, son sólo algunas de las historias que circulan en torno del Aero Club Argentino, la entidad madre de la aviación civil y militar de la Argentina.
Seguramente hay mucho de cierto en las versiones que pueden recogerse en las inmediaciones del Aeródromo San Justo, ya que los mandatos de la actual gestión efectivamente han expirado y las imágenes que se recogen de las instalaciones no hacen otra cosa que confirmar que la otrora transitada plataforma del aeródromo luce como una suerte de complejo deportivo.
De confirmarse la situación descripta sería gravísimo, no sólo porque se trata de un entidad regida por la Inspección General de Justicia que debería velar por la correcta administración y cumplimiento legal de este tipo de organizaciones, sino porque el Aero Club Argentino es parte de la historia de la aviación nacional.
Ya nos ocupamos de las irregularidades hace unos años cuando la actual Comisión Directiva volvió a ganar una elección extraña en medio de rumores que alarmaban, pero aquello, a la luz de lo que habría sucedido en los últimos años, quedaría tan solo como la ejecución inicial de una forma de proceder que no sólo habría dilapidado la mayor parte del patrimonio del club sino que prácticamente ha liquidado el mismísimo prestigio de la institución fundada por Jorge Newbery, Aarón Anchorena y tantos hombres de visión.
Apelamos a todas las autoridades nacionales, provinciales y municipales a poner las cosas en orden. Llamamos a los socios, ex socios y amigos a reunirse en torno a banderas limpias para recuperar la entidad y llevarla a donde corresponde. Alentamos a la Administración Nacional de Aviación Civil y a la Fuerza Aérea Argentina a que reconozcan que se trata de la entidad originaria de su propia existencia para que colaboren en la búsqueda de la regularización y recuperación del Aero Club Argentino. Y alzamos también nuestra mirada a la Justicia para que por algún medio se investigue lo que ha ocurrido y se actúe con la severidad que corresponde.
Es un tiempo de definición, no queda mucho que rescatar en términos de bienes, pero tal vez todavía se pueda salvar la esencia de la institución y defender el campo que le pertenece como legado histórico.
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