¿Afectará una mudanza a la aviación?
Sin dudas, la Gobernadora no lo sabe: Su mudanza al aeródromo Presidente Rivadavia es motivo de preocupación en la comunidad aeronáutica que trabaja allí.
El caso es así: María Eugenia Vidal, Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, debe mudarse a un lugar más seguro, y no muy lejano al barrio en donde residió en los últimos años, para que sus hijos no sufran demás lo que ya deben soportar como consecuencia de las nuevas funciones de la mamá. El lugar elegido para instalar a la mandataria fue la casa del jefe del aeródromo de Morón, un chalet con parque al que se accede desde la avenida Eva Perón y que, por estar en donde está, tiene la necesaria infraestructura para el despegue y aterrizaje del helicóptero que utiliza la funcionaria para ir y venir a la sede del Gobierno provincial en La Plata.
A partir de la decisión de la mudanza, muchas cosas sucedieron en el aeródromo civil que por decisiones tomadas en las épocas más autoritarias de la Argentina quedó en manos de la Fuerza Aérea. Por ejemplo, las credenciales que se otorgan a las personas que suelen ingresar y transitar por el aeródromo se están demorando y hasta se ha dicho que dejarían de emitirse. También se ha difundido la versión de una mayor militarización del lugar, con el desplazamiento de las instalaciones civiles que allí funcionan a otro parte.
Los que cuentan con algunos años en su haber tienen una sensación de “déjà vu” que no los sorprende, ya que la historia de la relación de los hombres de azul con la aviación civil enseña que éstos nunca perdieron la oportunidad para extender controles y consolidar territorio aunque ello implique restringir la actividad aeronáutica que no fuera la propia (cuando la había).
Tal vez al Jefe de la BAN Morón le ha sorprendido la tremenda responsabilidad de proteger a una servidora pública que junto con sus tres hijitos será vecina de hangares, escuelas de vuelo, talleres —y paradójicamente casi ninguna actividad militar— y se encuentre a punto de decidir un operativo cerrojo de proporciones bélicas para asegurarse de que nada se mueva en los alrededores de la casa, ni a centenares de metros a la redonda, sin razonar que lo necesario es profesionalismo a los efectos de establecer patrones adecuados a la real naturaleza del asunto.
Hace unos días, la comunidad aeronáutica saludó la visita del señor Ministro de Transporte, el Administrador Nacional de Aviación Civil y varios de sus respectivos colaboradores a aeródromos y aeropuertos donde transcurre la actividad aeronáutica civil. Se dijo que deseaban ver “in situ” las dificultades y el potencial de la infraestructura aeronáutica instalada. La muestra del interés ministerial resultó una novedad para el sector y eso bastó para generar algún grado de esperanza para una aviación que lleva años deprimida. Sin embargo, algunas medidas destempladas podrían dañar lo que se siembra y hasta la imagen de una política diferente que ha hecho de la sencillez un culto y de la humildad una razón de ser.
Es muy posible que estemos a tiempo de frenar las casamatas, alambres de púa y tanquetas o, lo que es más relevante, descomprimir la angustia que ciertos procederes generan en la gente que quiere trabajar en los pocos lugares que la aviación civil ofrece en Morón.
La Gobernadora seguramente no se ha enterado de todo esto. Cuando llegue a su conocimiento lo más seguro es que ponga las cosas en orden y de paso, se entere que el aeródromo en donde va a vivir, que está en la jurisdicción de la provincia que administra y en el municipio que conduce el padre de sus hijos, fue civil y debe volver a serlo.
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