Editorial de Aeromarket 189
El día que César Falistocco y su equipo despegue de la pista del Aeropuerto Arturo Merino Benítez para realizar su show aéreo, se habrá concretado un sueño que parecía imposible: Que la Escuadrilla Argentina de Acrobacia Aérea pinte de celeste y blanco el cielo de Chile.
El mérito será todo para la propia Escuadrilla ya que en la fantástica y trágica Argentina del subsidio no hubo ni dinero ni gestión, es decir voluntad, por ayudar a que nuestros compatriotas llevaran algo de la excelencia que queda en nuestro país, para que al menos una bocanada de aire puro agudice los contrastes de lo que para el exterior es “el enigma argentino”.
Por qué ¿de qué otra manera podríamos entender la secuencia de las desventuras que se transitaron hasta que, con orgullo, aquel avión de la Escuadrilla con los colores patrios, apareciera en la tapa de El Mercurio –principal diario de Chile– como parte de la ilustración que anuncia la inminente inauguración de la feria aérea más importante de Latinoamérica?
Atrás habrán quedado los intentos de César Falistocco por lograr alguna ayuda ante el Ministerio de Turismo, la banca oficial, los gobiernos de provincia (que tantas veces sponsorean dudosas muestras artísticas con cientos de miles de pesos), del BADEA, FADAR, ANCA –y quién sabe cuántos acrónimos oficiales u oficialoides más– y, por supuesto, la Administración Nacional de Aviación Civil, que en lo hecho negaron cualquier tipo de colaboración a quién tenía como objetivo no sólo el legítimo deseo de hacer conocer su propio arte, sino la determinación de galardonar con el ribete albiceleste de su fumata, la prestigiosa reunión de las alas sureñas del continente.
Y ni hablar de la Cancillería, que negó hasta la mínima acreditación como delegación oficial (lo que hubiera ahorrado unos $30.000) a la Escuadrilla, mientras la tramitaba para empresas cuya existencia debería ser objeto de investigación.
Finalmente, serán más de 100.000 pesos los que el propio equipo acrobático gastará para lograr lo que será la consumación de un sueño propio que, como ya fue dicho, aportará prestigio a la imagen nacional.
Lo que señalamos merece nuestra nota editorial no sólo por los argumentos ya expresados, sino porque es necesario que se tenga dimensión de cierta desidia oficial que desaprovecha oportunidades y ventajas que bien podrían alentarse sin costos y firmando unos cuantos papeles; y que esto ocurre cuando se celebran el centenario de la muerte de Jorge A. Newbery, paradójicamente, en ocasión de planificar su propio cruce de los Andes.
Unas líneas del presidente de la Federación Aérea de Chile a Falistocco que ha deslizado en nuestra mesa de trabajo un lector de confianza, abona con elocuencia nuestra tesis: “[P]ara la aviación chilena es un gran orgullo tu participación en FIDAE 2014. Sin dudas tu entusiasmo y profesionalismo engrandecen nuestra actividad. Tu aporte a la difusión de la aviación experimental es de relevancia y la ponen en un lugar de honor. Recibe nuestro reconocimiento y cuenta con nuestro apoyo.” Lo firma Marcos Arellano Venegas.
Además, no se escapa a nuestros lectores que FIDAE es un encuentro comercial y militar por excelencia y que por primera vez tendrá la participación de la aviación deportiva amateur con la Argentina como portadora de la batuta en la especialidad.
Por eso, a toda la troupe de la Escuadrilla Argentina de Acrobacia Aérea ¡felicitaciones! Lo hicieron solos y otra vez el reconocimiento será exclusivamente para ustedes.
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