Hoy es un día triste, desalojaron de su hangar en el Aeropuerto Internacional de San Fernando, a la tradicional escuela de vuelo ALAS ARGENTINAS.
No conocemos el caso que ALAS ARGENTINAS discute en la Justicia, pero a priori parece raro que se habilite la feria judicial para irrumpir en un hangar, cargar en un conteiner todo lo que cupiera, exigir que se retiren los aviones y dar algunos días para que se desempotre de las paredes los equipos climatizadores. Sin aviso. Sin intimación. Sin contemplaciones.
En muchos lugares todos decimos ser alguien más cuando se lastima a uno más débil o se sospecha de una injusticia en curso. Hoy yo me siento ALAS ARGENTINAS. Pero me temo que no “todos somos ALAS ARGENTINAS”.
No escucho muchas voces levantándose a informar lo acontecido, ni colegas sumándose solidariamente para ayudar a ALAS ARGENTINAS en lo que pudiera necesitar. Tal vez no se sientan ALAS ARGENTINAS. Quizá sea oportuno recordar nuevamente a Bertolt Brecht por aquello de “… un día vinieron por mí y nadie dijo nada …”
Aeropuertos Argentina 2000 ahora podrá dar en concesión –siempre precaria claro– las instalaciones que forjó ALAS ARGENTINAS a un precio elevado, pero más allá de lo legal de una resolución las formas de llevar a cabo un procedimiento revelan mucho del asunto.
Hace unos cuantos meses Lan Argentina sufrió atropellos en Aeroparque, nos solidarizamos con LAN, también cuando cancelaron sus vuelos internacionales desde Rosario. Las circunstancias son otras, pero el proceder parece el mismo. Ayer fuimos LAN y hoy somos ALAS ARGENTINAS.
En el Aeropuerto Internacional de San Fernando no quieren escuelas de vuelo pero, parafraseando lo que escribió Orwell en “La Granja de los Animales”, allí todas las escuelas son iguales, pero hay algunas que son más iguales que otras.
El la Argentina la prepotencia es una constante, puede ser con o sin uniforme, el espíritu fascista sobrevive en regímenes aparentemente distintos pero nominalmente iguales. Las causas judiciales también son diferenciales; no importa si una fortuna negra va de acá para allá y hay confesos testigos, algunos jueces se toman sospechosamente años para verificar las comas y comillas de cada foja del expediente cuando el principal acusado pertenece al poder. Mientras tanto el que trabaja y no es amigo del mandamás recibe una patada en donde no dá el sol en una asoleada tarde de vacaciones judiciales.
¡Es lo que hay! devuelve un eco constante en las calles que caminamos los laburantes; pero las cabeza que se levantaron para ver la anomalía perturbadora se bajan mansamente para seguir la cansina ruta de nuestras obligaciones.
No sé por qué ALAS ARGENTINAS fue desalojada, pero me entristece y me parece muy extraño.
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