Todas las semanas se informan avances en la aviación. Motores a reacción cada vez más eficientes, plantas de poder eléctricas, sistemas mixtos, desarrollos en aerodinámica y progresos concretos en el uso del hidrógeno, se presentan al unísono con proyectos de aeronaves supersónicas que rozarían el vuelo espacial y el diseño de un espacio aéreo que incorpora el vuelo de aeronaves urbanas e interurbanas de despegue y aterrizaje vertical, tripuladas o autónomas. La revolución en curso se acelera a paso firme y, en muchos casos, con pruebas de vuelo reales y fecha de inicio de operaciones increíblemente próximas.
Un dato que ilustra lo que sucede desde hace tiempo en la aviación –y en todas las áreas del conocimiento y la producción humana– es el de la tendencia en las inversiones en nuevas tecnologías de movilidad aérea que, en términos globales, ha registrado un 83% de incremento en los últimos cinco años, para llegar a totalizar un salto de los 500 millones de dólares invertidos en 2018, a los 4.600 en el presente año y el gran salto, a partir de 2019, año de irrupción del COVID-19, en que las inversiones en nuevos sistemas de transporte aéreo se incrementaron en casi 4.000 millones de dólares.
Al desglosar las cantidades de un estudio de S&P Global Market Intelligence, se puede observar que el 80% (4.200 millones) de las inversiones se realizaron en movilidad aérea urbana tripulada, mientras que el resto de las inversiones se distribuyeron entre el vuelo de drones de seguridad y carga (800 millones con un porcentaje que creció significativamente entre 2020 y 2021); las tecnologías asociadas a los vuelos supersónicos y el espinoso asunto de la sostenibilidad de la aviación.
Lo que el mercado está determinando a partir de 2014, con especial énfasis en el período 2017-2018, y un crecimiento exponencial entre 2019 y lo que va de 2021, es que la movilidad aérea urbana tiene una inercia irrefrenable.
Esta nueva aviación modificará a la tradicional con nuevos trabajos y oportunidades, cambios en las ciudades y aeropuertos, en otras palabras cambios en la sociedad en su conjunto.
Las ciudades incorporarán puertos aeréos UAM a sus urbanizaciones y los aeropuertos y aeródromos regionales probablemente desempeñarán un nuevo papel en la aviación al ofrecer a los pasajeros posibilidades de abordar aeronaves de media distancia (500 km) a no más de 30 minutos del domicilio del pasajero, mientras que los aeropuertos de mayor complejidad seguirán con las operaciones de aeronaves de larga distancia.
Las inversiones están señalando un camino interesantísimo que obviamente ya se observa en experiencias logísticas en las naciones más avanzadas en donde se están concretando entregas de paquetes con drones especialmente concebidos.
Una nueva aviación está surgiendo en los países más avanzados, por ejemplo, en lugares como Estados Unidos, Europa y Asia todos los sectores están pensando en los cambios que cada sector deberá hacer para adaptarse al nuevo ecosistema de aviación.
Alguno podrá pensar que augurar tantos cambios en medio de la pandemia y las mutaciones del SARS-CoV-2 es un pronóstico demasiado precoz y hasta aventurado, pero al observarse el volumen de inversiones se aprecia que el mayor salto de inversión se ha producido en medio de la crisis sanitaria o, si se prefiere, a pesar de ella y de su impacto en la aviación. Por eso no prever y pensar en los cambios que se avecinan sólo significarán postergación y atraso.
Latinoamérica está muy rezagada en la ponderación de lo que sucede y sólo Brasil está trabajando proactivamente para incorporarse al mundo que viene. Eve Urban Air Mobility Solutions Inc. una empresa independiente formada por Embraer, para acelerar el ecosistema UAM en todo el mundo, está en marcha y no es la única brasileña que piensa en el futuro de la movilidad urbana.
Es tiempo de resolver el presente y concentrarse en el futuro.
