La aviación civil y la guerra

Sanciones cruzadas • Por Luis Alberto Franco

La agresión militar de Rusia a Ucrania el pasado 24 de febrero ha tenido como respuesta una fiera resistencia armada del ejército y la población ucraniana y sanciones occidentales. En el campo de batalla se han destacado el valor de quienes defienden su hogar, pero también una serie de armamento occidental de última generación y relativamente ligero que daña con efectividad –y sorpresa por su movilidad– columnas de blindados y sistemas de armas aéreos; en el caso de estos últimos, se ha observado una cierta fragilidad rusa para lograr el control completo y permanente del espacio aéreo del teatro de operaciones.

No es el propósito de esta columna profundizar sobre aspectos tácticos y técnicos del conflicto más allá del recuerdo de aquella definición del general francés André Beaufre quien dijo que la estrategia es el “… arte de la dialéctica de las voluntades respaldadas por la fuerza, para la solución del conflicto”, lo que equivale a decir que en la guerra quebrar la voluntad del enemigo es el objetivo más preciado.

La aviación, nuestro tema habitual, sufre las consecuencias de un conflicto que podría agudizarse con el paso de los días y la falta de una salida más o menos honrosa, para Rusia.

Occidente ha sancionado al agresor con una serie de medidas que cancelan toda posibilidad de transacción entre los principales economías del mundo occidental y la Federación Rusa, su aliado Bielorrusia, sus empresas y los líderes empresariales más importantes de esos países. Entre los impedimentos férreamente controlados, está la provisión de aeronaves, mantenimiento, equipos y repuestos, además del cierre de espacios aéreos nacionales a las aerolíneas rusas.

En una nota anterior señalamos que occidente podría verse afectado por la provisión de ciertos minerales y piezas como el titanio, que forman parte de las más nuevas tecnologías de construcción de aeronaves. En ese sentido, los tres mayores constructores de aviones han asumido distintas actitudes.

En el caso de Boeing la decisión, como no podía ser de otra manera por el mandato del gobierno de los Estados Unidos, será no comprar nada en ruso, por lo que suspendió un acuerdo con el VSMPO-AVISMA, que es el mayor proveedor mundial de titanio. Es más, Boeing decidió cancelar, al menos temporalmente, las relaciones con la empresa conjunta Ural Boeing Manufacturing (UBM) que constituía un avance estratégico en la investigación y desarrollo de nuevas aleaciones y materiales para la industria aeroespacial.

Aunque Boeing estima que la suspensión en la provisión de las piezas no afectará su producción en el corto y mediano plazo, no puede asegurar que una confrontación prolongada en las relaciones políticas y económicas de Washington con Moscú, no afecten la fabricación de aeronaves.

En cuanto a Airbus, empresa que se provee de más del 50% de titanio de Rusia, la situación se presentaría más delicada. Según informó Reuters Airbus continúa obteniendo titanio de Rusia aunque trabaja para sustituir proveedores, pero su provisión corre riesgos de dañar su ritmo de producción.

Otro fabricante importante, Embraer, dice tener una provisión importante de materiales que compraba a Rusia.

 

La reacción rusa

Recientemente, el presidente Vladimir Putin aprobó una ley que habilita a las aerolíneas que arriendan aeronaves a compañías occidentales a no devolver cientos de aviones que operan, como así también a dejar de pagar su alquiler (que de cualquier manera no podrían pagar por las restricciones en las transferencias), lo que significa una pérdida potencial de 10.000 millones de dólares que complicaría la  situación financiera de los grandes lessors lo que a su vez implicaría graves derivaciones económicas para la industria de la aviación.

Por el lado ruso, las aeronaves ahora usurpadas, podrán volar por un cierto tiempo ya que no recibirán lo necesario para sostenerse en vuelo.

En otros segmentos de la aviación las consecuencias de la guerra son importantes ya que el mercado ruso aeronaves que no son grandes transportes se convirtió en un demandante interesante.

La extensión del conflicto agravaría la situación constantemente. La aviación , que había comenzado una cierta recuperación de la actividad luego del COVID-19, presenta hoy nuevas complejidades  y desafíos que podrían volver a golpear al sector con dureza. El potencial del verbo podría mostrar un optimismo realmente injustificado ya que con sólo observar los precios del petróleo la esperanza de un regreso a la actividad aeronáutica de 2019 se está esfumando.

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