#HaganLobby

Carta de un repatriado. Gustavo Fernández

El título arriba puede parece un hastagg, ciertamente. Pero amerita ser considerado título, toda vez que resume la ordalía de un varado en Ecuador y la ¿solución? propuesta por el Consulado en Quito que desembocó -a los efectos de estas líneas y este medio enfocado en lo aéreo- en una travesía mezcla de bizarría e inoperancia. O, como diría el tango, “mezcla de Museta y de Mimí”.

Fui pasajero del vuelo “humanitario” (por lo menos, así lo titularon los medios, entiendo que a partir de gacetillas de prensa de la propia línea aérea) de Aerolíneas Argentinas AR 1911 que el domingo 12 de abril nos trasladara (a un servidor y otros 240 compatriotas) hasta Ezeiza. No abundaré (porque excede los alcances de este escrito) las vicisitudes padecidas por la ineficiencia del personal consular allá, como tampoco la inoperancia que a posteriori del vuelo nos hiciera padecer la Comisión Nacional Reguladora del Transporte de la Nación a quienes nos enviaban a nuestros domicilios en distintas provincias. Me permitirá el lector, entonces, narrar (para no ser víctima, luego, del “relato épico”) lo que atañe con precisión a dicho vuelo.

En primer lugar, el mismo parece no haber surgido ni de la primitiva intención de Cancillería y, mucho menos, de la “gestión” de consulados y embajada en ese país. Precisamente, cuando una y otra vez insistimos ante las autoridades diplomáticas de nuestro país en busca de soluciones y respuestas para la repatriación, lo único que recibimos es la frase del título: “hagan lobby” (en referencia a que nos encargáramos de ejercer presión sobre los medios periodísticos). Y lo hicimos: tanto y con tanta insistencia, que no puedo menos de entender que la decisión de fletar ese vuelo fue consecuencia de aquello.

El vuelo no fue gratuito, ciertamente. Quinientos dólares. “Si no pagás, no viajás”; tan simple como eso.

Pero alguien -defensor de esta gestión, seguramente- puede argumentar que ello es una opinión personal, por lo que me remitiré a señalar hechos:

– El vuelo no fue gratuito, ciertamente. Quinientos dólares. “Si no pagás, no viajás”; tan simple como eso. En tanto se “diseñaban” planes de vuelos realmente humanitarios hacia Guayaquil, de Quito y proximidades sólo pudimos evacuar quienes, entre gallos y medianoche, tuvimos capacidad de pago. Conste que no me quejo de pagar mi vuelo. Me quejo de:

1) haber tenido ya mi vuelo de regreso pago por LATAM y -a tenor de lo reiteradamente informado desde esta empresa- la “apertura de los cielos” para repatriarnos era imposible porque el gobierno argentino le negaba sistemáticamente esa oportunidad, pese a tener Latam su pasillo aéreo absolutamente funcional en esa fecha. Así es que se improvisa una ruta inexistente (la de Aerolíneas, que no vuela desde hace muchos años a Ecuador).

Recibo pago repatriación.

2) Normalmente –soy un viajero impenitente y ésta era mi quinta visita a ese país– un boleto aéreo normal (ida y vuelta) lo adquiero entre 400 y 700 dólares. Sé que un tramo tiene prácticamente el mismo costo que el vuelo completo, pero permítaseme señalar que el AR 1911 llegó a Quito con 160 ecuatorianos que estaban siendo repatriados a su país que pagaron lo mismo. Quiere decir que nuestra “aerolínea de bandera”, por un vuelo que se supone no debe tener fines comerciales, cobró mil dólares por vuelo “redondo”. Y evito extenderme en detalles circunstanciales como escuchar al personal del Consulado comportarse como verdaderos telemarketers ponderando el “ofertón” que significaba ese precio porque -entre otras lindezas- “era un vuelo sin escalas”. Arancel que pagamos, huelga decirlo, con el impuesto PAIS incluido.

Lindura de vuelo humanitario.

– Hubo situaciones lindantes, seguramente no con la ilegalidad, sino con la inmoralidad. Por ejemplo: entre las personas varadas una joven presentaba un cuadro oncológico, y debía estar de regreso el 10 de abril (o la fecha más próxima posible) para su regular sesión de quimioterapia. Pues bien, desde la empresa –para la venta del pasaje– no se comunicaron con ella, sino directamente con los padres (imaginarán ustedes el estado de desesperación de los mismos) para insistirles directamente, y sin pedir opinión a la directa implicada, en su compra. Un verdadero chantaje emocional.

Contingente evacuado. Foto: Vanessa Nervo.

– Al transitar por la manga, nos entregaron una bolsita con una botella de agua y tres snacks. Pensamos que en algún momento (seis horas de vuelo) tendríamos una comida caliente, toda vez que estuvimos seis horas antes en el aeropuerto por orden de la embajada (y con todos los puntos de comida cerrados). Los mismos tripulantes nos dijeron que todo en ese vuelo estaba “atado con alambre” y ni siquiera ellos contaban con comida. Esto no era tan así: vimos a tres caballeros de traje y corbata (¿funcionarios de la aerolínea?) a quiénes sí se les llevó bandejas con comida ya que, por lo visto, algunos tienen prioridades y beneficios.

– Se nos dijo que la entrega de esas bolsitas era para evitar el “tránsito” de personas durante el vuelo. Pues bien; al rato de alcanzar altura y velocidad de crucero, en los extremos de cabina se atravesaron los habituales “carritos” y se convirtieron en “puntos de abastecimiento”, con más botellas de agua, agua caliente y una bolsita más de snacks por pasajero … que debía levantarse de su asiento, ir y venir para retirarlos, con lo que durante todo el vuelo los pasillos se parecieron mucho a cualquier calle peatonal en horario bancario sin pandemia.

Quinientos dólares después, decía, llegamos a la Argentina. Huelga aclarar que graciosamente en la hilera para acceder a la manga se nos exigía mantener “distanciamiento social”, al igual que al descender, pero, por motivos obvios, durante seis horas estuvimos apiñados en una cabina donde ese “distanciamiento social” rondaba los veinte centímetros. Realmente, en algún momento pensamos que el costo era para reducir la cantidad de asientos ocupados y así cumplir las normativas pero se ve que, elevados del suelo, no aplica. Durante el vuelo no se nos proveyó de mascarillas ni guantes para el caso eventual que alguno deseara cambiar el propio o éstos se rompieran.

Sé que algún defensor de AR argumentará que “la enorme mayoría de los pasajeros estaba conforme” y puede presentar la “evidencia” de algún video informal donde se ve a muchos aplaudiendo a la tripulación. Es que ése es el punto, precisamente: los aplausos habrán sido para los tripulantes, no para la empresa.

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3 Comentarios
  1. carlos dice

    Y lo mas triste de todo es que lo hacen con una épica para justificar el despilfarro de plata que hacen con la empresa el resto es ineficiencia, para colmo ideológica y siempre la mentira como base.
    Humanamente solo queda el deber cumplido de la tripulación.

    1. Pino dice

      Cuando les agarre el covid19 a ustedes ojala que no tengan a mano el respirador q aerolineas arg. esta trayendo de china !! Son mala leche ! Quieren garronear el pasaje jjjaaajja

  2. Mariela Astrada dice

    Verguerza desde el consul hacia abajo. Bronca por Aeroluneas Argentina.trisreza por la terrible inmoralidad.

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