El pasado domingo 11, Richard Branson, Dave Mackay, Michael Masucci, Beth Moses, Colin Bennett, Sirisha Bandla, realizaron un vuelo espacial para dar inicio al programa de viajes turísticos que impulsa Virgin Galactic, una compañía liderada por el propio Branson. El vuelo fue el vigésimo segundo del VSS Unity (anteriormente conocido como VSS Voyager), y el primero que se realiza con una dotación completa.
Durante el vuelo la tripulación cumplió una serie de ensayos relacionados con la cabina, la experiencia del futuro turista espacial y la eficacia del programa de entrenamiento previo al vuelo de cinco días que diseñó la empresa.
El VSS Unity alcanzó una velocidad de Mach 3 después de ser liberado de la nave nodriza, VMS Eve. El vehículo llegó a la ingravidez espacial, a una altitud de algo más de 86.000 m, antes de emprender el regreso, con sus alas plegadas en la primera etapa, y desplegadas ya dentro de la atmósfera, para deslizarse suavemente hacia una pista de aterrizaje en el Spaceport America, localizado en Nuevo México, Estados Unidos.
Muchos empresarios han soñado ser pioneros del espacio, tres de ellos son Elon Musk, con su proyecto SpaceX y el vehículo espacial reutilizable que ya presta servicios a la Estación Espacial Internacional (ISS); Richard Branson, que acaba de realizar el vuelo preparatorio del turismo espacial y Jeff Bezos, el creador de Amazon, cuya visión sobre el cosmos alcanza la amplitud de una completa explotación comercial del espacio para el progreso humano.
El vuelo de sir Richard Branson, se parece al de un avión que llega al espacio, ya que el VSS Unity tiene alas y literalmente vuela desde otro extraño avión que lo porta hasta alcanzar los 15.000 metros necesarios para iniciar una segunda etapa independiente de vuelo en ascenso hasta alcanzar el espacio. Una vez logrado el objetivo, la aeronave, reingresa a la atmósfera para luego iniciar un planeo hasta aterrizar como lo hace cualquier avión.
El ascenso de Bezos, programado para el próximo 20 de julio, será el de cohete recuperable, que llevará una cápsula espacial que una vez terminada la misión reingresará para posarse como lo hacían los viejos módulos de comando de las misiones Apolo.
La discusión que se ha planteado es si el vuelo del domingo pasado alcanzó el espacio dado que hay diferentes criterios sobre dónde termina la atmósfera terrestre y comienza el espacio exterior. Son discusiones vanas ya que los flamantes astronautas disfrutaron de la ingravidez durante 8 minutos.
Tal vez, desde la aviación tradicional, se estime que la reciente incursión en el espacio sea más asequible a un vuelo y, por lo tanto, goce de mayor simpatía entre los pilotos que la puesta en órbita de una cápsula por un poderoso cohete, pero hay que ser justos: ambas misiones son realmente sorprendentes. Lo más loable de todos estos emprendimientos seguramente sea que, al final de cuentas, todos son proyectos de inversión privada de gran riesgo que merecen ser puestos en lo más alto del pedestal de los sueños humanos.
Sir Richard Branson dijo al regresar a tierra firme: “He soñado con este momento desde que era un niño, pero nada podría haberme preparado para la vista de la Tierra desde el espacio. Estamos a la vanguardia de una nueva era espacial (…) Nuestra misión es hacer que el espacio sea más accesible para todos. Con ese espíritu, y con el exitoso vuelo de VSS Unity de hoy, estoy encantado de anunciar una asociación con Omaze y Space for Humanity para inspirar a la próxima generación de soñadores. Durante tanto tiempo, hemos mirado hacia atrás con asombro a los pioneros espaciales de ayer. Ahora, quiero que los astronautas del mañana miren hacia adelante y hagan realidad sus propios sueños”.
Se ha escrito una nueva página en la historia del vuelo, una tan exitosa como la de hace unos meses con el SpaceX. El próximo 20 de julio se escribirá otra.
¡Viva la libertad, la iniciativa privada y los logros de visionarios!