El mundo está reconfigurándose. Las profesiones están en constante cambio desde antes del SARS-CoV-2, y la inercia que imprime la pandemia a la sociedad en su conjunto ciertamente es inusitada y vertiginosa. De lo que no parece haber dudas es que la salida o adaptación a la crisis sanitaria requerirá de decisiones creativas, flexibilidad, esfuerzo y buena voluntad.
Jason Voudri es un piloto que estaba en pleno cambio de trabajo cuando el Covid-19 golpeó a las aerolíneas. Pasó meses de incertidumbre antes de ser convocado para comenzar a volar en Air Senegal, pero desde el 8 de enero pasado está agradecido por tener trabajo en la profesión que ama.
Voundri tiene nuevas rutinas que respetar. Al llegar al aeropuerto le toman la temperatura y debe completar una rigurosa declaración jurada en la que certifica que no percibe los síntomas de virus.
En el cockpit limpia los comandos y tablero conforme a un protocolo estricto. Los vuelos, que antes eran diarios, se realizan tres días por semana. Se han agrupado destinos, agregado escalas y vuelos que eran directos ya no lo son.
Los pilotos que vuelan regularmente entre países deben someterse a reglas especiales que cambian conforme a las políticas de cada gobierno. Algunos países eximen a los pilotos de pruebas y cuarentenas. Hong Kong ha impuesto aislamientos y cuarentenas severas. En esos casos las aerolíneas tuvieron que acordar con los pilotos para mitigar todo lo posible el estar lejos de las familias por tiempo prolongado.
Los pilotos que vuelan regularmente entre países deben someterse a reglas especiales que cambian conforme a las políticas de cada gobierno. Algunos países eximen a los pilotos de pruebas y cuarentenas. Hong Kong ha impuesto aislamientos y cuarentenas severas. En esos casos las aerolíneas tuvieron que acordar con los pilotos para mitigar todo lo posible el estar lejos de las familias por tiempo prolongado.
Muchos aviadores están acostumbrados a la incomodidad de que sus narices sean exploradas reiteradamente y lo único que pueden hacer para seguir volando es rotar entre la fosa nasal izquierda y derecha para hacer más llevadero el hisopado.
Algunos gremios aeronáuticos advierten sobre las consecuencias que las cuarentenas podrían tener en la salud mental de sus afiliados. Están preocupados, pero buscan equilibrios razonables entre el bienestar de sus afiliados y la continuidad de las operaciones.
Meidan Barr, presidente de la Asociación de Pilotos de Aerolíneas de Israel, cree que el sistema actual no apoyará la recuperación pospandémica y propone que se realice un acuerdo global para reiniciar las actividades. Barr es un sindicalista que está pensando el futuro de la actividad. “En Australia y Taiwán las tripulaciones de vuelo sufren pruebas, alojamientos en hoteles con habitaciones sin llaves y hasta sin ventanas; durante ese tiempo se les suministra una alimentación fría que dejan a la puerta de la habitación y no tienen ni la posibilidad de salir a caminar o hacer ejercicios”, dijo Barr. “Es absurdo porque la mayoría de los pilotos israelíes están vacunados”, agregó.
La Federación Internacional de Asociaciones de Pilotos de Líneas Aéreas, la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte y los principales sindicatos de EE. UU., han instado a los gobiernos a dar a las tripulaciones de vuelo acceso prioritario a las vacunas. Esa es la lucha que están librando hoy.
Las posibilidades de trabajar no son las mismas
Jennifer Yurchuk trabaja en Canadá, tiene 29 años de experiencia como tripulante de cabina de pasajeros (TCP) de Air Transat, pero fue despedida a poco de comenzar la crisis del COVID-19 en la industria aeronáutica. No perdió tiempo y buscó trabajo, lo consiguió como mensajera de FedEx mientras espera que la aerolínea la reintegre a su puesto, algo que no sabe si ocurrirá.
Situaciones como la de Jennifer se multiplican, alcanzan a TCPs, técnicos y aviadores que en algunos casos son muy experimentados y han construido carreras ascendentes, sin embargo, la mayoría se formulan la misma pregunta que la mujer canadiense ¿volverán a trabajar como lo hicieron o tendrán que pensar en nuevos rumbos?
Las pérdidas globales de las aerolíneas en 2020, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo alcanzaron los U$D 118,5 mil millones de dólares. Para 2021 se estimó que la proyección sería de casi U$D 39 mil millones, pero vino la “segunda ola” y ya se sabe que los números serán mayores y que tendrán un impacto directo sobre los puestos de trabajo.
Algunos expertos auguran que la recuperación del empleo aeronáutico podría tardar años para llegar a los niveles prepandémicos, los más optimistas predicen que podrían lograrse recién en 2023.
Los trabajadores no saben si sus habilidades y conocimientos serán útiles en otro tipo de empleos y mucho menos si lograrán una remuneración tan buena como la que tenían en épocas de expansión de la actividad aeronáutica.
Los trabajadores no saben si sus habilidades y conocimientos serán útiles en otro tipo de empleos y mucho menos si lograrán una remuneración tan buena como la que tenían en épocas de expansión de la actividad aeronáutica.
El sindicato de pilotos de Air Canada, una empresa mixta que ha recibido subsidios gubernamentales en diversas crisis y también en la presente pandemia, ha contratado a una consultora para que diseñe planes de desarrollo y asistencia para la reinserción temporal o permanente de los profesionales que han sido suspendidos y tal vez deban enfrentar cambios laborales radicales para el resto de sus vidas. Air Canada licenció a 600 pilotos de su nómina, mientras que unos 3.000 reciben salarios reducidos. Lo propio sucede con los demás empleados de la compañía.
Otras realidades
La Corte Suprema del Reino Unido dictó un fallo importante respecto de los trabajadores de UBER, al decir en una resonante sentencia que la empresa se comportó como un empleador al establecer tarifas, asignar viajes, exigir a los conductores que sigan ciertas rutas y usar un sistema de clasificación para controlarlos, en consecuencia, para el Supremo Tribunal británico los choferes no son trabajadores independientes.
En Europa, lugar donde Michael O’Leary, de Ryanair, dijo que los pilotos eran choferes de “UBER glorificados” el fallo fue muy bien recibido por los sindicatos aeronáuticos porque miles de pilotos trabajan bajo regímenes de contratos temporales.
Alrededor del 9% de los pilotos de Europa son autónomos, según un estudio de la Unión Europea. Se calcula que el 88% de los pilotos son contratados a través de un intermediario y que el 75% de esos aviadores trabajan para una aerolínea de bajo costo.
Decisiones como las de los jueces pueden tener una cierta lógica, pero las consecuencias se verán en la demanda de trabajadores y las posibilidades de continuidad de empresas concebidas a partir de cambios tecnológicos y nuevos servicios que eran inalcanzables para muchas personas. Se dice que en aerolíneas como Ryanair el 60% de sus pilotos son trabajadores autónomos, pero pocos relacionan la demanda de profesionales con la flexibilidad del sistema.
En Wizzair, luego de la irrupción del COVID, consideran que la única forma de recontratar profesionales cuando vuelva a crecer la demanda, será con algún sistema flexible de relación laboral ya que de lo contrario no sería rentable.
Todo esto forma parte de los cambios y ajustes que están en marcha.
Sindicatos focalizados en los problemas reales
Los sindicatos como la Asociación Británica de Pilotos de Aerolíneas (BALPA por su sigla en inglés), entre otros, proponen la creación de un organismo tripartito para tratar los problemas que enfrenta la aviación. En principio quieren establecer un marco de prueba para reabrir los aeropuertos que están sin actividad y negociar bajas impositivas para las empresas que asuman el compromiso de utilizar energías más limpias. Más realistas de lo que fueron históricamente en sus análisis, sostienen que si bien el gobierno tomó medidas correctas para minimizar los viajes innecesarios para contener los contagios, la recesión subsecuente en la aviación no es un fenómeno natural, sino resultado directo del virus y la política gubernamental para enfrentarlo, de ahí que la intervención del Estado en apoyo a una industria clave sería necesaria para la reconstrucción. Es un primer paso en la comprensión, pero falta mucho.
El caso escocés
Recientemente BALPA reaccionó ante el gobierno escocés porque cerró los vuelos más herméticamente que Gran Bretaña. Brian Strutton, Secretario General de BALPA, dijo: “Es decepcionante que el gobierno escocés parezca tener una visión más pesimista que el gobierno del Reino Unido sobre la reapertura de los viajes internacionales”. El líder sindical expresó que si el gobierno mantiene la postura durante el verano septentrional, “no quedará una industria de la aviación escocesa que impulse la recuperación del país después de la pandemia”.
A lo largo y ancho de todo el mundo las fuerzas sindicales parece ser conscientes de las limitaciones que se presentan. Reconocen las diversas dificultades de las empresas, las limitaciones de los gobiernos y las necesidades de los representados. Las soluciones no están a la vista porque los problemas reales que se plantean son muchos, serios y variables, son conscientes que hay que negociar y pactar a medida que la tremenda crisis evoluciona.
Muchos esperaban que la vacunación fuera más rápida, efectiva y una solución final a la pandemia, pero la realidad demuestra que el proceso es lento, incierto y podría prolongarse.
Hay organizaciones gremiales que se muestran más combativas, incluso en los organismos internacionales que las reúne parece haber más intransigencia y demandas que son difíciles de satisfacer, pero la evolución verdadera de los acontecimientos se da nación por nación, empresa por empresa, problema por problema; se reconoce la gravedad de la situación, pero también los límites de las compañías y los estados.
Hay organizaciones gremiales que se muestran más combativas, incluso en los organismos internacionales que las reúne parece haber más intransigencia y demandas que son imposibles de satisfacer, pero la evolución verdadera de los acontecimientos se da nación por nación, empresa por empresa, problema por problema; se reconoce la gravedad de la situación, pero también los límites de las compañías y los estados.
El COVID-19 abrió un debate que tal vez sea una dramática aceleración de lo que estaba sucediendo en la industria. La transformación tecnológica ya estaba instalándose en la aviación y las discusiones comenzaban a tomar forma antes que China informara que tenía un problema con un extraño virus.
Sólo la racionalidad de las discusiones podrá despejar el camino y reencauzar la aviación. Los empresarios deberán extremar la creatividad para hacer lo que mejor saben: producir más y mejor, crear empleos valiosos y comprender que el capital humano es lo más importante de una organización. Los líderes gremiales, por su parte, deberán comprender que no se puede estar anclado a un pasado que no volverá y que defender a sus asociados requiere contar con un buen diagnóstico de la situación y acciones que no debiliten a las empresas ni sean una carga para los contribuyentes.
Ya no hay lugar para la confrontación ni la alimentación del odio. Sólo queda avanzar coordinadamente a un futuro que tiene que ser mejor.
El presente artículo se elaboró con datos de: CNN, Bloomberg, European Cockpit Association, Canadian Press, IATA, la Unión Europea y otros.
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