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La participación del estado en la aviación privada, cada vez más amplia y profunda, está generando un círculo perfecto de entidades públicas, que se autogenera y autoabastece, dejando de lado a la aviación particular • Por Arq. Pablo Luciano Potenze

El Estado Argentino, en todas sus formas, es —por lejos— el mayor empleador del sector aeronáutico argentino, el mayor propietario y operador de aeronaves, el mayor propietario y operador de aeropuertos (aunque muchos están concesionados a empresas en las que tienen participación como AA2000) y el único operador de tránsito aéreo. Al mismo tiempo es regulador de prácticamente todo lo que tiene que ver con la aviación, planificador de lo que puede planificar y autoridad de aplicación.

No es muy distinto a lo que pasaba en tiempos del CRA, pero lo que interesa ahora es que la mayor parte de los “aeronáuticos” argentinos son empleados públicos y piensan como tales, y la mayor parte de las instituciones tienen, fundamentalmente, objetivos políticos.

De alguna manera es un círculo en el que todo un sector (el público) trabaja para sí mismo, dejando afuera a otro sector (el privado) que existe y tiene una importancia indiscutible, pero que en algunos casos está excluido porque no interesa (aviones livianos) y en otros es hostilizado porque es una amenaza (líneas aéreas).

A los empleados públicos se les paga por serlo, independientemente de que trabajen o no trabajen, cumplan o no sus objetivos o conozcan o no sus tareas. Son cosas totalmente independientes, su futuro y su estabilidad están asegurados. Por eso, en su pensamiento ideal, el objetivo fundamental es seguir siendo empleados públicos, y para eso ponen todo su empeño.

Los salarios no son malos, la exigencia es suave y los beneficios adicionales son importantes. Su norte es permanecer, sin preocuparse por nada, porque los resultados están asegurados por el sólo hecho de estar ahí.

Pero se da una extraña contradicción, porque el Estado es el único que hace algunas cosas, por lo general muy especializadas, que exigen personal experto, que muchas veces se forma en sus propias filas. Por esto, el sector público es un extraño colectivo en el que conviven en armonía la máxima profesionalidad con la máxima inutilidad.

Junto al mundo estatal hay una aviación privada, que es bastante más difícil de cuantificar, mucho más dispersa y que carece de canales fuertes de comunicación con las autoridades y con la ciudadanía. Estos “aeronáuticos” fundamentalmente quieren vivir de la aviación sobre la base de sus capacidades personales, y, como todos, esperan lograr la mayor retribución posible por ello.

Por eso el principal enemigo del sector público es el privado, que quiere hacer lo mismo, pero con otras reglas, otros costos y otros objetivos de lucro. La competencia es imposible, porque hay de dos paradigmas opuestos para hacer lo mismo o, pensando mal, hay un colectivo que vive de la aviación sin tener ningún interés en la aviación.

En esta realidad, la controversia debe solucionarse por la eliminación del rival, algo que no es posible, porque ambas partes no pueden subsistir sin la existencia de la otra.

Así las cosas, en los últimos tiempos apareció, desde la ANAC, la alternativa de la eliminación discursiva de la aviación privada, lo que se está mostrando en la medida en que el sector oficial ignora al privado y actúa como si no existiera o, por lo menos, declara indirectamente que no existe.

Recientemente la ANAC publicó el Plan de acción del Estado Argentino para la reducción de emisiones de CO2 en la aviación, un documento sobre cuyas propuestas no vamos a opinar aquí, pero que dice ser “el resultado del trabajo mancomunado de profesionales y técnicos de todo el sistema de transporte aéreo nacional”. Si es eso, y asumiendo que donde dice “transporte aéreo” debería decir “aeronáutico”, debería ser un plan para toda la aviación nacional, realizado en consulta con todos los sectores.

Pero seguimos leyendo y vemos que sólo participaron expertos de la ANAC, el ORSNA, Aerolíneas Argentinas, Intercargo, la EANA y el Ministerio de Transporte de la Nación. Además, se contó con la colaboración del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación y la Dirección de Asuntos Ambientales del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.

Decodificando, la planificación de un tema de indudable importancia para el mundo ha sido hecha por un verdadero club de empleados públicos y, si es cierta la presunción de que para ellos Aerolíneas Argentinas y sólo Aerolíneas Argentina es el sistema de transporte aéreo, está destinado a un universo de alrededor de 70 aeronaves.

El resto de la aviación civil, aparentemente, no existe. Ni siquiera como veedor, ni siquiera como colectivo que debe ser informado. Nada.

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1 comentario
  1. Sergio dice

    Fui Jefe de Aeródromo dentro del CRA y en la ANAC en el periodo de transición entre otros cargos en la aeronautica trabajé en la ex Pan y en OACI un par de meses o sea que tengo idoneidad y trayectoria en el ámbito y considero que los objetivos que se planteaban cuando se reemplazó al CRA como autoridad aeronautica no se cumplieron en lo mas mínimo al contrario es alarmante la falta de idoneidad y capacidad de gestion de las autoridades y funcionarios actuales ni siquiera esta claro quien es la Autoridad Aeronautica ya que todas las empresas se atribuyen tal concepto ( Anac,Eana, Psa y hasta el concesionario en el manejo de la plataforma)con respecto a la relacion con la actividad aeronautica privada coincido con el autor de la nota ya ni siquiera existe el viejo concepto del Fomento
    Para próximas notas sugiero al autor ahondar sobre el nefasto papel de los gremios aeronauticos

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