41° Convención en Vuelo de la EAA Argentina

Soles de ayer y de antaño • Por Gustavo Marón

Guido Ghiretti, Francisco Halbritter, Marcelo Miranda y Gustavo Marón: dos generaciones de investigadores reunidas bajo el inolvidable sol de General Rodríguez. Foto: Gustavo Marón.

Era diciembre de 1986 y en el Aero Club Mercedes hacía un calor insoportable.  Para mí, acostumbrado al clima seco de Mendoza, la humedad de la pampa bonaerense y los diversos insectos asociados me resultaban francamente insufribles.  Sin embargo, nada lograba borrarme la sonrisa de la cara, la curiosidad de los ojos y la excitación permanente derivada del entusiasmo.

 

 

Y es que, a mis quince años recién estrenados, era sumamente feliz allí, caminando entre los aviones estacionados en hileras en la 5° Convención Nacional en vuelo organizada por el naciente Chapter 722 de la Experimental Aircraft Association (EAA).  Había llegado en tren y en colectivo, solo y apenas con lo justo, en tiempos en que para un padre era sencillo permitirle a un hijo menor de edad que saliera a cruzar el país sin más blindaje que los buenos consejos. Para mí todo era colorido, maravilloso y encantador, a tal punto que no importaba en absoluto el calor, la humedad o los mosquitos.

Nada se comparaba con la libertad de caminar entre rarísimos aviones experimentales, charlar con sus orgullosos constructores, meter la cabeza dentro del motor de un elegante clásico de líneas estilizadas, oler el perfume rancio propio de la cabina de un biplano antiguo o anotar en mi libreta las matrículas y datos de todo lo que anduviera por allí. Porque yo no estaba en la Convención como un visitante más, sino como un acreditado de prensa, dado que iba en representación de la revista Aviación Argentina, un emprendimiento juvenil que habíamos encarado con mi amigo Guido Ghiretti, que por entonces sumaba apenas diecisiete años.

No sé en qué momento pasaron 37 años, lo cierto es que este último fin de semana me encontré de nuevo caminando con Guido entre las hileras de aviones dispuestos en la 41° Convención en Vuelo celebrada en General Rodríguez, el predio donde la EAA Argentina fue construyendo de a poco su nido y su sueño: un aeródromo propio, un country aeronáutico y más de sesenta hangares en los que vibra la construcción experimental, la preservación del patrimonio histórico y el espíritu profundo de la Aviación General.

Durante mis caminatas me dediqué a observar los detalles, la organización, el orden general del evento. No hubo fisuras de ningún tipo en el esquema propuesto, la ejecución de lo planeado o la seguridad. Todo estuvo bien, desde la locución a los puestos de comida, pasando por el control de accesos, los sanitarios, la atención al público y los encuentros sociales.

Esta vez no fuimos solos, sino acompañando a Francisco Halbritter y Marcelo Miranda, padres fundadores de la revista de historia aeronáutica Lima Víctor, para la cual escribimos desde hace veinte años. En otras palabras, éramos de nuevo acreditados de prensa, y otra vez nos dedicamos a hacer exactamente lo mismo que en 1986: relevar información, tomar notas, sacar fotos, registrar datos. Hay pasiones que no se apagan y vicios que no se pierden.

 

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Como no podía ser de otra manera, fueron inevitables los contrastes nostálgicos. Ya no estaban, por ejemplo, aviones icónicos de antaño tales como el Nord Norecrin, el SAAB Safir o el De Havilland Chipmunk que recordaba de 1986. Tampoco estaban Pedro Gadda, César Falistocco o Gustavo Brea, por sólo citar a tres pilotos memorables. Pero había nuevos aviones, nuevos protagonistas y nuevas patriadas, entre las que cabe destacar la recuperación de los aviones acrobáticos Sukhoi SU-29AR dados de baja hace años por la Fuerza Aérea Argentina, que hoy vuelan con matrículas civiles pero con los mismos colores de la Escuadrilla Acrobática Cruz.

El escenario de la Convención había cambiado, había crecido, se notaba estable y arraigado. Yo, por mi parte, también había cambiado. Los años no vienen solos y llegar a los 51 en Argentina viene a ser como una carrera de obstáculos. Sin embargo, en determinado momento me descubrí caminando entre aviones, sin que nada pudiera borrarme la sonrisa de la cara, la curiosidad de los ojos y la excitación permanente derivada del entusiasmo.

Durante mis caminatas me dediqué a observar los detalles, la organización, el orden general del evento. No hubo fisuras de ningún tipo en el esquema propuesto, la ejecución de lo planeado o la seguridad. Todo estuvo bien, desde la locución a los puestos de comida, pasando por el control de accesos, los sanitarios, la atención al público y los encuentros sociales. A la escala, General Rodríguez vino a ser un mini-Oshkosh, lo que no es poco decir teniendo en cuenta que aquella es la gran convención aeronáutica que pretende emular.

En efecto, son innumerables los puntos de contacto entre el evento argentino y el norteamericano en el que se refleja, probablemente porque el espíritu subyacente sea exactamente el mismo. Aquí también hubo carpas y casas rodantes, charlas técnicas y gente que llegó de todos los extremos del país. Aquí también disfrutamos de la prolijidad, el orden y la limpieza. Y también aquí todo funcionó, fluyó y fue armónico, como si fuera obvio o naturalmente fácil. Desde mi posición de observador, confirmé con satisfacción que aquí, como en los Estados Unidos, el público aeronáutico se autolimita, por lo que no hay necesidad de sobreactuar medidas de seguridad más allá de la lógica prevención.

 

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A 37 años de mi primera Convención en Vuelo, el balance que hago de esta última es sumamente positivo. Es cierto que esta vez el calor resultó agobiante, pero no fue distinto al calor que los norteamericanos tienen que soportar en Oshkosh, lo digo por experiencia propia. En cualquier caso, los organizadores no tienen la culpa del clima y hay que aplaudir que, pese a esta contrariedad, lograron concretar con éxito una de las más destacadas ediciones que recuerde. En medio de la sequía circundante, la Convención brotó con todo su color, lo que no es poco teniendo en cuenta que la flor que florece en la adversidad es la más rara y hermosa de todas.

 

*El doctor Gustavo Marón es abogado experto en aviación, historiador y socio de MACK Aerospace. ARMKT agradece su colaboración.

 

https://www.hjargentina.com/es/hoteles/?nc=61927789

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6 Comentarios
  1. Luis dice

    Hace varios años que presenció este evento y este año no pude estar más allá del clima sino por salud; todos los años cobran la entrada y esta bien, todos los años nuevas aeronaves en el predio experimentales y hasta la Fuerza Aérea Argentina con sus aviones y helicópteros, la aviación del Ejército; la gente se renueva también. Mis felicitaciones a la organización por poner en alto la aviación Argentina con estos eventos.

  2. McFly dice

    Respecto al comentario de Newbery, la organización de un evento de tal magnitud lleva más tiempo del que los pronósticos pueden anticipar, por ejemplo y respecto a los organismos oficiales no es posible cambiarles la fecha por que tal vez haga calor ya que esto no es una ciencia exacta, por otro lado para las contrataciones de stands y espacios los interesados (empresas de todo tipo y lugar) requieren fecha con mucha anticipación, con respecto al cobro de entradas permitame aclarar que el aeródromo Ildefonzo Durana no recibe (ningún tipo de apoyo, subvención o aporte alguno de algún organismo estatal o privado) para lo cual se deben conseguir fondos de todas las maneras legales posibles, de otra forma no se podrían realizar tales eventos.
    Cordialmente McFly

  3. Saint exupery dice

    Mil pesos valia la entrada, te aviso porque seguro ni preguntaste. Le dijeron hay que pagar y puso el grito en el cielo. La proxima avisa y te la pagamos entre todos lauchon

  4. Newbery dice

    A ver existieron algunas fallas, hoy la meteorología prevé en avance las condiciones con suficientes días de anticipación, se sabía que iba a ser un día de calor espantoso, debería haberse postergado. Por otro lado este año comenzaron a cobrar entrada a los asistentes que van por tierra, lo cual desvirtúa el espíritu de todas las convenciones previas de acercar la aviación a todas las personas.. Fue muy poca gente en comparación a otros años. Hay que replantear la organización.

    1. José dice

      La verdad es que siempre se cobró entrada. No, no se puede suspender, sólo alguien que no sabe nada de este tipo de reuniones puede decir eso, por sólo señalar una razón, luego vienen muchos festivales que tienen su fecha. En fin, hablar es gratis …

  5. Monte dice

    Mis felicitaciones al Sr. OSCAR BAEZ por la organización de dicho evento

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