Al momento de escribir estas líneas, el Solar Impulse 2 lleva recorrido 5.848 km, el 93{85a4615a806cefb2dddfb0dcbfd9bf5df1b58e8529622455c8f10f6f6ff0f7ce} de la distancia que separa a Nueva York de Sevilla. Cuando la mayoría de nosotros nos encontremos durmiendo, alrededor de las 2 de la madrugada, Bertrand Piccard, al mando de la aeronave, estará a punto de aterrizar en suelo español. En ese acto heroico, el piloto habrá logrado la hazaña de atravesar el océano Atlántico, con un extraño avión que utiliza como única fuente de energía el calor que genera la estrella más cercana a nuestro planeta.
Ahora, a dos días, diecisiete horas y cincuenta y un minutos del despegue, se escuchó una comunicación del único piloto a bordo del SI2 con el centro de control de la misión, en la que Piccard reportó que todo transcurría según lo planeado y que se tomaría una siesta más.
La altitud del SI2 con apariencia de libélula y la envergadura de un B747, vuela a 2801 metros sobre el nivel del mar y cuenta con un 71{85a4615a806cefb2dddfb0dcbfd9bf5df1b58e8529622455c8f10f6f6ff0f7ce} de carga en las baterías que alimentan los motores eléctricos del sofisticado avión.
El avión despegó del aeropuerto JFK a las 2:30 de la madrugada (hora local de Nueva York), del pasado 20 de junio.
El record que marcará el piloto al mando será el de haber cruzado por primera vez el Atlántico sin utilizar una fuente energética que no sea renovable y, más específicamente, la que produce nuestro “astro rey”.
En los pasados días, el vuelo se vio sacudido por turbulencias y el piloto tuvo que sortear alguna nubosidad, también avistó desde el cockpit un iceberg a la deriva en pleno océano.
Sin dudas estamos asistiendo a un hito histórico que prueba que la ciencia también avanza de la mano de soñadores que, entre otras cosas, concientizan a la sociedad de su época sobre las alternativas que puede desarrollar para alcanzar nuevas fronteras y progreso.
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