El avión X-59, que construye Lockheed Martin bajo supervisión y de la NASA, avanza para hacer silenciosos los vuelos supersónicos.
Como se recordará, lo que se busca con esta aeronave experimental es reducir las ondas de sonido supersónicas para hacerlas tan silenciosas que las personas en tierra casi no percibirán.
Uno de los pasos importantes en este desarrollo se dio el pasado lunes 14 de diciembre, cuando los técnicos terminaron el sellado de las partes interiores de las delicadas alas que alojarán los tanques de combustible, lo cual es un hito que demuestra lo avanzado del proyecto.
Lockheed Martin es la empresa que está construyendo el X-59 luego de haber ganado un contrato de U$D 247,5 millones de la NASA.
La compañía tiene como objetivo terminar el ensamblaje para comenzar con los vuelos de prueba y entregar el avión a la agencia aeroespacial norteamericana alrededor de 2023.
Los resultados de este desarrollo servirán a los reguladores para establecer nuevos parámetros técnicos y reglamentarios para promover una nueva era de vuelos comerciales a velocidades supersónicas.
Tanto el perfil como la superficie de las alas del avión son las claves del X-59 en materia de generación de ruido al superar la barrera del sonido. En esa materia, la delicada superficie inferior de las alas requiere de un tratamiento muy particular. Aunque la física detrás de la forma del ala es compleja de explicar al público que no es especialista, hay que destacar que el trabajo manual de ensamblaje del ala fue un desafío rayano en lo artístico. Esto es así porque los revestimientos de las alas deben tener una posición, orientación y suavidad muy precisas para evitar que el flujo de aire contribuya al boom sónico (onda de choque terrestre producida por un cuerpo que se mueve en régimen supersónico).
“Pasamos por varias verificaciones para dar cumplimiento a los detallados requisitos de ingeniería respecto del sellado correcto de los tanques de combustible para que mantuvieran la presión y en la instalación final de cada revestimiento sobre los compartimientos de combustible”, dijo Steve Macpherson, gerente de Lockheed Martin en el proyecto.
Los sistemas robóticos llamados Mongoose (un animalito herpéstido) y Cobra (una serpiente) fueron imprescindibles para colocar las superficies compuestas en una forma precisa y unirlas a los largueros en el interior del ala. El Mongoose es una herramienta, disponible comercialmente, que Lockheed Martin usó para colocar las capas o pieles compuestas de las alas con su compleja geometría, en el proceso los técnicos aprovecharon al máximo la capacidad del dispositivo para trabajar en cinco direcciones y usar luz ultravioleta para unir el material compuesto a medida que se movía.
Mientras tanto, el robot Cobra, fue utilizado para producir automáticamente miles de orificios que permitían que las pieles se unieran al marco del ala. Normalmente ese proceso que requiere mucho trabajo y tiempo, pero gracias a herramientas como Cobra, se realizaron a razón de uno cada 20 segundos.
Ahora el proyectpo X-59 avanza hacia el siguiente hito importante que se concretaría el próximo verano boreal, cuando el avión prácticamente terminado pero sin su único motor a reacción General Electric, sea llevado por tierra a Texas, para una serie de ensayos estructurales. Luego, regresará a California para el ensamblaje final, el trabajo de pintura y el despliegue que llevará a los esperados vuelos de prueba.
Fuente: www.nasa.gov
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