ITA no empieza bien

Nacimiento el 15, huelga el 24 y un futuro con pronóstico reservado • Por Luis Alberto Franco

Il presidio dei lavoratori del trasporto aereo nel corso dellÕincontro tra la dirigenza della nuova compagnia aerea ITA e le componenti sindacali a Roma, 25 agosto 2021. MAURIZIO BRAMBATTI/ANSA

El próximo 15 de octubre debutaría la “nueva” aerolínea italiana ITA, pero 9 días más tarde sufrirá una huelga a la que adhiere todo el sector aeronáutico bajo control de los gremios. “Muerto el rey viva el rey”, parecen vociferar los amantes del Estado. No podría ser de otro modo: “El Estado es la ficción mediante la cual todos tratamos de vivir a expensas de los demás”, dijo el célebremente lúcido Frédéric Bastiat, a mediados del siglo XIX.

El pronóstico de la reencarnada línea de bandera italiana es reservado. ¿Cómo no serlo si antes del primer vuelo registra dos conflictos que muestran claramente que las corporaciones se oponen a cualquier cambio? Según los medios italianos la empresa ha perdido 1,5 millones de dólares por mes desde que se anunció su constitución en noviembre de 2020, y eso que su nómina es de poco más de 30 empleados. Además, aún sin volar, ya fagocitó un presidente: Francesco Caio.

 

 

Es una paradoja: en Italia –que como bien se sabe no es el único caso– el concepto de “línea de bandera estatal” sobrevivió gracias al SARS-CoV-2. Es un caso raro de anticuerpos, pues de no haber sido por el COVID-19 Alitalia hubiera sido el último capítulo de la larga aventura financiada por los contribuyentes italianos que más temprano que tarde asumirán que alimentan a una nación quebrada cuya deuda es del 159,8% de su PBI.

ITA parecía un as en la manga del gobierno italiano frente a la rigidez de la Unión Europea (UE) y su política de apertura y competencia, pero al jugar esa carta Italia se comprometió a dejar atrás los vicios de Alitalia. Hasta ahora el gobierno luce fullero, habrá que ver cuán hábil es para sortear la atenta mirada de la Comisión Europea.

Según los acuerdos, la empresa –y los gremios– tendrían que contentarse con una plantilla inicial de 2.800 empleados que sólo podría incrementar en forma paulatina si puede hacer frente a las erogaciones que significarían. Desde ya que no habría modo de que la UE acepte que ITA absorba puestos de trabajo de tercerizados o actividades vinculadas. En otras palabras, habrá conflictos interminables en la ruta.

 

 

Alitalia, con sus múltiples martingalas políticas y financieras fue históricamente la muestra del esfuerzo –siempre sobre las espaldas de los mismos ciudadanos– por sostener un modelo fracasado, e ITA parece ser más de lo mismo, pero el tiempo corre.

Aprender de la experiencia ajena es un claro signo de inteligencia, en ese sentido lo que viene podría ser revelador para quien lo esté dispuesto a comprender. Sin embargo, en el modelo de la línea de bandera hay demasiados intereses en pugna como para que el sentido común tenga chances de imponerse. En esos casos lo que define mandatoriamente es la carencia de recursos y en ese trance está ITA y otras aerolíneas más cercanas.

 

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