El CRAIG CR929 en duda

Los desacuerdos y la guerra obstaculizan el proyecto • Por Luis Alberto Franco

El avión nacido como CR929 para hacer frente al predominio de Airbus y Boeing en la aviación comercial de fuselaje ancho parece estar estancado. Las razones son comerciales, tecnológicas y políticas. En lo comercial, el reparto del mercado no habría sido bien estipulado por los países socios en el desarrollo y fabricación del avión. Rusia anidaba esperanzas de financiar el proyecto participando de las ganancias en las ventas de la aeronave en el enorme mercado chino, sin embargo, la estrategia de China no sería la de compartir esas ventas, sino las que se produjeran a terceras naciones.

 

 

El cronograma de diseño, fabricación y certificación estaba estipulado para que el avión se comenzara a fabricar en serie en 2025, pero ahora se piensa que habrá que establecer nuevas metas que podrían sumar entre 3 y 4 años a las pautas iniciales.

Con una inversión inicialmente presupuestada de 20.000 millones de dólares, United Aircraft Corporation (UAC), de Rusia y la empresa oriental Commercial Aircraft Corporation of China (COMAC), abordaron el desafío con las esperanzas de desarrollar un avión con los menores componentes occidentales posibles, pero eso no parece una meta asible en el corto o mediano plazo.

El riesgo que presentaba y presenta el proyecto es muy grande por razones tecnológicas, ya que es imposible desarrollarlo sin acudir fuertemente a la tecnología occidental. Esto, que era un problema antes de la invasión rusa a Ucrania, se ha complicado infinitamente por las sanciones al país agresor, los resquemores de los Estados Unidos a transferir material sensible a China y las dificultades en las cadenas de suministro por una combinación de secuelas de la pandemia y otros desequilibrios productivos que han emergido en el último año y medio.

 

El CRAIG CR929-600. Foto: COMAC.

 

A todo lo anterior se suma un dato que parece pequeño, pero muestra las limitaciones de los acuerdos políticos entre China y Rusia. Como consecuencia de la invasión a Ucrania, Rusia retuvo una cantidad importante de aviones que le habían sido entregados en leasing; en un primer momento la no devolución de las aeronaves fue una represalia por las sanciones que en bloque aplicaron las naciones europeas y otros países occidentales a Rusia, pero con el correr de las semanas los problemas rusos para abastecerse de repuestos y mantenimiento para esos aviones hizo imposible que se siguieran utilizando con seguridad. Ante esa situación Rusia acudió a China para que la ayudara con el mantenimiento de esas aeronaves ya que forman parte de todas las flotas de las aerolíneas chinas, pero Pekín se negó a brindarle servicios ante la posibilidad de que fuera tomado por Occidente como un acto de manifiesta enemistad.

 

 

Actualmente, el joint venture sino – ruso está discutiendo quién sería el proveedor de motores para el avión. En la carrera por suministrar las plantas propulsoras están Rolls – Royce y General Electric, pero también intentan sumarse otros fabricantes occidentales, y las firmas United Engine Corporation, de Rusia, y Aero Engine Corporation, de China que estarían cooperando para el desarrollo de un motor propio. Lo que habría quedado atrás es la posibilidad de que empresas occidentales se asocien con compañías integradas por capitales rusos, lo que en definitiva está trabando todo el proceso.

Fuentes chinas dijeron que el programa sigue sin demasiadas alteraciones y que la intención es que el avión realice su primer vuelo entre 2023 y 2025, pero ya se sabe cuán optimistas son los chinos ante la prensa.

El avión

Inicialmente nombrado como COMAC C929, la familia de aviones de fuselaje ancho pasó a denominarse CRAIG CR929. Se trata de una serie de modelos que podrían transportar entre 250 y 300 pasajeros en rutas largas. El avión fue concebido para abastecer a líneas aéreas chinas y rusas, para luego intentar competir en el mercado internacional. Así como está claro que la aeronave necesita componentes occidentales para poder concretarse y aspirar a competir, no son pocos los analistas que pronostican que será difícil en el mediano plazo que la empresa, si logra desarrollar el avión, pueda alcanzar niveles de producción necesarios para abastecer los propios mercados, lo que aleja al proyecto de ser una verdadera amenaza a la producción europea o norteamericana de aviones.

Como si los escollos externos fueran pocos, en julio de 2020 se filtró información sobre las dificultades que tendrían los ingenieros y técnicos rusos para trabajar con sus pares chinos. Las desinteligencias serían en la asignación de responsabilidades específicas y en la aplicación de ciertos criterios técnicos que no se detallaron.

Expertos en el sector industrial aeronáutico creen que ante el aislamiento ruso, China tendría que seguir con el proyecto sin su colaboración. Quienes piensan así argumentan que el coloso asiático tendría los recursos necesarios, por lo que podría prescindir de la colaboración rusa, lo cual sería una ventaja para sumar proveedores del oeste que le resultan imprescindibles para cualquier programa, incluyendo el C919 actualmente en producción.

 

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