La pasión por el vuelo me lleva a lugares y situaciones impensadas, últimamente, la lectura de distintos libros y papers disponibles libremente en la web, me recuerdan que, como casi todo en las últimas décadas, la aviación no escapa a la ideología.
La República Argentina es uno de los 10 países más grandes del mundo en territorio; el vuelo más largo si se conectara la ciudad de San Salvador de Jujuy en el norte, con Ushuaia, en el extremo sur continental, duraría unas 5 horas.
Todo ese vasto territorio debiera, también, estar conectado por una red de autopistas, ferrocarriles urbanos, interurbanos y de larga distancia, y para trayectos de menos de 500 kms. utilizar autobuses.
Argentina es el décimo quinto país del mundo con más kilómetros de autopistas (4.423), su superficie total es de 2.780.400 Km2. España tiene una red vial de 17.109 kms, una población similar a la de Argentina y una superficie de 505.900 Km2.
En España hay trenes de alta velocidad (AVE y Ouigo), trenes interurbanos de uso masivo y autobuses urbanos. Por supuesto que el sistema podría funcionar mucho mejor, pero la infraestructura está.
Y la conectividad aérea en Argentina? Bien, gracias.
EL AIP (vademecum aeronáutico editado por la autoridad nacional), ofrece información detallada para 54 aeropuertos, de los cuales sólo 36 forman parte del Sistema Nacional de Aeropuertos, concesionados a Aeropuertos Argentina 2000 y London Supply, que reciben, casi todos, algun vuelo comercial semanal. Pero hay +120 pistas civiles asfaltadas, +130 aeroclubes diseminados por todo el país y +1.300 LAD (lugares aptos denunciados) que están subutilizados. ¿Y si pensamos en conformar una red de pequeñas aeronaves que usen estos aeródromos / aeroclubes para conectar pequeñas localidades?
En 1998, Dan Goldin, entonces administrador nacional de NASA, hizo un discurso memorable en Palm Springs, California, durante una reunión de AOPA (Airplane Owners and Pilots Association), donde se puso a disposición de la comunidad aeronáutica para ayudar a construir una red como la anteriormente mencionada, dando forma a lo que luego se llamó SATS (Small Aircraft Transport System).
La visión de Goldin en ese momento era la de alcanzar varios objetivos (9, concretamente) que mejoraran transversalmente toda la aviación general y complemente al sistema de aviación comercial. Así, NASA comenzó sesiones periódicas de trabajo con fabricantes de motores, partes, pilotos, ingenieros y fueron, con el correr de los años, mejorando standards críticos (seguridad, performance, aviónica, seguros, operaciones, capacitación).
El programa SATS hoy sigue vigente, los objetivos fueron alcanzados, en algunos casos, y en otros se redefinieron acorde a las nuevas demandas del mercado y la innovación tecnológica.
Algún día ¿seremos capaces de asumir en la Argentina la oportunidad de volver a tener una aviación grande, eficiente, al servicio de quien quiera usarla, sin ideologías mezquinas que prejuzguen a quien tiene un avión o se sirve de él para trabajar y dar trabajo?
¿Podremos acordar un objetivo común para la industria, que trascienda el signo político de turno?
¿Y si cambiamos ideología por propósito?
* Alexis Altmann es piloto y socio de MACK Aerospace Consulting. Actualmente reside en España.
Que buena propuesta, me quedo con esta pregunta final que lo dice todo: ¿Y si cambiamos ideología por propósito?
Pueda ser que estos nuevos tiempos sirvan para redefinir y facilitar nuevas posibilidades.
Mientras volar en un avión de pasajeros sea considerado un lujo fuera del alcance de cualquier trabajador y su familia, no habrá futuro. Saludos a los sindicatos aeronáuticos. Ustedes son parte esencial de este fracaso.