El dengue se quedará

Por Luis Alberto Franco

«El drama es anterior al coronavirus, que todavía no llegó (al Gran Buenos Aires). La gente está muriendo por el dengue, que este año fue más virulento en toda la región».

Carlos Pagni • La Nación, 26 de marzo de 2020

 

Cuando el Covid-19 pase, el dengue seguirá con nosotros por mucho tiempo. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) reportó más de 3 millones de casos de dengue en 2019, el mayor número registrado en las américas. El anterior pico fue en 2015, cuando 1400 personas fallecieron como consecuencia de la enfermedad que transmite la hembra del mosquito Aedes aegypti. La Argentina no es de los países que están al tope de la lista de la enfermedad.

En la presente temporada, Argentina, según el informe del Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud, considerando la Semana Epidemiológica (SE) 31 que comprende hasta el 17 de febrero de este año, se notificaron 4089 casos con sospecha de dengue u otros arbovirus (trasmitido por artrópodos), de los cuales 748 resultaron confirmados y probables (274 sin registro de antecedentes de viaje y 474 casos con antecedentes de viaje a zonas de circulación viral o en investigación). El informe señala que hasta el momento 11 provincias (Región Centro: CABA, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos; Región NEA: Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones; Región NOA: Salta, Jujuy y La Rioja) registran zonas con circulación viral autóctona.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se notificaron 479 casos de dengue confirmados sin antecedentes de viaje. En Córdoba 78, Santa Fe 13, Entre Ríos 12, Chaco 40, Corrientes 22, Formosa 12, Misiones 126, Salta 129, Jujuy 48 y La Rioja 40.

La letalidad en la provincia de Buenos Aires es de 0,82% con los datos disponibles hasta el día 17 de marzo.

La letalidad en la provincia de Buenos Aires es de 0,82% con los datos disponibles hasta el día 17 de marzo. Al presente, la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires cuenta en sus registros con 3697 casos notificados de dengue en todas las regiones sanitarias. Para el mismo período de 2019 se habían notificado 356 casos con la enfermedad y confirmado 9 en los municipios de Quilmes, La Matanza, Ituzaingó (2 casos), Pergamino (2 casos) y General San Martín (3 casos).

Las cifras, que reiteramos son oficiales, no se publican para sumar miedo a la tensa situación que vivimos los argentinos, sino para llamar a la reflexión. Las prioridades las fijan los gobiernos, pero los datos que ellos y los organismos internacionales recogen, tienen el objeto de llamar la atención para que se ejecuten políticas públicas eficaces. Algunas de esas políticas ya se desarrollan en zonas de nuestro país en donde las autoridades se ocupan de controlar al mosquito que transmite el flagelo (ver nota publicada en este portal). Sin embargo, en materia de salud pública las útiles decisiones aisladas podrían mejorarse con programas preventivos sistemáticos que, coordinados por las provincias y la nación, utilicen al avión como parte de la estrategia para controlar al vector transmisor en los espejos de agua donde más se desarrollan e incluso para aliviar a las propias ciudades con pulverizaciones inofensivas para las personas y la fauna.

La Argentina cuenta con recursos aéreos de última generación, concretamente, con la segunda flota de aviones agrícolas de América y la tercera del planeta, por lo que controlar al mosquito no debería ser un obstáculo para que las agencias correspondientes implementen un plan inteligente que salve vidas y reduzca gastos. En otras palabras, invirtiendo no gastando.

Hay vacunas para el dengue, pero sólo correspondería aplicarlas a personas que ya han pasado por la enfermedad (hay que recordar que contraer dengue por segunda vez tiene una alta tasa de mortalidad). Para quienes nunca se contagiaron de ninguno de los tipos del virus el remedio podría ser peor que la enfermedad. Nunca mejor dicho. La vacuna, según estudios, evita 12000 hospitalizaciones y 3000 casos de dengue grave entre quienes tuvieron dengue, pero se registran muchos casos graves cuando se aplica a personas que nunca estuvieron contagiadas. En consecuencia, controlar al mosquito es la decisión más adecuada.

El Estado se ocupa de muchísimas y cuestionables tareas. Transporta pasajeros, gestiona el agua potable, domina la banca, es petrolero y minero, fabrica radares y centrales atómicas, posee laboratorios, canales de televisión, radios, papeleras, brinda servicios turísticos y hoteleros, fábrica (o intenta fabricar) aviones, barcos y balizas, monta exposiciones y la lista sigue. La justicia, salud preventiva, seguridad y educación, que sería de esperar brindara eficazmente orillan el desastre, su decadencia y desprestigio son evidentes. ¿Será porque el foco está donde no debería?

Mientras el Covid-19 se lleva toda la atención mundial –y no es para menos con la productividad china y agentes de prensa italianos– el dengue (la fiebre amarilla, zika y chikungunya) ha sido inadecuadamente enfrentado por sucesivos gobiernos. ¿Estaremos aprendiendo algo de nuestra experiencia sanitaria actual?

Veremos.

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