El nuevo tropezón de Boeing con el timón de los 737 MAX no sólo le impedirá aumentar la producción de ese modelo, sino que lleva a mayores demoras en las entregas programadas. La falla técnica, que sería por la aplicación de un torque adecuado en el ajuste de una pieza, tiene una solución lenta en los aviones ya ensamblados.
Según el director ejecutivo de Spirit AeroSystems, Tom Gentile, la empresa, que provee la parte del fuselaje con el problema, “identificó las unidades afectadas y desarrolló una reparación”.
Aún con ese problema a cuestas, Boeing se habría comprometido a entregar de 400 a 450 aviones Max este año, una cifra razonable si se tiene en cuenta que en el primer trimestre despachó 111 aeronaves.
Más allá de los compromisos, el costo de los atrasos y las reparaciones afectan a las empresas involucradas. Del lado de Boeing, las pérdidas en el primer trimestre podrían alcanzar los 414 millones de dólares que se sumarían a los 5.000 millones que se habrían perdido el año pasado.
Mientras la solución de los problemas se implementa y se hacen esfuerzos para estabilizar a la compañía, llega al mercado la noticia de que RYANAIR ordenó 300 nuevos Boeing 737-Max-10, en un acuerdo valorado en más de US$ 40 mil millones, lo que impulsó las acciones de Boeing Co. BA, más del 2 % al comienzo de la rueda de la Bolsa neoyorkina este martes 9 de mayo; mientras que las de la aerolínea trepaban un 3 %.
Sin dudas la falta de aviones del segmento y las condiciones de venta de la familia de aviones MAX hacen que Boeing recoja los beneficios de una demanda que sabe que los problemas técnicos presentes o futuros no ponen en riesgo la seguridad.
La compra de RYANAIR tendrá gran impacto sobre la actividad de toda la aviación, ya que se estima que los nuevos aviones generarán 10.000 nuevos puestos de trabajo para pilotos, técnicos, ingenieros y tripulantes de cabina.