El editor de artículos para la web de AOPA (Air Owners and Pilots Asociation), Jim Moore, recogió la noticia de un dron de cuatro rotores que fue atacado por un águila calva, porque le llamó la atención que las redes sociales reprodujeran la noticia oficial de lo sucedido unas 200.000 veces en poco más de un día y otras 100.000 en los días siguientes.
La historia despertó un cierto humor porque el operador del artefacto era la organización oficial Evironment, Great Lakes and Energy, cuya sigla en ingles“EGLE” se pronuncia casi igual que “EAGLE”, la especie del ave nacional de Estados Unidos que la derribó.
La agencia responsable del dron, fue la que suministró la información de un modo alegre.
El incidente, que ocurrió el pasado 21 de julio sobre el lago Michigan, no reúne los requisitos para una investigación oficial de la Federal Aviation Administration (FAA) o la National Transport Safety Board, por lo que no se sabrá qué pudo ocasionar la reacción de la formidable bestia rapaz.
“El ataque pudo haber sido una disputa territorial con el enemigo electrónico, o simplemente un águila hambrienta. O quizás no le gustó que su nombre estuviera mal escrito ”, supuso el departamento en el comunicado de prensa, para luego agregar que “el equipo de drones de EGLE está considerando pasos para reducir la posibilidad de otro ataque, incluido la posible mimetización de la aeronave para que se parezcan menos a las gaviotas”.
Una de las posibilidades, esgrimidas por un operador de drones, podría ser que el sistema de detección de obstáculos del VAN/UAV pudo irritar al águila con sus ondas de ultrasonido.
El periodista recuerda que un artículo de 2004, ampliamente citado por Robert Beason, del Centro Nacional de Investigación de Vida Silvestre del Departamento de Agricultura de los EE. UU., cita estudios realizados sobre varias especies de aves que concluyen que las mismas no parecen reaccionar a los sonidos en el rango de frecuencia ultrasónica. El documento de investigación, presentado en una conferencia que aborda los problemas de la vida silvestre, incluida la frecuente presencia de ellas en los aeropuertos, examina qué tipos de estímulos podrían ser más efectivos para mantener a las aves alejadas de los aeropuertos y granjas, donde su presencia puede ser destructiva.
“Ninguna especie de ave ha mostrado sensibilidad a las frecuencias ultrasónicas (> 20 kHz)”, escribió Beason. “La sensibilidad a frecuencias por debajo de 20 Hz (infrasonido) no ha recibido mucha atención; sin embargo, las palomas y algunas otras especies han mostrado cierta respuesta a bajas frecuencias”.
En su nota, Moore cita que el sonido puede ser útil para disuadir aves y que de hecho existe una variedad de productos comercializados para aeropuertos y productores agrícolas que se valen de una variedad de sonidos, incluidas frecuencias ultrasónicas, para ahuyentar las aves de los aeropuertos y los cultivos.
“Hay un dron especialmente diseñado para esta misión, el AeroDrone Avian Scout, que se produce en Australia, hogar del águila de cola de cuña, el ave de presa más grande de ese continente es uno de ellos”, dijo el periodista en su nota.
En un principio el dron DJI Phantom 4 Advanced, valuado en 950 dólares, se dio por perdido, pero luego fue encontrado hundido en el lago y sin uno de los rotores.
La información indica que en un momento determinado se perdió el control de la aeronave y segundos después todos los datos que transmitía dejaron de recibirse.
Pocos días después del episodio del dron atacado por el águila, se informó que el Air Force One habría tenido un VAN volando cerca en plena aproximación con Donald Trump a bordo.
La situación no fue comunicada oficialmente, pero varios periodistas que viajaban con el Presidente reportaron haber visto un pequeño objeto cerca del avión.
De existir, el incidente es paradójico, porque en este caso habría sido el dron el que acechó al águila calva pintada en el escudo “Seal of de President of de United States” que suele estar pintado en algún sector del fuselaje y/o el interior de la puerta del avión.