“Maldigo a aquellos argentinos que por un indigno espíritu de partido se unen al extranjero para humillar a su Patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempo de la dominación española; una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer”.
José de San Martín
En la época del Padre de la Patria, es decir en medio del proceso de independencia y la ardua consolidación institucional, unirse a los extranjeros era pactar con quien estaba operando en contra de aquellos propósitos emancipadores. Pero la frase de San Martín bien podría aplicarse hoy a quienes por espíritu de facción sólo piensan en sus intereses, —por no decir barrigas— sin contemplar la realidad de la Argentina y la postergación del desarrollo de su potencial.
Una máxima del derecho dice: “A confesión de parte, relevo de pruebas”. En esta oportunidad, sólo será necesario trascribir el comunicado de APLA del pasado miércoles 28 de junio, para dejar al descubierto una mezquina actitud gremial que no hace más que perjudicar el progreso de nuestro país, lo cual en términos sanmartinianos aggiornados sería, ni más ni menos, que ir en contra del futuro nacional.
El texto oficial que APLA envió a la prensa dice así:
“Reuniones con Norwegian, Avianca y Flybondi
”Estimados compañeros:
”El pasado lunes 26 recibimos en APLA junto a APA, APTA, UPSA y UALA a Ole Christian Melhus, CEO de Norwegian Argentina, quien presentó ante los gremios aeronáuticos el plan de negocios en el país de la transnacional low cost.
”Este encuentro se suma a las reuniones mantenidas por la Comisión Directiva durante las últimas semanas con representantes de Avianca y Flybondi, en las que se han iniciado las negociaciones para establecer las condiciones laborales de los (futuros) pilotos de dichas compañías.
”Así como lo planteamos ante las autoridades oficiales, en el marco de estos contactos hemos hecho hincapié en las reglas de juego (mínimas) que reclamamos en el ingreso de nuevas empresas a nuestro mercado aerocomercial:
”Trabajo argentino (tripulaciones nacionales),
”Matriculación de aeronaves LV,
”Convenios Colectivos de Trabajo (que no estipulen flexibilización ni cambios en la normativa),
”Libertad de sindicalización.
”A su vez, también se les expuso a los directivos empresarios sobre las limitantes para el desarrollo de nuestro mercado (infraestructura aeroportuaria, combustible, comunicaciones, radarización, etc.), contraponiendo esta realidad que enfrentamos a diario con los números y planillas de Excel que les muestran en el Ministerio de Transporte.
”Como colectivo tenemos por delante la enorme responsabilidad de defender la profesión, las fuentes de trabajo y las condiciones laborales, tanto para nosotros como para las generaciones que nos sucederán.
”Hoy las líneas aéreas que quieren operar en el país, aún aquellas con las prácticas antisindicales más agresivas en todo el mundo, han buscado un acercamiento a APLA. Nada de esto sucedería de no ser un grupo unido que ha demostrado una y otra vez en los últimos años que lucha por sus intereses con una conducta sindical ejemplar. No se trata aquí de complacernos con lo que hemos logrado; sino de cómo seguir construyendo nuestro presente y nuestro futuro.
”En este sentido, vamos a seguir trabajando día a día exigiendo que respeten las condiciones laborales de todos los pilotos argentinos; ya sea en Andes, Aerolíneas Argentinas, American Jet, LAN Argentina, Helicópteros Marinos, las Gobernaciones, Avianca, Flybondi, Norwegian o en cualquier compañía que desee radicarse en el país.”
Para APLA, los llamados a Audiencia Pública, la invitación a una exposición pormenorizada del ministro Guillermo Dietrich en Transporte (13 de junio de 2017) y el pedido de las propias compañías para reunirse a discutir sus planes de negocios son una respuesta a la “lucha” y “conducta sindical”, lo que en buen romance se llama “apriete”. Dicho de otro modo: APLA no ve en el diálogo un proceso constructivo. Está claro que para la representación gremial de una porción de pilotos profesionales los buenos modales siempre se leen como debilidad o aviesa intencionalidad.
Pero lo más grave no se circunscribe a la sospecha de sombras de quienes suelen evitar la luz, sino a la imperdonable actitud de boicotear un proyecto que significa inversiones millonarias y trabajo para miles de argentinos, con malos pronósticos y exhibición de fallas e insuficiencias que todo inversor debería considerar antes de hundir capital en un país tan precario como el nuestro. APLA lo dice así: “… se les expuso a los directivos empresarios sobre las limitantes para el desarrollo de nuestro mercado (infraestructura aeroportuaria, combustible, comunicaciones, radarización, etc.), contraponiendo esta realidad que enfrentamos a diario con los números y planillas de Excel que les muestran en el Ministerio de Transporte …”, vaya forma de buscar el desaliento y la huida de los hombres de negocios.
Los que formamos parte de la aviación civil sabemos cuáles son las restricciones y dificultades que tiene el sector, es más, desde este medio, Aeromarket, hace más de un cuarto de siglo que venimos señalando las carencias que ha tenido y tiene la aviación civil, pero ni por un momento quienes amamos esta actividad, argumentaríamos ante inversores con la intensión de desalentar aquello que el país necesita urgentemente: fuentes de trabajo y una mejora significativa para conectar mejor su gente. Es más, cualquiera con un poco de formación general y, por qué no decirlo, patriotismo, se daría cuenta de que la apertura a las líneas aéreas está siendo observada por inversores de otras áreas que empiezan a analizar con cierto entusiasmo la posibilidad de arriesgar recursos en un país en el que todo está por hacerse.
No sabemos exactamente lo que el Libertador hubiera dicho respecto del “colectivo responsable”, para utilizar una denominación que los dirigentes de APLA hacen de sí mismos, pero estamos seguros de que no hubiera avalado el poner palos en la rueda de un porvenir más venturoso del que hemos logrado hasta ahora en esta tan bendita como desencontrada tierra de los argentinos.
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